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El “internacionalismo” de los crímenes dictatoriales

Fuentes: Rebelión

Un libro que echa luz sobre el entramado internacional puesto al servicio de las acciones de “contrainsurgencia”, con el punto de atención en nuestro país y una mira puesta en el vértice instalado en Estados Unidos.

«Asesinos sin fronteras: la CIA, el Batallón 601 de Inteligencia y las operaciones internacionales del Estado Terrorista argentino: el caso Molfino»

Eduardo Luis Duhalde

Témperley. Tren en movimiento. 2021

560 páginas.

El libro que nos ocupa tiene carácter póstumo. A la muerte de Eduardo Luis Duhalde quedaron inconclusos los borradores de esta obra. Años después de su fallecimiento fueron ordenados, completados y ahora publicados por un grupo de personas que puso los borradores en condiciones de llegar a un público amplio.

El núcleo inicial de este estudio fue el tratamiento minucioso del secuestro en Lima y asesinato en Madrid de Noemí Giannetti de Molfino, progenitora de una desaparecida e integrante de las Madres de Plaza de Mayo. Una operación criminal llevada a cabo durante 1980 por agentes de la dictadura argentina.

La relevancia del caso tiene relación con que constituye un ejemplo cabal de la expansión internacional del terrorismo de Estado, que podía actuar en diversos países, contando con la participación activa o al menos el silencio cómplice de fuerzas armadas y policías locales.

Duhalde decidió en el transcurso de su escritura no limitarse al análisis particular del caso, sino contextualizarlo con las acciones estadounidenses en pro del terrorismo de Estado en nuestro país y en otras latitudes de América Latina.

También se ocupa in extenso de la conformación y accionar del Batallón de Inteligencia 601 del ejército argentino, una de las unidades militares con mayor presencia en la represión ilegal, y protagonista directa del crimen que tuvo a la señora de Molfino como víctima.

El “internacionalismo” de los genocidas.

Como es sabido, el autor no se acercó a su objeto de estudio desde un interés académico sino a partir de su proficua y prolongada actuación en la defensa de los derechos humanos. Esa trayectoria incluyó su período de exilio en España. Organizador por entonces de la Comisión Argentina de Derechos Humanos (CADHU), le tocó involucrarse de modo directo en la denuncia de los crímenes dictatoriales en general y en este caso en particular.

En el capítulo que se refiere a la actuación estadounidense se repasan las andanzas tanto de la Central de Inteligencia norteamericana (CIA) como de la agencia antidrogas (DEA). Asimismo hay referencias al involucramiento de agentes franceses en la represión. Desde la preparación de golpes cívicomilitares, el entrenamiento de torturadores, hasta los esfuerzos desplegados en la captura y asesinato del Che, son tratados en pasajes de esta sección de la obra.

No sólo se ocupa de los actos violentos, sino asimismo de la oscura estela de negocios ilegales que los represores realizaban al amparo de su aparente impunidad.

En la parte dedicada al batallón 601 se encuentra una reconstrucción de las acciones de esta unidad especializada. El batallón cumplió un papel clave en operaciones como la desarticulación de la “contraofensiva” de Montoneros. Y asimismo tuvo protagonismo en el desarrollo del emprendimiento internacional para el hostigamiento del gobierno sandinista y el combate contra las guerrillas en otros países de Centroamérica.

Militares de inteligencia argentinos se establecieron en Honduras para realizar estas acciones bajo dirección norteamericana. Fueron estos servicios en lo que algunos creían una “tercera guerra mundial” contra el comunismo los que forjaron la ilusión de que la dictadura argentina se había convertido en una aliada dilecta de los EE.UU. Y que la primera potencia mundial los podría apoyar en iniciativas como la ocupación de Malvinas.

Es sabido como terminó esta historia, los militares de nuestro país fueron tratados con el desprecio que se le otorga a una tropa de mercenarios indisciplinados. Pese a ello cumplieron su triste papel de fuerza de choque al servicio del poder imperial.

El tratamiento del secuestro y asesinato de Molfino toma particular relieve por constituir una muestra singular de colaboración internacional de fuerzas represivas. Las ramificaciones de la trama abarcan a Perú, Bolivia, Brasil y España, además de Argentina.

A partir del secuestro de tres argentinxs en Lima, se desenvuelve el armado para trasladar a la única sobreviviente a España, para ultimarla allí. Resultan elocuentes el cinismo y la crueldad que despliegan en la acción fuerzas que ya habían tenido oportunidad de colaborar en el entretejido de crímenes internacionales. Como por ejemplo el asesinato del expresidente boliviano Juan José Torres en nuestro país.

Lo inusitado en esta ocasión es la participación de los servicios secretos de tantos países en esta acción de represión clandestina. Esta vez la red llega hasta Europa, a través de la policía española, que hace su parte en procura de que se creyera que la secuestrada había llegado en condiciones de libertad a España. Y que el asesinato pasara por una “muerte natural”. Una vez más quedan en evidencia los aspectos sombríos de la tan elogiada “transición española”.

Un trabajo de décadas.

El conjunto del libro echa luz en torno a una amplia gama de instigaciones y complicidades activas, que contribuyeron a dar mayor fuerza y siniestra eficacia al plan genocida que se desplegó en Argentina. El ensañamiento desplegado en la repetida secuencia secuestro-tortura-asesinato se multiplicó por miles en el accionar de fuerzas empeñadas en arrancar de raíz a los cuestionadores del orden social capitalista.

El autor ha puesto en juego un vasto conjunto de documentos. Algunos de ellos son citados a lo largo de la narración y otros son reproducidos íntegros como anexos de la obra. Entre estos últimos se incluye amplia documentación acerca de la CADHU. La siguen las conclusiones de un informe del Archivo Nacional de la Memoria sobre el batallón 601. Y hasta la propia voz de los criminales, a través de un informe acerca de Montoneros.

Duhalde, ya en la primera mitad de la década de 1980, fue el autor de un libro iluminador, El Estado terrorista argentino. Allí apuntó a un panorama global acerca de la criminalidad dictatorial. Esta vez se orientó a un repaso de la misma infame conjunción de fuerzas. Lo que varía en esta ocasión es que al reconstruirse una acción en particular, se facilita la comprensión de las diversas piezas puestas en juego.

Todo el trabajo puede ser tomado como parte del legado de una figura que, desde los tempranos días de su colaboración con el asesinado Rodolfo Ortega Peña, puso sus virtudes de abogado, historiador y periodista al servicio del esclarecimiento de los actos de barbarie cometidos desde el poder, a satisfacción de los grandes intereses nacionales e internacionales.

Esta publicación, varios años después de su muerte, acerca evidencia de la empecinada continuidad de Duhalde en las investigaciones indispensables para llevar a la luz pública la tenebrosa urdimbre del terrorismo de Estado.

Más allá de discrepancias que puedan existir con algunos tramos de su actuación pública, cabe sobre todo el reconocimiento agradecido a un representante de toda una generación que puso en juego sus esfuerzos para que los crímenes dictatoriales no queden impunes.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.