El Presidente de la Republica, Evo Morales Ayma, lanzó, durante su discurso de celebración del triunfo en el Referéndum de aprobación de la nueva Constitución Política del Estado el domingo 25 por la noche, la frase clave que marcará no solamente el debate sobre el futuro de Bolivia, sino las tendencias históricas de la Republica. […]
El Presidente de la Republica, Evo Morales Ayma, lanzó, durante su discurso de celebración del triunfo en el Referéndum de aprobación de la nueva Constitución Política del Estado el domingo 25 por la noche, la frase clave que marcará no solamente el debate sobre el futuro de Bolivia, sino las tendencias históricas de la Republica.
Con los resultados de la consulta popular «comienza un Estado con una Nación», dijo el Presidente. Se trata de una definición de fondo frente al propio texto de la Constitución que establece la formación de un Estado formado por Varias Naciones. No solamente se trata de un tema de debate teórico de la relación Estado-Nación y sus variantes o de la Cuestión Nacional y el Imperialismo y su resolución o de la formación e importancia del Estado Nacional en la Semicolonia, sino también de las condiciones históricas en que se presenta y se define el problema.
Es claro que en el caso boliviano la formación del Estado ha sido una ficción porque no ha tenido correspondencia con la Sociedad y fue a costa del proyecto de la unidad continental propuesta por Bolívar y San Martín. Por otro lado, se formó una República de las elites coloniales y colonizadas al margen de las grandes mayorías indígenas y mestizas.
El desequilibrio y la incongruencia Estado-Sociedad han sido decisivos.
La unidad nacional, fundada en el proteccionismo, un fuerte mercado interno y la cohesión política, como es el caso de las experiencias en otras regiones del mundo, fue nula en Bolivia y muy débil en los otros países de América Latina.
Sin embargo, en los quinientos años se han dado procesos de formación de una conciencia nacional. Primero los levantamientos indígenas anticoloniales y, después del hecho histórico de la Independencia precedida por la Guerra de los quince años, es en la Revolución Nacional de 1952 precedida por la Guerra del Chaco, cuando se impulsa un espíritu nacional y es ahora, después de las rebeliones del agua, la tierra y el gas de octubre de 2003, cuando se abre el proceso encabezado por Morales y se aprueba nueva carta, que se presenta el gran desafío.
En Bolivia, siendo características básicas la exclusión, discriminación, explotación y colonialismo interno de las clases y grupos mayoritarios de Bolivia, encadenadas a la dominación imperialista, se han producido momentos de impulso de cambio y revolución, de crecimiento y maduración de una conciencia nacional y un incipiente poder de la nación que hoy se expresa de manera poderosa.
En esta situación, el Estado se convierte en el eje de la construcción nacional democrática a nivel interno y es en el momento en que la sociedad captura el Estado cuando se abre el proceso de liberación nacional, y a nivel externo es el escudo defensivo frente al imperialismo tanto en lo político como en lo económico.
La nación boliviana, formada por pueblos indígenas, mestizos, clases sociales y otros sectores, como mayoría nacional, forma ahora, precisamente en el actual proceso, la base fundamental para construir un otro Estado, un Estado fuerte, basado en la autodeterminación y efectivamente soberano en la estrategia de la liberación nacional.
Paralelamente, el peligro mayor es mantener el discurso y la disposición de constituir treinta y seis naciones, o talvez más según qué antropólogo toma la palabra, que con derechos y expectativas de Estado, proyectan la división, la fragmentación y el debilitamiento del incipiente Estado Nacional.
Este peligro es alimentado por las autonomías separatistas de las oligarquías departamentales que en alianza entre terratenientes, empresas mediáticas, Embajada de Estados Unidos y trasnacionales petroleras y mineras han conspirado durante los últimos años.
En esa misma medida se impulsa el debilitamiento del proyecto de integración latinoamericana, como bloque libre de dominaciones exteriores, a través de iniciativas como UNASUR o el ALBA, las que se proyectan en el marco de lo que fue el sueño de bolivariano de la formación de la Patria Grande.
El fortalecimiento de un Estado Nacional es la respuesta destinada a enfrentar al imperialismo, en lo externo, y a derrotar a la oligarquía, el colonialismo interno y el neoliberalismo, en lo interno. Los pilares del mismo están en la revolución productiva que asegure la autosuficiencia en alimento, vestido y vivienda, utilizando los recursos naturales no renovables para impulsar los recursos renovables, la revolución participativa que ya abrió sus referéndum, consultas populares y formas de democracia participativa y la revolución moral, que enfrente todas las formas de corrupción y aplique la transparencia pública.
La implementación de la nueva Constitución enfrentará la estrategia del proyecto de una sola nación fuerte, la boliviana, con un Estado fuerte aliado a la formación de la Patria Grande o la estrategia del debilitamiento nacional por la vía de la fragmentación de naciones y autonomías.