La historia entre los países de México, último reducto de Latinoamerica, y Estados Unidos, modelo apoteósico del primer mundo en el continente Americano y de un afán exacerbado de intervencionismo imperialista, ha estado por marcada por una ambigüedad y tensión constantes. Fuera de la idea ingenua de tratos igualitarios y respetuosos entre dos naciones independientes […]
La historia entre los países de México, último reducto de Latinoamerica, y Estados Unidos, modelo apoteósico del primer mundo en el continente Americano y de un afán exacerbado de intervencionismo imperialista, ha estado por marcada por una ambigüedad y tensión constantes. Fuera de la idea ingenua de tratos igualitarios y respetuosos entre dos naciones independientes y soberanas, la realidad es muy distinta. Es una relación inequitativa y desigual donde, generalmente, México, como estado y como pueblo, ha sacado la peor parte.
Sin duda, una de las manifestaciones físicas y de los íconos de las desiguales relaciones de la geopolítica entre México y Estados Unidos son las bardas y cercas fronterizas a lo largo de los más de 3,000 kilómetros de límite internacional entre estos dos países. Los muros no son sólo límites jurídico-geográficos, sino también se han vuelto símbolos socio-culturales que encarnan los diversos significados de la frontera: oportunidades económicas, xenofobía, discriminación, racismo, esperanzas de una vida mejor, entre tantas otras. En varias de las ciudades fronterizas del noroeste de México (Tijuana, Mexicalli, San Luís Río Colorado y Nogales, por citar las principales), «el muro», o «la línea», se han vuelto también parte constitutiva de la conformación urbana. La ciudad inicia o termina, según se vea, en el muro fronterizo, más que una mera división es un elemento ordenador de la vida cotidiana de buena parte de la población. Del otro lado, a unos metros, pasando o brincando la barda, está el ambiguo «norte». De un lado, el oropel de una imagen ficticia: su superabundancia económica y la tecnología de punta, su obsesivo consumismo, su cultura de escaparate y pantalla de televisión, con su eterna promesa de progreso y bonanza continua; es, además, el último obstáculo antes de la esperezan del «sueño americano». Pero, por otra parte, los claro oscuros son evidentes: la xenofobia selectiva, el racismo hacía aquellos que lucen diferente, la exclusión por no tener.
En este contexto, este testimonio visual pretende reflejar algunos fragmentos de la frontera física de uno de los límites internacionales con mayor flujo de personas y bienes del mundo. Las series fotográficas fueron realizadas en julio de 2008, en Tijuana, Baja California Norte, y mayo del 2010, en Nogales, Sonora . Alude al muro fronterizo como un emblema de la intolerancia y símbolo de los límites xenófobos, que hablan, a través de una ausencia aparente, de quienes -desde el sur, en México- cruzan fronteras en busca de una vida diferente, pero también de aquellos -en el norte, en EU- que cierran puertas y criminalizan a quienes son diferentes. La serie se compone de dos partes. La primera sección de fotos muestras diversos tramos del muro fronterizo entre la ciudad de Tijuana y San Isidro, (California, EU), muy próximo a la urbe de San Diego. El muro de metal fronterizo es resultado de la Operación Guardián por parte del gobierno de EU (1994) y cruza gran parte de la ciudad de Tijuana, desde el Océano Pacifico hasta la salida a la carretera Panamericana. El propósito de esta medida era frenar el paso de migrantes mexicanos sin documentos. Entre 1994 y el 2010 habían acontecido más de cinco mil muertes de mexicanos en su intento por cruzar la frontera. La mayoría de los migrantes van en busca de opciones laborales suficientemente remuneradas, oportunidades de trabajo que no encuentran en sus lugares de origen a lo largo de la geografía mexicana. Muchas de estas personas provienen de entornos rurales empobrecidos debibo a las políticas neoliberales en el agro y las crisis de la econmías campesinas, pero también hay un gran número de personas originarias de las áreas urbanas, especialmente de sectores de bajos recursos.
La otra sección de fotos corresponde a la porción desértica de la frontera internacional de la ciudad de Nogales, México y Nogales, Arizona, EU, particularmente la parte del muro fronterizo que está a unos metros de la estación migratoria. El desierto de Altar abarca parte del noroeste de Sonora y del suroeste de Arizona y ahora es una de las principales rutas de paso de migrantes sin visa hacia Estados Unidos. Esta es, actualmente, el área donde más muertes de indocumentados se registran. Desde finales de mayo del 2010, en la ciudad de Nogales -la ciudad fronteriza más importante de Sonora-, así como otros puntos fronterizos de ese estado, disminuyó notoriamente el cruce de personas por esta garita internacional. Esto fue resultado tanto de la instauración de la ley xenófoba SB 1070 del 2010 en el estado de Arizona que criminaliza a los migrantes, como de la acciones en contra y repudio de dicha ley de este lado de la frontera, tanto en el estado de Sonora, como en México en general.
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