Hace 40 años, en el verano del año 1982, dos estudiantes de los institutos Egara (Terrassa) y Pau Vila (Sabadell), Maite y Jordi eran sus nombres, descubrieron el fósil VM-0, que, conocido como ‘hombre de Orce’, iba a revolucionar la historia de la paleoantropología. El artífice de todo eso, de la renovación de la paleoantropología y de una forma diferente de hacer ciencia, fue el doctor José Gibert Clols, quien llevaba trabajando sobre el terreno de Orce desde el año 1976.
En septiembre de 1976 una expedición del Institut Paleontològic de Sabadell, dirigida por el doctor Gibert e integrada por Narcís Sánchez y Jordi Agustí, descubrió, en el transcurso de un prospección por la región de Orce (Granada), el yacimiento de Venta Micena. Los descubrimientos realizados en el transcurso de esa primera excavación animaron al doctor Gibert a proseguir la investigación en esa región, lo que le llevó a descubrir la importante secuencia estratigráfica del Barranco León.
En el año 1982, en el transcurso de una expedición veraniega en la que participaron alumnos y alumnas de los institutos Egara (Terrassa) y Pau Vila (Sabadell), se excavó de nuevo el yacimiento de Venta Micena. Fue en el transcurso de esa excavación cuando se descubrió el fragmento craneal VM-0, que tenía una importante costra calcárea adherida en su parte interior, por lo que se procedió a una detallada limpieza. Una vez concluido el trabajo de limpieza, el fragmento VM-0, así como el conjunto faunístico asociado y la geología del terreno, fueron objeto de un estudio que se publicó en mayo de 1983 en un número especial de la revista Paleontologia i Evoluciò, del Institut Paleontològic de Sabadell, titulado Presencia de Homo sp. en el yacimiento del Pleistoceno inferior de Venta Micena (Orce, Granada), de la autoría de José Gibert, Jordi Agustí y Salvador Moyà.
Este importante descubrimiento obligó a un replanteamiento de las investigaciones en la región a partir del verano de 1983; así, bajo la dirección de José Gibert, entre los años 1983 y 2007 -año de su prematura muerte-, se puso en marcha un proyecto de investigación científica que modificó el viejo paradigma de la evolución humana y sentó las bases del paradigma científico actual [1].
‘Hombre’ a pesar de todo: el desarrollo de numerosas líneas de investigación y la formación de un equipo multidisciplinar matricial
El material recuperado en Venta Micena en el transcurso de la excavación de 1982 (numerosos restos fósiles de un número bastante alto de taxones diferentes, entre ellos un humano) anunciaba un ingente trabajo de investigación, pues había que estudias el resto humano, el material faunístico y la geología y determinar la edad del yacimiento. En ese momento solo había dos posibilidades:
- una, llamar a las puertas de un centro de investigación de reconocido prestigio internacional; o,
- dos, poner en marcha un proyecto de investigación con gente joven, organizado horizontalmente y desde un centro de investigación ‘local’.
Gibert optó por la segunda: dirigir, desde el Institut Paleontològic de Sabadell, un equipo integrado por profesionales de la geología, la paleontología y la anatomía humana que tuviesen suficiente autonomía entre sí para tomar decisiones autónomas. El estudio del resto humano fue una tarea asumida por Domènec Campillo; Gibert asumió la dirección del equipo de geología y el de paleontología. Los frutos de esta forma de trabajar, absolutamente innovadora, dieron sus frutos con la publicación de la monografía de mayo de 1983: Presencia de Homo sp. en el yacimiento del Pleistoceno inferior de Venta Micena (Orce, Granada), subscrita por los tres investigadores principales: José Gibert (coordinador), Jordi Agustí (especialista en micromamíferos) y Salvador Moyà (especialista en macromamíferos).
