México tiene un problema del cual pocos hablan, pero que afecta a lxs habitantes de pueblos y ciudades a lo largo del país: hay una plaga de millonarios del agua.
Los “millonarios del agua” son usuarios privados que cuentan con concesiones de un millón de metros cúbicos o más de agua al año, según los pioneros en el tema, Wilfrido A. Gómez-Arias y Andrea Moctezuma. Los millonarios del agua controlan casi la cuarta parte de todo el líquido destinado al consumo en México. En Sonora, estado norteño que comparte su nombre con uno de los desiertos más grandes y calurosos del planeta, acaparan el 69 por ciento.
En Hermosillo, capital del estado, estos actores tienen tal poder que han consolidado un enorme complejo agroindustrial en el desierto que sostienen con agua extraída del río Yaqui, lejos en la sierra. Hermosillo tiene una población de 970 mil habitantes, y cuenta con 570 millones de m³ de agua concesionada al año, lo cual significa que no debería haber escasez.
Pero desde hace tiempo, Hermosillo no alcanza a cubrir su demanda de agua con sus pozos subterráneos ni con el río que lo atraviesa y que da su nombre al estado. Los habitantes de la ciudad viven una falta de abasto mientras la agroindustria lo tiene garantizado. El tema de la escasez es uno de los más recurrentes en la conversación de la ciudad, sobre todo en el verano, cuando las temperaturas rebasan los 40°centígrados. Hace dos días la ciudad alcanzó su máximo historico, 49.5° centígrados. El agua es vida y más en el desierto, donde se agudiza la desigualdad hídrica.
El 79 por ciento del agua hermosillense está en manos de la agroindustria, la actividad económica de los millonarios del agua de la capital. Patty Boijseauneau, de la Universidad de Sonora, los ha identificado: son 31 actores empresariales —entre conglomerados, familias e individuos— que acaparan 68 por ciento del agua del municipio.
Hermosillo alcanza hasta la costa pacífica, donde esta oligarquía agrícola produce hortalizas y frutas como uva, melón, sandía y papaya, obteniendo ganancias millonarias. En los hechos, esta producción subsidia el agua en estados como California o Arizona, donde compran productos agrícolas sonorenses a buen precio sin tener que poner ellos una sola gota de agua.
Entre los 31 millonarios del agua en Hermosillo sobresale una hermética federación de empresarios medianos y grandes: la Asociación de Usuarios del Distrito de Riego Nº 051 Costa de Hermosillo A.C., mejor conocida como ASUDIR 051. Por sí solo, este actor acapara más de la mitad de toda el agua concesionada en el municipio. En contraste, Agua de Hermosillo, el organismo público operador de agua potable que abastece a los hogares capitalinos, cuenta con 78 millones de m³, o sea, solo 13 por ciento de toda el agua municipal.
Para enfrentar el desabasto de agua para los residentes de Hermosillo en el 2013, se levantó el controvertido Acueducto Independencia. Esta obra trae agua a la capital desde la Presa El Novillo, 150km al este. La presa fue creada para almacenar el agua del río Yaqui, que abastece a Cd. Obregón y al pueblo yaqui.
En beneficio de la poderosa agroindustria hermosillense, y a pesar de las protestas de yaquis y obregonenses‚ se canceló o postergó el desarrollo económico del sur del estado de Sonora. Y aun así falta agua en la capital.
¿Bienestar sin agua?
La propaganda oficial sostiene que México salió de la oscuridad y que hemos entrado a una nueva era llena de bienestar. La realidad es menos heroica: el neoliberalismo ha continuado, incluso excedido en varios aspectos. La Presidencia de México sigue protegiendo y reproduciendo el neoliberalismo, aunque desde el 2018 niega hacerlo. La brecha entre lo que se dice y lo que se hace desde el poder se ha ampliado con el partido Morena.
Respecto al agua, los problemas permanecen.
Los millonarios del agua que produjo la neoliberalización mantienen sus privilegios intactos, al grado que es posible hablar de una privatización de facto. Legalmente, la nación es dueña del agua que controlan; en los hechos, ya son sus verdaderos dueños y señores. A plena luz del día y a la vista de todos. ¿Será mejor llamarlos hidrocaciques?
Un cacique controla un recurso; un burgués, es su dueño legítimo según la ley. La línea que separa uno de otro puede ser tenue. En México, por ejemplo, legalmente ningún individo es dueño del agua, del petróleo o de una mina. Según la Constitución, los recursos hídricos y mineros son propiedad de la nación, la cual puede “conceder” su usufructo a algún privado. Sin embargo, especialmente en ciudades como Cananea o Nacozari (ambas en Sonora), todos saben que las minas de cobre sí tienen dueños, como el mega conglomerado empresarial Grupo México. En el caso de la industria minera, el régimen de la “concesión” es una formalidad burocrática y nada más.
Así con el agua, cuyo régimen de concesión ha generado sus millonarios: caciques convertidos en burgueses, que operan como empresarios respetables en el mercado internacional.
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