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El PRD no se dividirá porque las diferencias internas son mínimas

Fuentes: Rebelión

1. En el interior del Partido de la Revolución Democrática (PRD) se empieza a agudizar una discusión que se ha venido repitiendo desde hace siglos en todos los partidos políticos entre moderados y radicales, entre conservadores o liberales o entre quienes quieren avanzar a plazo lento y los que desean ir más rápido. Es una […]

1. En el interior del Partido de la Revolución Democrática (PRD) se empieza a agudizar una discusión que se ha venido repitiendo desde hace siglos en todos los partidos políticos entre moderados y radicales, entre conservadores o liberales o entre quienes quieren avanzar a plazo lento y los que desean ir más rápido. Es una polémica natural que se registra en toda la vida de los partidos pero que en diversos momentos se agudiza, tal como es hoy el caso del PRD a raíz de las campañas para la elección del un nuevo presidente del partido. En el PRD se inició esta discusión desde su fundación en 1989 a raíz de que se integró con militantes que venían del PRI, del PC, del PMT y diversos grupos de izquierda, centroizquierda y socialdemócratas. Pero aunque se integrara con una sola corriente política no tardaría en registrarse esa división ideológica. Parece que no hay de otra porque cada quien ve las cosas de manera distinta.

 

2. Desde los primeros congresos (el de Oaxtepec) se manifestó una división entre Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, precisamente, como se decía, entre no negociadores y negociadores. Tras Cárdenas estaban López Obrador, Rosario Robles y Bejarano y, siguiendo a Muñoz Ledo, Los Chuchos y Los Amalios. Se discutió la posición frente al salinismo, si se debía desconocerlo o negociar con él; pero sobre todo comenzó aquella discusión de si el PRD debía ser de izquierda o de centroizquierda. A partir de ese congreso la división al interior se hizo nítida y el sector cardenista se fortaleció mientras el de Muñoz Ledo apareció como el negociador. Así Los chuchos perdieron elecciones frente a López Obrador y Robles. Pero el PRD se descompuso más a raíz de la dirigencia de esta última que (cazados por la televisión) al parecer, encabezó la corrupción que llegó a Bejarano, Imaz y otros. El PRD entonces comenzó a caer.

 

3. Cárdenas fue tres veces candidato presidencial y, a pesar de que pudo haber triunfado en 1988, en las elecciones de 1994 y 2000 obtuvo menos del 20 por ciento de los votos. El PRD no se recuperó como partido hasta que López Obrador desde el gobierno de la Ciudad de México se convirtió en un poderoso candidato presidencial; fue tan grande su presencia que el gobierno de Fox y el PRI buscaron desaforarlo para que no llegara a la candidatura. Pero López obrador se mantuvo con diez puntos arriba del candidato panista Felipe Calderón hasta el momento en que, cuando faltaba un mes, la directa intervención de toda la derecha empresarial y gubernamental, con el apoyo de los EEUU, le impusieron un fraude electoral. Hoy el PRD representa un 15 por ciento de votación y AMLO el 30 por ciento. Así las cosas el PRD no quiere romper con AMLO porque lo necesita ni AMLO (mucho menos) quiere romper con el PRD, por lo mismo.

4. López Obrador, al expresar su apoyo abierto a Alejandro Encinas a la presidencia nacional del PRD, señaló: «En momentos como los actuales, los perredistas moderados no son otra cosa que conservadores más despiertos»; a su vez Encinas advirtió que en ese partido «no queremos una izquierda dócil, legitimadora, modosita», en alusión al candidato de Nueva Izquierda, Jesús Ortega, a quien ambos, sin mencionarlo, recriminaron su cercanía con las ideas y proyectos de la administración de Felipe Calderón. En respuesta Ortega planteó que en el PRD no aceptarán alguna imposición al estilo priístas. La realidad es que, aunque entre los candidatos ha habido cierto respeto, entre los seguidores se asumen posiciones que llegan casi a la confrontación y no puede descartarse que éstas se hagan cada vez más violentas al acercarse el día de las elecciones internas. Dentro el PRD las posiciones están generalmente claras y definidas.

