El MAS de Evo Morales (todavía en el exilio) ha ganado las elecciones de Bolivia con una amplia mayoría absoluta. Un año después de un golpe de Estado blando de los que se artimañan desde el exterior y con la complicidad de los medios de comunicación.
Lo analizo detenidamente en el libro “Fascismo mainstream. Periodismo, conspiraciones, algoritmos y bots al servicio de la extrema derecha”. Aquí, un bocado: “A principios de abril de 2020, la Policía Nacional española anunció que existían más de un millón y medio de cuentas falsas destinadas a generar desinformación sobre la Covid-19 en las redes sociales.
Según publicó Eldiario.es, el golpe de Estado para expulsar a Evo Morales del gobierno de Bolivia, que a la postre le forzó a abandonar el país, estuvo apoyado por una campaña de lavado de imagen en redes sociales dirigida al resto de la comunidad internacional. La maniobra se valió de decenas de miles de cuentas de Twitter creadas en apenas dos semanas (más de 23.000 dadas de alta entre los días 11 y el 12, inmediatamente después de la salida de Morales de la capital) que se usaron para aumentar la sensación de apoyo a los líderes opositores, atacar al exmandatario y ayudar a propagar desinformación sobre él en otros países. Jeanine Áñez llegó a la presidencia pese a su escaso apoyo electoral. Su mandato, a priori técnico, acabó convirtiéndose en una escenificación de una ideología ultraderechista cimentada en la ortodoxia religiosa. Rápidamente reconoció a Juan Guaidó como presidente de Venezuela, expulsó a los diplomáticos de dicho país y de Cuba y aprobó un decreto que suponía una licencia para matar en manos de las fuerzas de seguridad contra los manifestantes.
The Washington Post publicó un completo estudio en el que se demostraba que no existían apoyos estadísticos para afirmar que hubo un fraude electoral que justificase el golpe de Estado. El Instituto de Tecnología de Massachusetts (especializado en procesos electorales) afirmó que la Organización de Estados Americanos (OEA) utilizó una metodología “experimental y poco ortodoxa” para acusar a Morales de fraude electoral. Es importante recordar que el secretario general de la OEA, Luis Almagro, contó con el apoyo activo de Donald Trump para su reelección al frente de un organismo, que recibe el 60 % de su financiación procedente de Washington. Para las elecciones de ayer, la OEA envió a los mismos dirigentes que hablaron de fraude hace un año, lo que se consideró una provocación.
Los escándalos de corrupción, pese a la interinidad, se sucedieron en los meses siguientes y tras una denuncia de un medio de comunicación y del presentador de televisión Junior Arias (que recibió amenazas de muerte tras un artículo crítico con el ejecutivo), tanto la ONU como Human Rights Watch condenaron la actuación del Gobierno boliviano y solicitaron el cese inmediato de hostigamientos y amenazas contra periodistas críticos con el equipo de Jeanine Áñez. Con el paso de los meses se engarzaron dudosas acusaciones de terrorismo contra Morales por una supuesta llamada telefónica en la que incitaba a la revuelta. Human Rights Watch exigió en septiembre de 2020 que se le retirasen los cargos de terrorismo al considerarlos “desproporcionados” y denunció que el gobierno de Áñez “ha presionado de forma pública a fiscales y jueces para que actúen de manera favorable a sus intereses, resultando en más de 150 investigaciones penales por delitos de sedición o terrorismo contra partidarios de Morales y personas vinculadas con su Gobierno”.
El golpe blando se sustentó en una continua campaña de difamación contra el movimiento político de Evo Morales, llegando incluso a denunciar al expresidente por supuestamente mantener una relación secreta con una menor de edad. Sin embargo, la chica denunció después públicamente que había sido obligada a realizar las declaraciones bajo maltrato de la policía: “He sido víctima de acoso policial, eran varios policías que en todo momento me tildaban de mentirosa, me insultaban, me decían malas palabras, se reían de mí, me decían: ‘di que eres chica de Evo, que viajaste a México y Argentina’”. A pesar de dicha revelación, periódicos como El Mundo publicaron la información contra Evo Morales días después. Manipula que algo queda.
Facebook borró por entonces numerosas páginas de la consultora norteamericana CLS Strategies, que difundía noticias falsas para favorecer a la derecha en México, Venezuela y Bolivia. El entramado desinformativo había invertido alrededor de 3’6 millones de dólares en publicidad en la red social.
El domingo, 18 de octubre, el pueblo de Bolivia volvió a ofrecer su apoyo al MAS, el Movimiento al Socialismo. De forma abrumadora. Mal momento para el fascismo mainstream, que la pasada semana vio como se condenaba a los dirigentes de Amanecer Dorado en Grecia, se diluyó su potencial en Austria (uno de sus bastiones) y prevé la derrota de Trump.