Los conclusiones de esa investigación inicial fueron demasiado rupturistas para la ortodoxia científica controlada en aquellos años por el matrimonio De Lumley, por eso, su primera reacción fue la de incorporar a los jóvenes investigadores sabadellenses a incorporarse a su amplio equipo de colaboradores, lo que hicieron, trasladándose a Marsella para poder comparar el resto humano con otros restos procedentes del Turkana y de Java. No obstante, debido al interés que podría tener el estudio del endocráneo fosil de un representante del género Homo tan antiguo, entre octubre de 1983 y abril de 1984 procedieron a la limpieza de la costra endocraneal. El resultado de esa limpieza fue el descubrimiento de una pequeña cresta sagital endocraneal; al comunicar ese nuevo descubrimiento a M.A. de Lumley, la reacción no se hizo esperar: el resto craneal no podía ser humano, ¡era más fácil borrar del mapa un fósil incómodo que revisar todo el viejo paradigma y rehacer un nuevo modelo dispersivo y evolutivo!
A partir de ese momento se establecieron las nuevas líneas de investigación, que en síntesis son las siguientes:
- reconocimiento de la presencia antrópica en el yacimiento de Venta Micena, lo que significa poner en marcha varias líneas de investigación:
- estudio del fragmento craneal VM-0 desde diferentes perspectivas:
- estudio anatómico del propio fragmento, identificando diferentes rasgos anatómicos diferentes (suturas, curvatura, impresiones digitales endocraneanas…);
- estudio de anatomía comparada con otros mamíferos (e incluso reptiles, porque hubo quien propuso que era una tortuga), incluyendo el uso de metodologías innovadoras, como el uso de la geometría fractal para analizar las suturas;
- estudio paleoinmunológico, lo que en ese momento (1984) era absolutamente novedoso (hubo quien ridiculizó esa técnica de investigación como ‘ciencia esotérica’ y ‘ciencia patológica’);
- detección de nuevos restos fósiles humanos que permitiesen documentar la presencia humana en el yacimiento;
- estudio de la acción antrópica, principalmente, siguiendo cuatro líneas de trabajo:
- estudio de la industria lítica recuperada en la región de Orce;
- estudio de las estrías de descarnación;
- estudio de las fracturas óseas; y,
- estudio de la distribución espacial del material recuperado con el objeto de analizar diferentes asociaciones de material lítico-faunístico o patrones de distribución de materiales faunísticos;
- estudio del fragmento craneal VM-0 desde diferentes perspectivas:
- caracterización de la fauna, tanto para identificar ecosistemas, como para contribuir al conocimiento de la evolución paleontológica de los diversos taxones;
- determinación de la geología y de la sedimentología, para profundizar en el conocimiento del ecosistema y de la evolución del paisaje; y,
- establecimiento de una correcta cronología, para lo que se pusieron en marcha diferentes procedimientos, entre ellos el paleomagnetismo.
Obviamente, todo eso pasaba, además, por:
- primero: avanzar en el trabajo de excavación en el yacimiento de Venta Micena;
- segundo: prospectar la región de Orce en busca de nuevos yacimientos; y,
- tercero: realizar prospecciones geológicas con la finalidad de identificar la geología de la región y establecer una correcta secuencia estratigráfica y cronológica.
Para realizar esos trabajos obviamente era necesario contar con un amplio equipo de investigadores y colaboradores, para lo que Gibert desarrolló dos estrategias paralelas:
- una, buscar colaboradores que pudiesen asumir algunas de las áreas de investigación con quienes mantendría una estrecha colaboración, pero respectando su absoluta autonomía (ese fue el caso de Enrique García Olivares y Domènec Campillo en un primer momento y más tarde de Gary Scott o Bob Martin); y,
- dos, la formación de personal investigador bajo su propia dirección, aunque en ocasiones estableció acuerdos de colaboración con terceros.
Así, bajo su dirección se formaron decenas de jóvenes investigadores que gracias a su forma de entender la ciencia pudieron estudiar el material paleontológico o lítico para realizar sus tesinas de licenciatura y/o sus tesis de doctoramiento (Chelo Jiménez, Rossana Caporicci, Florentina Sánchez, Francesc Ribot…, y quien esto escribe).