 

5. La realidad es que las posiciones no son muy distintas porque ambas plantean: a) que la única vía para los cambios son los procesos electorales, b) que hay que ganar cargos dentro del aparato de gobierno, c) que hay que hacer trabajo de base para ganar votos, d) que la política de alianzas debe dirigirse hacia objetivos electorales, e) que hay que respetar absolutamente la legalidad, f) que todas las luchas deben ser pacíficas, g) que hay que respetar a Hugo Chávez aunque no se esté de acuerdo con él, etcétera. En casi todo están de acuerdo las dos posiciones. ¿Cuáles son las diferencias? 1. Personales de poder, 2. No reconocer a Calderón o negociar con él, 3. convocar movilizaciones o priorizar la negociación, etcétera. Por lo anterior se puede decir que no se vislumbra un rompimiento en el PRD sino que se espera que sigan las masas como están, dado que en el PRD dominan los moderados de Nueva Izquierda y AMLO posee fuerza externa.

6. Por ello resulta interesante la opinión de Ricardo Gebrim, activista del Movimiento de los Sin Tierra (MST) de Brasil, cuando señala: En muchos momentos de la campaña electoral de 2006, sectores de la izquierda de toda América Latina llegaron a preguntarse: ¿cómo sería Andrés Manuel López Obrador en el poder? ¿Como Hugo Chávez, de Venezuela, o como Luiz Inacio Lula da Silva, de Brasil? Gebrim contesta sin vacilar: «Hubiera sido como Lula». Dice: «AMLO piensa que se pueden hacer cambios sin entrar en confrontación con los sectores dominantes, como si fuera posible romper la subordinación económica sin tocar lo esencial. El momento actual ya no lo permite; entonces ofrece medidas compensatorias, programas sociales para los más pobres. Los banqueros e industriales tienen ganancias aun mayores que con gobiernos anteriores. La burguesía está muy contenta, pero los sectores populares frustrados.»

7. López Obrador nunca ha sido radical; al contrario, siempre fue muy cuidadoso para evitar que las masas se radicalicen y lleguen a confrontaciones con el Estado. Fue extremadamente respetuoso antes y después de su defensa contra el desafuero y antes y después del fraude electoral del que fue víctima. Su «radicalismo» fue inventado por Fox, los panistas y por los medios de información por ser la opción de centroizquierda. Se le comparó con Chávez y Castro porque la derecha ha avanzado mucho en la propaganda anticomunista y era una forma de eliminarlo. Sufrió AMLO los ataques violentos de Fox y demás miembros de la derecha y apenas metió las manos para defenderse porque siempre le importó la legalidad. En un momento, ante los violentos ataques, debió retirarse del proceso electoral pero, como siempre, le importó más el respeto a las «instituciones democráticas que están por encima de todo».

 

8. Una diferencia de fondo entre el modelo Lula y el modelo Chávez es que el brasileño confía plenamente en las instituciones de la democracia burguesa dominada por los poderosos empresarios y Chávez, usando las elecciones, con la movilización y el apoyo de masas, ha logrado cambiar la constitución burguesa para ponerla al servicio de los trabajadores. En que Lula ha puesto la negociación como central y Chávez la participación directa de las masas en la construcción de su gobierno. El PRD y López Obrador, a pesar de algunas diferencias, en realidad se parecen a Lula porque ponen en primer lugar el respeto a las instituciones burguesas. Por eso tanto AMLO como el PRD no quieren responder las ofensas del cardenal Rivera, ni se confrontan a fondo con los medios de información que abiertamente hacen campaña contra ellos, ni tampoco toman posición pública frente a los problemas en América Latina y el imperialismo yanqui.

 

9. El PRD, y en parte AMLO, no desean confrontarse con nadie. En tanto López Obrador ha dicho que «primero los pobres» y los de Nueva Izquierda (NI) dicen que «primero todos», los poderosos millonarios mexicanos encabezados por los grupos de Slim, Fox, Calderón y el clero, desarrollan una gran campaña para que la población se oponga a cualquier medida que huela a aborto, a «populismo», a socialismo u otras medidas liberales que cuestionen los valores y las costumbres impuestas por la clase dominante. Por ese motivo la centroizquierda guarda silencio ante el avance ideológico de la derecha y permite que con esta misma ideología sea combatida, presionada, amenazada y desprestigiada. La izquierda siempre tiene miedo de hablar porque teme perder votos. Y como no puede avanzar ideológicamente suele negociar con el PRI y con personajes de derecha. Por eso están muy lejos de Chávez y más cerca de Lula.

 

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