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Una fiebre ingobernable (Anagrama) refleja desde dentro la vida acelerada y poco convencional de los grupos antisistema de las calles de París, con la violación de la narradora como uno de los ejes

El mundo okupa irrumpe en la novela de la mano de Lola Lafon

Fuentes: La Vanguardia

La autora -que es una rockera balcánica- opina que «la literatura actual está dominada por los burgueses y los egocéntricos»

;El capitalismo no caerá solo, tenemos que ayudarle». «Rompemos vuestros escaparates porque vosotros rompéis nuestras vidas»… Difundir eslóganes antisistema, lanzar piedras contra las lunas de las tiendas de marca, huir de las porras y gases lacrimógenos de la policía, okupar casas, reventar actos ultraderechistas… Tras todas estas actividades, hay personas que sienten, luchan, aman, lloran e incluso crean. Una fiebre ingobernable, la primera novela de la francesa Lola Lafon, nacida en 1974, tiene -acaso como primera virtud- sacar a flote toda una realidad de personajes y escenarios que no suelen prodigarse en la literatura contemporánea. Lafon, cantante del grupo Leva, es una angry young woman que ha escrito un libro «lleno de ruido y de furia» -en palabras de su editor, Jorge Herralde-, para que, según explicaba ella ayer en el Instituto Francés de Barcelona, «lo lea todo el mundo, no sólo mis colegas okupas, sino aquellos que no entienden este fenómeno».

«El derecho a tomar la palabra en la literatura actual -opina Lafon, que vivió hasta los 14 años en Rumanía y ha transitado por los mismos lugares y actividades que sus personajes- ha sido confiscado por los hombres, los burgueses y los egocéntricos. Publicar este libro era para mí una necesidad, una urgencia y quería hacerlo en una gran editorial, para llegar a todo el mundo».

Reacia a hablar de su propia vida -«una vez se ha escrito algo en una novela, ha dejado de ser verdad para transformarse en ficción»-, reconoce que de no haber sufrido ella misma una violación, tal vez no hubiera escrito esta novela, «pero ya sabemos que en la vida hay detonantes que nos empujan a tomar buenas decisiones». Enfrentarse a la descripción de lo sufrido «era muy peligroso, porque podía rayar en la pornografía, así que he optado por centrarme en lo que queda en la cabeza de la víctima». Sobre otra violencia presente en la obra, la policial, afirma que «podría escribirse todo un tratado, así que he preferido simplemente apuntarla».

«El miedo es uno de los principales personajes del libro», cuenta esta joven autora, con una actitud lánguida que parece contradecirse con lo radical de sus escenarios. Lafon se queja de que «la crítica francesa ha recibido mi obra de manera caricaturesca, como si fuera una especie de manual del activista».

Admite, asimismo, que no lee «autores vivos de mi país, porque no habitamos el mismo mundo, yo prefiero extraviarme por los mundos de Nabokov, Sartre o Rimbaud».

Las partituras que aparecen en la obra corresponden a canciones reales de Leva, el grupo rock que Lafon encabeza y que mezcla el pop-rock electrónico con la tradición folklórica balcánica. Eso sí, habrá que esperar al otoño para poder comprar su primer disco, y escuchar así la banda sonora de la novela.