Una de las primeras cosas que en claro quedaron al acontecer el golpe de Estado en Bolivia, la usurpación fascista del poder y la brutal represión, fue, sin duda, la actitud cómplice de diversos sectores sociales, tanto en México, como en el resto de Latinoamérica y el mundo. Las reacciones supuestamente críticas a los sucesos […]
Una de las primeras cosas que en claro quedaron al acontecer el golpe de Estado en Bolivia, la usurpación fascista del poder y la brutal represión, fue, sin duda, la actitud cómplice de diversos sectores sociales, tanto en México, como en el resto de Latinoamérica y el mundo. Las reacciones supuestamente críticas a los sucesos bolivianos, devinieron en francas posturas acríticas y reaccionarias, que, puestas en la escena internacional, quedan ligadas a la ofensiva contrarrevolucionaria extendida junto a la violencia fascista, la tergiversación mediática y la apología democrática con que pretenden disimular con sus silencios, eufemismos burdos y geniales imposturas, caen deshojadas ante los hechos, y justamente, eso último, es uno de los artilugios usados con la perspectiva posmoderna, es decir, la justificante de muchos «intelectuales» y supra-críticos es que la relatividad de las posturas asumidas debe verse con cautela, pues según esta forma, cada discurso pudiera ser la propia, olvidan u ocultan, que si bien las ideologías y conciencias de clase hacen entender el mundo de formas contra puestas, los procesos históricos están compuestos de acontecimientos concretos, específicos en su particularidad pero generales en su articulación natural en el devenir histórico, los hechos son los mismos, la sobrevaloración de la relatividad es una estrategia posmoderna-burguesa que ha servido para excusar la falta de compromiso con los desposeídos, en Bolivia se ha perpetrado un golpe de Estado, se ha violado todo el orden constitucional y se ha instaurado un gobierno de facto con clara tendencia dictatorial, estos hechos son claros, pero a pesar de que la información ha avanzado en relación a los primeros días del acontecer, sin importar que imágenes, videos, crónicas y testimonios circulan por el internet dejando en evidencia la represión genocida, la participación del imperialismo estadounidense y de la OEA en la acusación de fraude en las elecciones del 20 de octubre sin mostrar prueba alguna, aquellos «intelectuales» y supra-críticos que rápidamente culparon a Evo Morales de su propia suerte, llamándolo dictador sin analizar la realidad concreta y propio clamor popular, haciendo suyas las mentiras mediáticas de la ultraderecha, ahora guardan el más de los sepulcrales silencios, sin autocrítica y sí dando continuidad al falso postulado posmoderno de la relatividad discursiva, que al fin de cuentas, como se observa, termina siendo la compacidad consciente o inconsciente con la brutalidad fascista.
El informe final de la Misión de Observadores del Parlamento Europeo señaló desde el acontecer mismo de las elecciones que: «puede garantizar en base a lo observado durante el desarrollo de la misma que ha sido un proceso transparente, garantista, y en línea con los principios y recomendaciones internacionales». Este como muchos otros informes dados a conocer durante y después del proceso electoral dejan en claro que la acusación de fraude fue parte de la estrategia montada por el imperialismo para derrocar al gobierno popular boliviano. Los sucesos posteriores al golpe reafirman lo dicho, la liberación criminal del ejercito sin regulación alguna para que con total libertad pueda asesinar, torturar y violentar todos los derechos y la garantías constitucionales, acompaña a la campaña mediática que a nivel mundial infundió el sentir seudo-democrático con la comprobada generación de al menos, 68.000 mil cuentas de twitter falsas, en donde se ha venido difundiendo posiciones a favor del golpe de Estado, haciéndose pasar por ciudadanos bolivianos que estarían celebrando el final de la dictadura de Evo, esto lo ha demostrado el investigador Julián Macías Tovar, quien además, analizó el rápido incremento de seguidores en redes sociales de los cabecillas del golpe, Luis Fernando Camacho, y Jeanine Áñez, autoproclamada presidenta, estas fake news operadas bajo la tutela de Washington, son las que han calado en la opinión de muchas personas, que, ajenas al contexto, caen en la mentira, ejemplo en México de esto, son las noticias tendenciosas liberadas a partir del asilo de Evo Morales en México, despertando el racismo, la xenofobia, los ataques al gobierno de AMLO y azuzando la población para inconformarse, es claro que los fascistas se valen de todas las formas de manual para lograr sus objetivos anti-populares. Llama la atención nuevamente, el silencio de quienes han jurado defender la democracia y preocuparse por el pueblo boliviano, cuando a todas luces, se ha comprobado la manipulación mediática, la agudización represiva y la injerencia imperialista en el golpe de Estado.
Otra de las grandes mentiras que de una forma u otra es aceptada y permitida por estos «intelectuales» y supra-críticos, es la que oculta los grandes avances sociales, económicos y culturales que Bolivia alcanzó durante el gobierno de Evo Morales, estos silenciosos «críticos» prefieren quedar impolutos para no ser acusados de partidarios de Evo y así perder su simulada objetividad ante los hechos, prefirieron desde los primeros instantes y lo siguen haciendo, divulgar críticas a los errores del proceso boliviano, asumiendo un aire de pureza, que en realidad no es más otra cosa, que la aceptación implícita del golpe, los eufemismos con que cubrieron y cubren sus análisis no logran servirles de murallas para salvarse a la hora de asumir una postura real, silenciosos ahora, grandes agitadores de la palabra que sumieron en mayor confusión a las sociedades frente a los hechos, callan y seguirán así, pues cuando «la hora de los hornos» llega, ellos y ellas ya han partido a otra orilla donde ser geniales impostores de la verdad. Frente a los silencios cómplices y falsos análisis, la voz de los pueblos clama por justicia, libertad, democracia, los bolivianos resisten al golpe de Estado, la solidaridad internacional denuncia los hechos fascistas, la esperanza se mantiene en los pueblos que continúan la lucha por mejores sociedades, la unidad latinoamericana persiste más allá de la intenciones divisorias y las noticias mentirosas, el poder popular alzará más pronto que tarde las manos celebrando la emancipación conquistada.
Cristóbal León Campos es integrante del Colectivo Disyuntivas
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