Recomiendo:
0

El nefasto sexenio calderonista y la irrupción del nuevo liberalismo del PRI

Fuentes: Rebelión

México cierra este año de 2012 con saldos negativos para los trabajadores y la mayoría de la población prácticamente en todos los ámbitos y materias: salario, empleo, desempleo, marginalidad, informalidad (alrededor de 30 millones de personas respecto a la PEA); pobreza extrema incrementada, salud y bienestar social, deterioro del medio ambiente, profundización de la dependencia […]


México cierra este año de 2012 con saldos negativos para los trabajadores y la mayoría de la población prácticamente en todos los ámbitos y materias: salario, empleo, desempleo, marginalidad, informalidad (alrededor de 30 millones de personas respecto a la PEA); pobreza extrema incrementada, salud y bienestar social, deterioro del medio ambiente, profundización de la dependencia estructural -particularmente de Estados Unidos- inseguridad, impunidad y represión social, impuestos e inflación de la canasta básica -en especial de los productos que determinan el valor de la fuerza de trabajo- antidemocracia y más de cien mil muertos producto de la supuesta «guerra» del calderonato contra el narcotráfico y la delincuencia organizada.

Las reformas neoliberales, como la laboral, que hasta ahora ha implementado la partidocracia del PRI, PAN y PRD y sus satélites (PT, PVEM, MC y PANAL), proyectan el camino que ha trazado el gobierno de Peña Nieto, es decir, más de lo mismo: una profundización de las políticas neoliberales correspondientes al patrón dependiente de reproducción de capital que sistemáticamente se viene implementando en México en las últimas tres décadas sustentado en la exportación de manufacturas sobre la base de las maquiladoras por parte de las empresas transnacionales de capital norteamericano, en las políticas indiscriminadas de apertura externa y en la superexplotación de la fuerza de trabajo con cargo en la prolongación de la jornada laboral, en la intensidad y en la remuneración de la fuerza de trabajo por debajo de su valor, lo que se expresa en los bajísimos salarios que percibe la mayoría de los asalariados del país (hasta 3 veces menos de lo que ingresa por este concepto en países como Argentina y Brasil).

El «milagro mexicano» calderonista sumó a la miseria a más de tres millones de nuevos pobres y dejó un saldo de cientos de miles de desempleados que se integraron al ya voluminoso ejército industrial de reserva que presiona aún más a la baja a los salarios, al alza la intensificación de la explotación y la competencia descarnada entre los trabajadores y asalariados de todas las categorías de todas las ramas y sectores productivos del país.

El Pacto entre la partidocracia mexicana y el nuevo gobierno priísta incluye un baño de «izquierda» con la inclusión, en su gabinete, de personajes salinistas como la represora del movimiento estudiantil de la UNAM de 1999-2000 Rosario Robles, ex-dirigente del PRD y ex-jefa de gobierno del DF y ahora «flamante» Secretaria de Desarrollo Social del gobierno peñista, una de cuyas encomiendas es preparar el camino para la recuperación del DF a manos del PRI mediante la implementación de políticas sociales de corte neoliberal-populista para lo que le será sumamente útil su experiencia del pasado en la militancia maoísta y dentro del STUNAM donde se ufanaba de ser una «luchadora feminista».

Por otro lado, el 1 de enero de 1994 el EZLN irrumpió en el escenario político-militar para demandar del mal gobierno trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz, lo que quedó plasmado en los 11 puntos de La Declaración de la Selva Lacandona. Además de protestar y denunciar la entrada en vigor del TLC con Estados Unidos y Canadá firmado por Salinas con el aval de las empresas trasnacionales y de la burguesía mexicana. De la misma forma el 21 de diciembre de 2012 -cuando los medios de comunicación y los emporios turísticos celebraban el «fin del mundo» supuestamente «avizorado» por los mayas- nuevamente el EZLN -por cierto cuando cierta intelectualidad que dizque de izquierda proclamaba a viento y marea, y a coro con los medios de comunicación, la «desaparición» del zapatismo -irrumpió con movilizaciones en el Estado de Chiapas. Así, alrededor de 50 mil bases de apoyo zapatistas se manifestaron en silencio, ocuparon plazas públicas como Ocosingo, San Cristóbal de Las Casas, Palenque, Altamirano y Las Margaritas para demostrar su vigencia y su lucha en el entorno del nuevo contexto histórico, social y político del país. El comunicado del Comité Clandestino Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN dirigido a la opinión pública nacional e internacional no pudo ser más pertinente y elocuente: «¿Escucharon? Es el sonido de su mundo derrumbándose. Es el del nuestro resurgiendo. El día que fue el día, era noche. Y noche será el día que será el día. ¡Democracia! ¡Libertad! ¡Justicia!».