Además, siempre favoreció el acceso a la investigación del material recuperado en Orce a cualquier equipo que mostrase interés en su estudio; así, después del Congreso Internacional de Orce (1995), fueron numerosos los investigadores que desde diferentes disciplinas mostraron interés por estudiar el material de Orce: Vera Eissemann, Derek Roe…
En definitiva, Gibert fue un científico excepcional que supo:
- primero, organizar y dirigir un equipo de trabajo multidisciplinar de forma radicalmente innovadora, ya que cuando las estructuras habituales de organización eran jerárquicas, él desarrolló un modelo matricial, favoreciendo la autonomía y la horizontalidad;
- segundo, promover el desarrollo de diferentes líneas de investigación, muchas de ellas novedosas en el momento en que se realizaron (paleoinmunología, matemáticas fractales…), que, como veremos en el punto siguiente, hicieron posible una profunda renovación del modelo de dispersión de los primeros humanos y de especiación; y,
- tercero, estimular el interés por la investigación científica entre estudiantes de bachillerato y universitarios, facilitando entre otras cosas el acceso de esas personas a la investigación científica.
El significado del ‘hombre de Orce’: un nuevo paradigma en la paleoantropología
En el año 1983, cuando se publica la primera noticia científica del descubrimiento del ‘hombre de Orce’, el ‘discurso’ sobre la evolución humana y, particularmente, sobre la presencia humana en Eurasia se puede sintetizar de la siguiente manera:
- el género Homo se forma y evoluciona en África oriental hace aproximadamente 1,8 M.a.;
- los descendientes de ese primer humano, Homo erectus, ‘conquistan’ o ‘colonizan’ (esos eran los términos empleados) Europa hace 0,5 M.a.
El descubrimiento del ‘hombre de Orce’, cuya edad propuesta en ese momento lo situaría en una edad superior al millón de años, obligó a reformular el modelo, algo a lo que no todo el mundo estaba dispuesto -sobre todo si esa reformulación significaba revisar todo el trabajo de una vida dedicada a la investigación-. Además, hay que tener en cuenta que, a pesar de que el descubrimiento obligaba a repensar el modelo general de la evolución humana, los investigadores centrados en África oriental, hasta bien entrados los años noventa, mostraron un absoluto desinterés por lo que pasaba fuera de África.
A partir del año 1984, cuando estalló la polémica sobre la humanidad del ‘hombre de Orce’, los esfuerzos de Gibert y su equipo de investigación tuvieron que centrarse principalmente en demostrar la humanidad del fragmento craneal VM-0 y en responder a todas las críticas recibidas (la antigüedad, la formación del yacimiento, la industria lítica y las evidencias de la acción antrópica…) [2]. Por esa razón, se dedicaron muchas horas de investigación a demostrar siempre lo mismo, que los primeros resultados publicados por el equipo de Gibert eran correctos. No obstante, a pesar de que no siempre se podía avanzar en otras direcciones, gracias a esa necesidad de responder a las críticas hoy se tiene un mejor conocimiento de la escama occipital humana gracias a los trabajos de Campillo y su equipo o se avanzó en la aplicación de novedosas técnicas de detección de proteína fósil gracias a los trabajos de García Olivares.
En el año 2004, Gibert publica El hombre de Orce: los homínidos que llegaron del Sur, un libro en el que sintetiza todo el conocimiento producido a lo largo de más de 20 años de investigaciones que se pueden concretar en las siguientes tesis:
- en la región de Orce se sucedieron varios ‘paisajes africanos’, con presencia de abundante fauna (hipopótamos, rinocerontes, elefantes, hienas…) que habitaron diferentes ambientes: pantanosos, lacustres, de ribera de lago…;
- los yacimientos de la región de Orce, tras los trabajos de Luis Gibert, tienen una edad que oscila entre 1,6 M.a. (Fuente Nueva 1) y 1,2 M.a. (Fuente Nueva 3), mientras que la edad del yacimiento de Barranco del Paso rondan el 1,35 M.a., la de Venta Micena se sitúa en 1,3 M.a. y la del Barranco León 5, en 1,25 M.a.; .; y,
- en la región de Orce habitó un grupo humano no determinado, pero de tipo habilino, que eran carroñeros (competían con las hienas) y poseían una tecnología lítica del tipo olduvayense, así definida tras los trabajos de Alfredo Iglesias Diéguez.
