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El «modelo económico» en el debate electoral

Fuentes: Rebelión

Son dos economistas los candidatos a vice en las formulas presidenciales que encabezan las encuestas hacia las elecciones de renovación presidencial de la Argentina en octubre del 2011. Amado Boudou, el actual Ministro de Economía acompaña a Cristina Fernández, la actual mandataria en la fórmula del oficialismo. Javier González Fraga hace lo propio con Ricardo […]

Son dos economistas los candidatos a vice en las formulas presidenciales que encabezan las encuestas hacia las elecciones de renovación presidencial de la Argentina en octubre del 2011.

Amado Boudou, el actual Ministro de Economía acompaña a Cristina Fernández, la actual mandataria en la fórmula del oficialismo. Javier González Fraga hace lo propio con Ricardo Alfonsín, el candidato de la oposición mejor posicionado a la fecha. Una primera discusión, basada en los antecedentes de ambos candidatos es interrogar sobre cuán lejana es la concepción del desarrollo económico que ambos sustentan. El Ministro se formó en la liberal CEMA, centro de enseñanza del «mainstream» de los 90´ y militó en la agrupación de la derecha universitaria vinculada al clan Alsogaray. El segundo del radical Alfonsín fue presidente del BCRA en tiempos de Menem. Ambos muestran antecedentes que los asocian a la lógica capitalista, que ahora, en tiempos de crisis, se manifiesta como política económica donde predomina la intervención estatal.

Conviene señalar, también, que la política económica de estos tiempos no parece llevar el nombre del titular de la cartera económica, tal como ocurrió con los emblemáticos Martínez de Hoz (1976-1981) en tiempos de la dictadura genocida, o con Cavallo durante la convertibilidad del menemismo (1991-96) , o la gestión De la Rúa (2001). Bajo la presidencia de Néstor Kirchner y aún en vida durante la gestión de Cristina Fernández se aludía al timón económico en manos del ex presidente. Todo indica que en el próximo periodo, las decisiones seguirán en manos de quien ejerza la titularidad del poder ejecutivo.

El «modelo» es defendido en cada acto oficial, tal como ocurrió el viernes 1 de Julio pasado en el cierre de las Jornadas Monetarias y Bancarias 2011, organizadas todos los años por el BCRA. Desde la oposición sistémica es poco lo que se conoce en materia de política económica, más allá de algunas posiciones relativas al manejo del tipo de cambio o a las retenciones. No es que sean temas menores, pero las modificaciones que se sugieren en el debate cotidiano no modifican esencialmente la estructura productiva y de relaciones sociales que definen el funcionamiento del capitalismo en el país. Nuevas devaluaciones fortalecerán una distribución regresiva del ingreso, del mismo modo que lo haría la eliminación o reducción de las retenciones a las exportaciones de productos primarios; afectarían las cuentas fiscales retrayendo el gasto social si es que se privilegian los cumplimientos de compromisos de la deuda pública. Lo que pretendemos señalar es que el funcionamiento esencial del modelo productivo o de desarrollo no está en discusión, por lo menos entre las dos fórmulas presidenciales que encabezan las preferencias, siempre según las consultoras de opinión.

El «modelo»

El crecimiento y la distribución del ingreso son los ejes del «modelo» en Argentina, según sostuvo Cristina Fernández en su alocución en las Jornadas del BCRA, al decir que «No se puede crecer en forma sostenida si se profundiza la desigualdad» [2] , siendo ambos aspectos, la evolución cuantitativa de la economía, como los indicadores de igualdad o desigualdad, un problema difícil de evaluar ante la ausencia de estadísticas creíbles. En rigor, la evaluación resulta de intuiciones y valoraciones conceptuales sobre el rumbo de la política y la economía.

El interrogante remite a la economía que viene, aunque resulta previsible imaginar pocos cambios en la orientación de la política del gobierno si continúa el FpV, y en nuestra hipótesis, también si hubiera sorpresa con Alfonsín (no pareciera). Afirmamos una tendencia a la continuidad, de cara a los recurrentes balances realizados por el sentido de la gestión iniciada en mayo del 2003. Así surge del balance realizado por la Presidenta en las Jornadas del BCRA y en cuanto evento nacional o mundial participa. No es distinta la actitud de Boudou.

Veamos por donde pasa el «modelo». No existe discusión sobre las principales ramas de la producción que explican el crecimiento, asentado principalmente en la industria automotriz, la construcción y la inserción internacional como país exportador de materias primas, especialmente soja y productos de la mega minería a cielo abierto. Como siempre hemos sostenido, la discusión debiera transitar sobre ese modelo productivo, recientemente sostenido por las autoridades en la reunión de Ministros de agricultura del G20 en París (Junio del 2011) y en la cumbre del Mercosur realizada en el Paraguay (Junio 2011), donde Boudou estrenó su candidatura ante la ausencia de la Presidenta. La llegada a la titularidad de la FAO de un brasileño, José Graziano Da Silva, ex Ministro de Lula y responsable del programa «hambre cero», con apoyo argentino, nos confirma la orientación de un rumbo en la defensa y promoción de la sojización a futuro, mal que les pese a los pueblos fumigados, a los agricultores familiares, o a los pueblos originarios. Es una tendencia estructural del desarrollo, no solo para la Argentina, sino para los países del Mercosur.

El tema de la desigualdad se las trae, más allá de la credibilidad o no en las cifras, ya que esa parece ser la política adoptada en toda la región latinoamericana.

