M.H.: Fernando Buen Abad, has escrito un «Apunte sobre el futuro», refiriéndote a la figura de Emiliano Zapato quien naciera en San Miguel, Anenecuilco, Morelos, el 8 de agosto de 1879. En parte de ese escrito afirmás que Zapata alertó a la historia sobre el exterminio desaforado y la usurpación galopante. Precisamente hablando de este […]
M.H.: Fernando Buen Abad, has escrito un «Apunte sobre el futuro», refiriéndote a la figura de Emiliano Zapato quien naciera en San Miguel, Anenecuilco, Morelos, el 8 de agosto de 1879. En parte de ese escrito afirmás que Zapata alertó a la historia sobre el exterminio desaforado y la usurpación galopante. Precisamente hablando de este exterminio desaforado, comentaba sobre el crimen de Miguel Ángel Giménez Blanco, ¿cuál es la actualidad de Emiliano Zapata?
F.B.A.: Es una pregunta que tiene muchas respuestas posibles, la primera que me parece importante es que el Plan de Ayala, plan de lucha que Emiliano Zapata consolida en el proceso revolucionario con el Ejército del Sudeste, en principio está más vigente que nunca. Las exigencias de ese Plan de Ayala, que tenían que ver con terminar con esa clase terrateniente y latifundista que había hecho de México un reino del despojo, del asesinato, de la esclavitud que había comenzado con la usurpación de la madre tierra de manos de los pueblos originarios y que se extendió hasta el inicio del proceso revolucionario de 1910.
Fue la humillación más grande para el pueblo de México y ese Plan de Ayala sigue más vigente que nunca porque hoy siguen los nietos y bisnietos de esos terratenientes, actualizados y disfrazados de mil maneras, desde la forma clásica de un terrateniente hasta las formas del rentismo más absurdo provocado por el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, incluyendo las formas de usurpación de agroindustrias y de experimentación agrícola, como lo que hace Monsanto, por ejemplo.
Otra forma de contestar a la pregunta se refiere a la manera cultural y simbólica en la que Emiliano Zapata sigue recorriendo todos los rincones del país y sigue siendo figura presente en los movimientos indígenas y campesinos, y también en muchos movimientos urbanos que reivindican las luchas históricas del país. Por lo tanto, que de manera simbólica, Zapata sigue siendo una figura revolucionaria que convoca siempre al pensamiento y las acciones transformadoras en México.
Otra forma de responder y pensar su figura radica en que hoy existen movimientos inspirados en su figura que han replanteado las formas de la organización revolucionaria de Emiliano Zapata, que han reivindicado su programa, lo han actualizado y potenciado, y están encarnando luchas muy concretas, una de ellas la del EZLN en el sureste de México, pero no es la única, hay muchas organizaciones políticas de corte político-militar, inclusive con comportamientos algunas de guerrilla, pero otras con inserción de organización política urbana o ciudadana y que en sus formas de organización y postulados políticos repiten la inspiración de Emiliano Zapata.
M.H.: Voy a citar a Emiliano Zapata, en 1910, cuando reparte tierra entre los campesinos de Anenecuilco: «Unos cuantos centenares de grandes propietarios han monopolizado toda la tierra laborable de toda la República, de año en año han ido acrecentando sus dominios para lo cual han tenido que despojar a los pueblos de sus ejidos o campos comunales y a los pequeños propietarios de sus modestas heredades. Hay ciudades en el Estado de Morelos, como la de Cuautla, que carecen hasta de terreno necesario para tirar sus basuras y, con mucha razón, del terreno indispensable para el ensanche de la población.
Y es que los hacendados, de despojo en despojo, hoy con un pretexto, mañana con otro, han ido absorbiendo todas las propiedades que legítimamente pertenecen y desde tiempo inmemorial han pertenecido a los pueblos de indígenas, y de cuyo cultivo éstos últimos sacaban el sustento para sí y para sus familias».
Emiliano Zapata, fragmento de la carta dirigida a Woodrow Wilson, Presidente de los EE. UU., el 23 de agosto de 1914, citado por Fernando Buen Abad en su trabajo «Emiliano Zapata, apunte sobre el futuro».
Quise citar extensamente esta parte de tu texto porque de alguna manera leyendo esto uno se pregunta ¿qué cambió en México desde este escrito hace más de cien años, con respecto a la actualidad que vive tu país?
F.B.A.: Cambiaron varias cosas, como todos los cambios de manera desigual y combinada. Por supuesto que algunas de las conformaciones del uso del suelo desde 1917, que es la fecha en que se firma la primer Constitución política del siglo XX en México producto de la Revolución. Cambió que se desarrollaron grandes asentamientos urbanos, tenemos cuatro grandes megalópolis en México que constituyen una expresión de la expulsión de la mano de obra campesina e indígena que ha ido a hacinarse en las manchas urbanas inmensas como la del Distrito Federal, que hoy alberga a 23 millones de personas.
Otros cambios importantísimos se dieron en 1938 cuando Lázaro Cárdenas expropió a la industria petrolera que había sido apropiada por las empresas norteamericanas y en ese momento se produjo una reivindicación del movimiento revolucionario de Emiliano Zapata. Cárdenas se propuso completar la reforma agraria que propuso el Ejército zapatista, cambió el proyecto educativo nacional, surgió el Instituto Politécnico Nacional. Hacia los años ´40 en México tuvimos un episodio de reivindicaciones sociales y nacionales, algunas socialistas. Con eso se reanimó una corriente de pensadores y activistas revolucionarios. Cambió el proyecto educativo del país.
Hacia 1968 tuvimos un movimiento político estudiantil universitario de envergadura trascendental para el país desde un movimiento que se desarrolló sobre condiciones muy particulares pero que terminó siendo un ejercicio revolucionario estudiantil y modificó para siempre la estructura política del país.
