El gonismo, como sistema político y económico de la dominación de las transnacionales, los partidos tradicionales y los sectores de la oligarquía antinacional ligados al imperialismo y a organismos como el FMI y el BM hegemónico en el periodo neoliberal (1985-2005), si bien ha sido derrotado primero con la rebelión de octubre de 2003 y […]
El gonismo, como sistema político y económico de la dominación de las transnacionales, los partidos tradicionales y los sectores de la oligarquía antinacional ligados al imperialismo y a organismos como el FMI y el BM hegemónico en el periodo neoliberal (1985-2005), si bien ha sido derrotado primero con la rebelión de octubre de 2003 y después en los procesos electorales de 2005, 2009 y 2014 mantiene sus mecanismos de influencia y decisión en distintos sectores de Bolivia
En la actual coyuntura del referéndum democrático de reforma constitucional, a realizarse el próximo 21 de febrero para habilitar una nueva candidatura de Evo Morales a la presidencia y Alvaro Garcia a la vicepresidencia, la consigna del No está conducida y encabezada por el gonismo a través de al menos dos manifestaciones públicas: por una parte las manifestaciones de Carlos Sanchez Berzaín, el exministro de Gobierno de Gonzalos Sanchez de Lozada, marcando las líneas maestras que siguen las fuerzas opositoras al gobierno en su campaña pública y por otra parte las declaraciones de Carlos Mesa Gisbert, su vicepresidente, reivindicando las políticas llevadas adelante por Sanchez de Lozada.
La pretendida campaña ciudadana que encubría a los dirigentes, voceros y partidos de la oposición fracasó inmediatamente tanto por la pugna personal entre sus representantes, como por la aparición permanente en los medios de comunicación de los jefes partidarios Jorge Quiroga del Partido Demócrata Cristiano (PDC), Samuel Doria Medina de Unidad Nacional (UN) y Ruben Costa de Unidad Demócrata (UD), así como de sus parlamentarios, asambleístas y concejales municipales.
Su inicial reto directo a Evo Morales, en el supuesto de que él se haría a un lado del debate, para dirimir entre el Sí y el No quedó hecho añicos precisamente cuando el presidente asumió el desafío y se puso al frente de la afirmación del proceso de transformaciones sociales, económicas, políticas y culturales que han convertido a la Bolivia neoliberal en un proyecto nacional-popular con miras a conseguir los objetivos de la Agenda Patriótica 2025, como homenaje a la Patria en su bicentenario.
De igual manera los poderosos medios de comunicación privados y sus comunicadores militantes del neoliberalismo, y también opositores al gobierno, que durante varias semanas se convirtieron en promotores de la «iniciativa ciudadana», han agotado este su esfuerzo para convertirse en los voceros del No, fracasando en el intento de mostrarse neutrales, equilibrados e independientes. Por la vía del oficialismo, a su vez, los medios de comunicación estatales se han convertido en la vía más expedita para impulsar el voto afirmativo.
Por otra parte, la esperanza opositora de que se reiteren tendencias de lo ocurrido en las elecciones presidenciales argentinas o en las elecciones legislativas venezolanas se han frustrado, no solamente por la agenda política actual del pueblo boliviano sino por la clara orientación conservadora, neoliberal, antinacional y antipopular del gobierno de Mauricio Macri en Argentina y de Henry Ramos, presidente de la Asamblea Legislativa, en Venezuela.
Finalmente, la fuerza histórica de los procesos sociales y políticos del país se ha convertido en la razón de ser del referéndum en la medida en que el debate y la evaluación ciudadana corresponden: primero, a la comparación del neoliberalismo y el proceso nacionalista indígena-campesino; segundo, a los avances, aportes, errores y limitaciones del gobierno en los últimos diez años de gestión; y tercero, a las proyecciones de Bolivia hacia el 2025.
Eduardo Paz Rad, Sociólogo y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.
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