Por otra parte, gracias a toda una serie de estudios tafonómicos, de la acción antrópica y de los oligoelementos presentes en los restos humanos, así como los resultados de la investigación del fragmento craneal -y de los restos humanos descubiertos después del año 1982-, se pudo concluir que los humanos que vivieron en el entorno del lago formaban un pequeño grupo que se refugiaba de los carnívoros en las colinas cercanas, de donde también procedía el sílex y las dolomías que utilizaba para conseguir carne de los animales que cazaban los grandes carnívoros compitiendo con las hienas; además, se pudo concluir que posiblemente una vez que el niño de Orce (tendría unos 7 años), una vez muerto fue devorado por las hienas (de hecho las piezas que se conservan son el resultado de la acción de esos carnívoros).
Asimismo, una vez que se pudo determinar con certeza la presencia en el sureste de la península ibérica de tipos humanos habilinos hace más de 1,3 M.a., el segundo foco de interés del equipo de Orce se centró en determinar la ruta de entrada de los homínidos que, como subtitulaba en su libro, ‘llegaron del Sur’; Gibert siempre recordaba que los europeos somos africanos de origen que entramos en Europa sin papeles. En este sentido, se establecieron las diferentes rutas de acceso a Eurasia y se demostró por diferentes vías la posibilidad de que los homínidos que llegaron de Europa lo hiciesen a través del estrecho de Gibraltar.
Paralelamente, ya en un momento tan temprano como el año 1992, Gibert advirtiera de que en el momento en que se formó la humanidad en África oriental coexistieron varias especies humanas inteligentes en el mismo tiempo y en el mismo espacio: Homo habilis, Homo ergaster-Homo erectus y Homo rudolfensis. Además, al establecer las vías de dispersión de los primeros humanos y los mecanismos de especiación, Gibert y su equipo proponía -ya en los años noventa-, que los humanos que llegaron a Europa con una tecnología olduvayense se mantuvieron aislados y coexistieron -del mismo modo que pasó después con los neandertales-, con los nuevos humanos (erectus) que llegaron de nuevo de África con una tecnología achelense y, a diferencia de los primeros que eran carroñeros, ya eran cazadores.
Sus últimos trabajos, con los que estaba abriendo nuevas líneas de investigación, le llevaron a centrarse en la dispersión y diversificación de los primeros humanos; en la emergencia del lenguaje, el pensamiento y la conciencia a partir de las capacidades psíquicas de los homínidos prehumanos; en la evolución cultural de la humanidad y concretamente la transición olduvayense-achelense…; apuntando muchas de las propuestas que en la actualidad -en algunos casos 30 años después de haber sido formuladas por primera vez por Gibert-, son consideradas correctas y son comunmente aceptadas por la mayoría de la comunidad científica internacional.
Notas
[1] Para profundizar en la historia de estas investigaciones y en las polémicas abiertas en torno a ellas, se pueden consultar los siguientes artículos:
- Gibert, J. (2004): El hombre de Orce: los homínidos que llegaron del Sur. Córdoba: Almuzara.
- Iglesias, A. y Gibert, J. (2003): ‘Orce (1976-2002): balance de veinticinco años de investigaciones sobre el poblamiento más antiguo de la Península Ibérica’. En Gallaecia (22, pp. 21-46).
- Iglesias, A. y Ribot, F. (2016): ‘El hombre de Orce: un fósil incómodo. Historia de una polémica recurrente’. En Ribot, F. (coord.): Homenaje al Dr. José Gibert Clols: una vida dedicada a la ciencia y al conocimiento de los primeros europeos, pp. 57-71.
[2] Entre otras, se difundieron las siguientes ocurrencias sobre el material descubierto y publicado en Orce por el equipo de Gibert:
- sobre el resto humano VM-0 se ha dicho que era de un équido, de un bóvido, de una tortuga…;
- sobre el yacimiento de Venta Micena se ha dicho que era un cubil de hienas;
- el material lítico alóctono procedente de los yacimientos de Venta Micena y Barranco del Paso fue ignorado o destruido;
- la disposición diferencial de los restos óseos en el yacimiento de Venta Micena fue interpretada como el resultado de grandes riadas que, entre otro material, arrastrarían el material lítico alóctono…
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