Según informa la CEPAL, en su Panorama social de América Latina y el Caribe, con datos hasta el 2010, comentado en un interesante artículo sobre la política de transferencia de renta del gobierno Lula y comparativo con un panel de 12 países de la región, escrito por Reinaldo Gonzalvez [3] , en todos los países de América Latina disminuye la desigualdad con relación a la crisis de principio de siglo, encabezando el ranking, Venezuela, Perú y Brasil. Es curioso, pues simplificando la orientación gubernamental, nos encontramos con 3 gobiernos diferenciados en sus orientaciones de izquierda, de derecha y de centro izquierda, con lo cual, producto de lo ocurrido en las dos décadas previas, los 80´ y los 90´de empobrecimiento y conflictividad, todos los países aplican políticas sociales compensatorias, cuyos volúmenes de inversión apenas requieren de medio punto o menos del PBI, salvo Ecuador que supera el 1%. (Ver Cuadro I)

Una de las 10 conclusiones del articulista señala que «el imperativo de la gobernabilidad y la perpetuación en el poder son los determinantes principales de las políticas redistributivas en la región, independiente del modelo económico-político vigente en cada país; o sea, las políticas redistributivas son funcionales en la lucha por el poder político» [4] Nada indica, a la luz de estas consideraciones, cambios sustanciales en las políticas sociales de carácter compensatorio, sea quien sea el que gobierne, claro que sí, podría haber modificaciones en la gestión del conflicto, tal como puede anticiparse con el desalojo de los docentes santacruceños en la protesta frente al Ministerio de Trabajo de la Nación.

Cuadro I – Programas de transferencia de renta (CEPAL, 2010)

País

Programa

% s/PBI

Argentina

Asignación Universal x Hijo p/prevención social

0,20

Bolivia

Bono Juancito Pinto

0,33

Brasil

Bolsa Familia

0,47

Chile

Chile Solidario

0,11

Colombia

Familias en acción

0,39

Ecuador

Bono de Derecho Humano

1,17

Honduras

Programa de Asignaciones Familiares

0,24

México

Oportunidades

0,51

Paraguay

Telkoporá

0,36

Perú

Juntos

0,14

Uruguay

Asignaciones Familiares

0,45

Venezuela

Misiones (28 proyectos)

Sin dato

Fuente: Reinaldo Gonzalvez, «Reducción de la desigualdad en el gobierno Lula, análisis comparativo, 20 Junio 2011», con datos de Cepal, en Panorama Social de América Latina y Caribe, 2010 .

Pese a las políticas redistributivas, la región latinoamericana y caribeña, en donde se inserta nuestro país, sigue siendo un territorio de desigualdad importante, y según el PNUD [5] , entre los 5 países más desiguales del mundo figuran 4 latinoamericanos, Colombia, Bolivia, Brasil y Honduras. El país extra regional es Sudáfrica.

Para pensar y discutir

Insistamos en el tema de la credibilidad sobre las estadísticas nacionales, las que asume en pleno la CEPAL. Pero, más allá de los datos, lo que no aparece en la discusión electoral, por lo menos en las dos fórmulas presidenciales que encabezan las encuestas, y que son secundadas por economistas con antecedentes «liberales», es la estructura del funcionamiento del capitalismo local.

La asignatura pendiente es el debate sobre el modelo productivo y a partir de él organizar la distribución equitativa del ingreso. Hace falta discutir qué, cómo y para quién producir, base material de una estrategia de desarrollo a compartir con otros países en la región, generando una integración para la satisfacción de las necesidades populares. Ello supone la promoción de la soberanía alimentaria, energética, ambiental y financiera, constituyendo un rumbo de autonomía de las causales de la crisis capitalista.

¿Se puede intentar un rumbo autónomo del capitalismo en crisis? Es evidente que resulta compleja la respuesta desde la soledad de un país. Es un interrogante a resolver en forma compartida con otros países en la región, y requiere una fuerte convicción y voluntad política de un sujeto colectivo nacional y regional.

El problema es la ausencia o límites de la institucionalidad vigente para esa discusión. La Unasur o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, CELAC, contienen en su seno proyectos de desarrollo no convergentes, donde conviven objetivos favorables y críticos a la concepción del «libre comercio». Resulta auspiciosa la ausencia de EEUU en esta nueva institucionalidad regional, aun cuando el proyecto liberalizador por este sustentado sea parte de las convicciones de algunos actores de esa nueva institucionalidad.

En el camino de la gesta del bicentenario por la independencia y la emancipación de nuestramérica, renovar el objetivo, o si se quiere, el mito de la revolución, asume un desafío concreto de la imaginación para materializar otro mundo posible.



Julio C. Gambina es Doctor en Ciencias Sociales de la UBA. Profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la UNR. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP. Miembro del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO.

[2] http://www.presidencia.gov.ar ( Consultado el 2/07/11).

[3] Reinaldo Gonzalvez, «Reducción de la desigualdad en el gobierno Lula, análisis comparativo, 20 Junio 2011», con datos de Cepal, en Panorama Social de América Latina y Caribe, 2010 .

[4] Traducción de JCG, que en versión original dice: » o imperativo da governabilidade e a perpetuação no poder são os determinantes principais das políticas redistributivas na região, independente do modelo econômico-político vigente em cada país; ou seja, as políticas redistributivas são funcionais na luta pelo poder político».

[5] Citado por Reinaldo Gonzalvez en el artículo mencionado.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.