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El presupuesto para cultura, una burla a la comunidad cultural y a la nación

Fuentes: Rebelión

Ahora sí, ya tenemos claro la importancia que para la cuarta transformación tiene la cultura en México emitiendo un presupuesto paupérrimo. Muchos llegamos a pensar que después del impresentable Enrique Peña Nieto no podía ser peor, pero que equivocados estamos. Lamentable, los 12 mil 394 millones de pesos de presupuesto para 2019 no corresponden a […]

Ahora sí, ya tenemos claro la importancia que para la cuarta transformación tiene la cultura en México emitiendo un presupuesto paupérrimo. Muchos llegamos a pensar que después del impresentable Enrique Peña Nieto no podía ser peor, pero que equivocados estamos.

Lamentable, los 12 mil 394 millones de pesos de presupuesto para 2019 no corresponden a las letanías del «ahora sí vamos apoyar a la cultura» que durante campaña pregonaron a los cuatro vientos. Un presupuesto por debajo de los 12 mil 916 millones y fracción que se asignó para 2018. Los niveles de demagogia en decibeles escuchados en discursos a la comunidad artística y los trabajadores de la cultura deberíamos cobrarlos. Con esa cantidad tendríamos un presupuesto digno y no la limosna que se está asignando.

En contraste, se incrementa a 93 mil 670 millones de pesos el presupuesto de Defensa Nacional (El Universal, 15/12/2018), un rubro que no le genera nada al país mientras que la cultura aporta más de 8 por ciento del producto interno bruto solo en materia de derecho autoral, sin contar las producciones independientes que se calcula, son el doble. Las aportaciones de la Defensa Nacional al país se contabilizan en los crímenes y asesinatos, desapariciones forzadas, tortura y hostigamiento permanente a la población civil y luchadores sociales, que las fuerzas armadas han convertido en su pan diario. Encima, ahora habrá que mantener una Guardia Nacional. Es deleznable, incoherente y una burla para el país.

Además, dentro de ese presupuesto a cultura se le asignan 4 mil 703 millones de pesos a la oficina de la Secretaría de Cultura para sostener a los burócratas de ese elefante blanco, un incremento de 23.59 por ciento. La cuarta transformación sigue sin entender que la cultura es transversal a todas las actividades del país y que es desde ahí donde habrá transformaciones. La cultura es un pilar de la nación, no su ornamento, ni el escaparate para que candidatos a diputados mediocres que no alcanzaron curul ocupen puestos de consolación y tampoco para pagar favores de campaña. La cultura es estratégica en el desarrollo de una nación, no el mostrador mercantil de la garambaina folclórica para turistas. Ni Morelos ni Hidalgo ni Juárez ni Madero ni Cárdenas, héroes con los que nos quieren lavar el cerebro para la cuarta transformación, lo entendieron así.

El incremento a Defensa y la disminución del presupuesto en cultura dejan en claro que la ruta trazada y ya advertida por intelectuales, artistas, luchadores sociales, docentes, estudiantes, pueblos originarios representados en el Congreso Nacional Indígena y el Concejo Indígena de Gobierno y las hermanas y hermanos zapatistas, seguirá siendo la ruta del neoliberalismo, del sometimiento del pueblo con engaños, promesas falsas y mentiras. No necesitamos militares en las calles, necesitamos artistas, catedráticos, escuelas, centros culturales dignos, autónomos, libres y respetuosos a la creación.

Necesitamos respeto a la creación artística, a los trabajadores de la cultura, lo hemos dicho mil y un infinitas de veces. Vinieron pregonando igualdad, participación, diálogo, reciprocidad, pero la realidad es que las demandas y exigencias de los trabajadores de la cultura solo simularon escucharlas (la historia de siempre) porque no hemos visto una sola de ellas sobre la mesa.

Parece que la demagogia comienza a ser la ruta y una vez más, están orillando a los trabajadores de la cultura a volver a tomar los espacios conquistados durante años de lucha, espacios que hoy, de manera irresponsable, muchas alcaldías de todo el país están cerrando, cobrando revanchismos y venganzas personales, clientelares y de partido. Aparentan que escuchan a la comunidad artística pero están imponiendo una política cultural neoliberal y alineada a los mandatos del capitalismo y como ejemplo está el impulso a las empresas culturales, entre otras cosas, y claro está, un presupuesto ofensivo. Así que ¿y la cultura cuándo? Bienvenidos a la cuarta simulación.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.