El trío Orishas regresa a la primera fila musical con un tercer disco llamado El kilo. «Es una síntesis entre el primero y el segundo, A lo cubano y Emigrante. Guarda la parte rítmica, negra y calurosa que tenía el primero y del segundo tiene esta parte melódica y bonita», asegura Roldán G. Rivero, 32 […]
El trío Orishas regresa a la primera fila musical con un tercer disco llamado El kilo. «Es una síntesis entre el primero y el segundo, A lo cubano y Emigrante. Guarda la parte rítmica, negra y calurosa que tenía el primero y del segundo tiene esta parte melódica y bonita», asegura Roldán G. Rivero, 32 años, un componente del grupo, que forma junto a Yotuel R. Manzanares, Guerrero, de 27 años, e Hiram R. Medina, Ruzzo, de 31 años. El álbum lo han registrado un poco a salto de mata en Lieja, Madrid y París y ahora aparece simultáneamente en más de veinte países europeos.
El kilo es un disco francamente viajero para un grupo que, como confiesan sus componentes, «está condicionado por la forma de vida que tenemos. Nosotros viajamos demasiado. Gracias a Dios y a nuestro esfuerzo tenemos mucho trabajo en todo el mundo, y donde nos coja la noche, ahí nos ponemos el abrigo. En cuanto tenemos una semanita libre cogemos un estudio, así que igual tanto sitio distinto nos da cierto matiz a la hora de componer los textos».
Más comprometido en cuanto a textos que sus dos primeros discos, El kilo, que toma su nombre del modo en el que en el argot cubano se conoce el céntimo de la moneda nacional, es hip-hop simple en el que existe un cuidado equilibrio entre la ortodoxia del género y las raíces cubanas del trío. Acerca de esto explica Roldán: «Nos planteamos un coproductor norteamericano para que la gente no siga hablando mierda de nosotros: que si somos rap, que si somos más cubanos… Nosotros siempre hemos tenido intención de equilibrar cada vez más la parte de rap con la de música cubana. La segunda la ponemos nosotros, así que la primera que la pongan ellos…».
El pan caliente
Las letras del disco están escritas directamente en el estudio o, como lo define Roldán, «como el pan cuando sale caliente. Cogemos el tema del que vamos a hablar, después oímos la música y ahí empezamos. Distribuimos los compases entre los tres y buscamos un coro que nos guste. Es una manera egoísta de trabajar, pero es que en el estudio no está el público. En el estudio el artista es igual de egoísta que el pintor cuando pinta un cuadro». Y en cuanto a la temática, el grupo pone el ojo en la realidad que ahora observan aquí en Europa, donde viven: «La calle, que es un tema que habla de la situación social aquí en Europa, de los mendigos, los sin abrigo. Cuando me vine para aquí pensaba que esto era un paraíso, pero al llegar te cambia la visión. No solamente acerca de Europa. Yo en concreto amo mucho más a Cuba desde que vivo aquí. Ya reza el dicho: ‘Uno no sabe qué es lo que tiene hasta que lo pierde’. Las cosas que veo en Francia o en España, yo que sé, en países ricos en los que se supone que la vida puede ser más fácil, donde debería haber menos desempleo y la gente ser más feliz, no las veo en Cuba. Así que miras a Cuba y piensas: ‘Allí todavía somos reyes, caballero», añade Roldán.