Es prudente señalar y también es sintomático del clima de crisis capitalista que vivimos que ese mismo día, pero en otro lugar, en Argentina, el pueblo se manifestaba expropiando comercios y manifestando su descontento con las políticas públicas aplicadas por el gobierno de extracción peronista encabezado por Cristina Kirchner.

Las mismas consignas, los mismos ideales e intenciones, pero potenciados a la luz de la nueva coyuntura histórica que nos ha tocado vivir en esta hora de profundización de la intensificación de la explotación capitalista, de las políticas neoliberales y de incumplimiento por parte de los gobiernos panistas y priístas, de los Acuerdos firmados en San Andrés Larraizar y que los zapatistas denominan correctamente: Sakamch’en de los Pobres, un municipio que se encuentra dentro de la región conocida como Los Altos en Chiapas.

A unas cuantas semanas de que asumió el nuevo gobierno encabezado por el PRI y por nuevos y antiguos dinosaurios de ese partido, el estado de cosas que se perfila no hace más que agravar ese panorama desalentador para la mayoría de los movimientos sociales y populares, en particular, para el movimiento obrero del país que se debate entre el corporativismo de viejo cuño, el nuevo de la derecha construido por el PAN y el reformismo de la llamada «izquierda» que se asemeja más bien al sindicalismo economicista y de resultados y, a lo sumo, defensivo, pero proclive en cualquier momento a trabar negociaciones y/o pactar con el gobierno o con cualquiera otra fuerza, sea de la derecha o del centro cuando considere que puede obtener sus demandas y algunos beneficios o migajas por parte de la patronal.

Mientras tanto, el régimen prepara otro cóctel de políticas neoliberales para implementar en 2013, entre las que destacan el aumento generalizado del IVA afectando a los productos de la canasta básica y la llamada reforma fiscal, obviamente en beneficio del gran capital financiero especulativo, además de tener ya en la agenda la futura privatización de las industrias energética y de la electricidad.

Para llevar a cabo estos cambios denominados estructurales el gobierno de Peña requiere de cierto consenso que, por cierto, se lo está confiriendo la autodenominada «izquierda» y el movimiento morena de Obrador que, manteniéndose neutral frente a las reformas emprendidas por la oficialidad y sin oponer siquiera algún recurso contra ellas, ya no se diga realizar movilizaciones de sus afiliados, se ha limitado a construir su futuro partido político para preparar el terreno, dentro de seis años, en el 2018 (¡!) para contender por tercera ocasión por la presidencia de la república que, debido al panorama político que se avecina de fuerte división de la autodenominada izquierda -ya que, por lo menos, postulará a dos candidatos por separado- el gran ganador, si no ocurre otra cosa -y considerando el descalabro sufrido por el partido de la derecha, el PAN- será sin duda el PRI para prolongar su gobierno por otros seis años más, hasta el año 2024.

Los voceros del gobierno, de los medios de comunicación y de la burguesía mexicana ya se apresuran a advertir las dificultades por las que va a atravesar la economía mexicana durante 2013 expresadas en una reducción de la tasa de crecimiento económico con el objetivo de justificar las políticas neoliberales que se están aplicando: contención salarial, reducción del gasto social en términos reales, aumento de precios, de tarifas y de impuestos, privatización de la educación, de la salud, outsourcing y la flexibilización salvaje de las relaciones laborales. Todo esto, según dichos voceros, «provocado» por el mítico «precipicio fiscal» -así le llaman ahora los ideólogos a la crisis sistémica de ese país- de Estados Unidos, la profunda y prolongada crisis europea y la desaceleración que experimentan potencias expansivas, como China, India y Pakistán, y que va a repercutir en una disminución de sus exportaciones afectando a otros países, como los sudamericanos, que han comenzado a depender peligrosamente de aquéllas naciones.

El neoliberalismo priísta, aliado con la partidocracia, sólo tendrá coto mediante la construcción de un poderoso movimiento social, popular y político alternativo que sea capaz de articular a todas las clases sociales explotadas por el capital y el Estado con el fin supremo de erigir un proyecto de transición anticapitalista y antiimperialista que siembre las bases de la futura sociedad mexicana.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.