Cambió el México que vio en 1994 el nacimiento del EZLN con una sacudida importante para la conciencia del país y de buena parte del planeta, donde los pueblos originarios se reconocieron como sujeto revolucionario que toma su lugar, su dignificación como una voz que fue olvidada, escondida y que ahora se hace visible en la lucha política. También cambió un México que a pesar de la sangre derramada por la guerra del narcotráfico, por la sangre del crimen organizado, por los mil y un fraudes que se han cometido contra el pueblo, de todas maneras hay una organización social de base que mueve una voluntad de cambio que está acosada, silenciada porque tratan de sofocarla todos los días, pero que existe, que busca salidas y posibilidades y que está ahí contra todos los pronósticos y que va poco a poco ganando espacios. Esperamos que en breve pueda consolidarse como una fuerza de cambio concreto.
Había una vez unos campesinos que no querían que la realidad cambie e hicieron una revolución
M.H.: Continuamos con el historiador argentino Daniel de Lucía, para charlar sobre Emiliano Zapata que nació hace 136 años y que fue indudablemente una de las figuras centrales de la revolución mexicana, fundamentalmente por su posición ante el problema agrario, el reparto de la tierra, la confiscación de ingenios, la fundación de un banco agrícola, la apertura de escuelas primarias y el Plan de Ayala que creo que es el programa político más avanzado dentro de la revolución mexicana, su famosa consigna «Tierra y libertad». Asesinado un 10 de abril de 1919. Me gustaría que hagamos un contrapunto con otra figura de la revolución mexicana, del sector agrarista, Francisco Villa nacido un 5 de junio de 1878. Charlar de esas dos figuras nos sirve de excusa para remontarnos a la Revolución mexicana de 1910.
D.d.L.: La contraposición no es solamente de figuras, es de contextos regionales. Zapata es de Morelos, del sur de México, un lugar donde el agrarismo colectivista de base indígena y mestiza seguía teniendo un gran peso. En la historia agraria mexicana, tan agitada del siglo XIX, el gran contendiente opositor de los hacendados no es el obrero agrícola, sino el campesino comunitario que defiende las tierras comunitarias, esa es la gran dialéctica del movimiento zapatista, la lucha contra los hacendados en nombre del colectivo agrario, del ejido campesino y comunero.
Villa por su parte, es del norte de México, de Chihuahua, viene de otro contexto, otro tipo de relaciones de producción, otra realidad agraria y fundamentalmente allí no hay una base colectivista, el campesinado mestizo del norte, mas peón y arriero no tenía esa base, no luchaba por sacarle la tierra a los hacendados para que la comunidad mestiza la recupere. Por eso a veces a Villa se lo ha querido mostrar como un bandido, alguien que con un grupo asaltaba haciendas para repartírsela con sus generales. Si bien algo de esto hay, no es cierto que no hubiera una reivindicación colectiva por la tierra en el norte de México, pero tenía otras características, diferentes a las del sur.
Villa llegó a formar colonias de veteranos, gente de sus huestes, que recibieron pequeñas explotaciones en colonias campesinas creadas ex profeso, no como lo del zapatismo que era la búsqueda de recuperar las tierras para la comunidad indígena. El libro más completo que hay sobre Zapata es el de Carl Waldman, un experto yanqui, y dice: «había una vez unos campesinos que querían que la realidad no cambie y tan dispuestos estaban a que la realidad no cambie que hicieron una revolución», porque en Morelos la revolución era volver hacia atrás, hacia la comunidad campesina que se estaba expropiando desde el porfiriato en adelante. Esa es la diferencia entre ellos, el movimiento de Zapata es mucho más radical por esto mismo, pero no significa que el de Villa haya sido mero bandolerismo.
M.H.: Trasladando estas figuras al presente complicado que vive México, ¿cuál sería la vigencia de Zapata y de Villa?
D.d.L.: No es fácil decirlo, justamente México es un país que ha tenido rupturas profundas, la herencia de la Revolución Mexicana fue que surgió un nuevo bloque de poder diferente, que es el que se formó con el PRI, una nueva clase de propietarios de la tierra nacida justamente de las reformas agrarias de esa época. Hoy por hoy se da el descongelamiento de esa realidad, una salida por derecha de lo que era el sistema nacionalista y burocrático del PRI, con una realidad bien conservadora.
La figura de Zapata ha sido tomada como un imaginario, como el zapatismo que se diluyó y desilusionó mucho. Es curioso porque en los últimos años se ha reivindicado mucho al magonismo, protagonizado por los hermanos Magón de la comuna de Oaxaca, que para mí fue un movimiento contradictorio y quizás no se lo analizó bien, es algo que pasa mucho en México que son las expresiones de base.
M.H.: Los hermanos Magón que eran anarquistas y maestros.
D.d.L.: Eran liberales también. Fue un movimiento muy contradictorio, que llegó a tener posiciones racistas.
M.H.: En la actualidad se mantiene el rol político de los maestros en México.
D.d.L.: Es más, la mayor parte de los cuadros del movimiento zapatista eran maestros. Manuel Palafox era un maestro que era asesor socialista de Zapata. El movimiento arenista de Tlaxcala, otro movimiento agrarista del sur de México más o menos como el de Zapata, estaba dirigido por maestros de escuelas protestantes. Ha sido muy importante el papel de mediadores sociales de los maestros en México, inclusive lo menciona la famosa crónica de John Reed.
M.H.: «México insurgente», un libro interesante.
Fernando Buen Abad es filósofo. Universidad de la Filosofía. Daniel Omar de Lucía es historiador. Profesor Titular del Instituto Superior del Profesorado «Joaquín V. González»
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