José Manuel Naredo es, en el mejor de los sentidos, un radical. Radical en el sentido de que no acepta componendas, va al fondo de las cuestiones, a su raíz. Este libro está compuesto por una serie de entrevistas-diálogos con el joven filósofo y economista Agustín Pedrazzoli, complementadas con las de la artista plástica Eva […]
José Manuel Naredo es, en el mejor de los sentidos, un radical. Radical en el sentido de que no acepta componendas, va al fondo de las cuestiones, a su raíz. Este libro está compuesto por una serie de entrevistas-diálogos con el joven filósofo y economista Agustín Pedrazzoli, complementadas con las de la artista plástica Eva Looz, las que le hizo el catedrático de la Escuela Superior de Arquitectura José Fariñas y, finalmente, el poeta y filósofo Jorge Riechman. Naredo habla de los temas que conoce, y a fondo. Sobre todo de economía y ecológica, o mejor dicho de economía ecológica. Naredo forma parte de este sólido grupo que tenemos en nuestro país de economistas críticos, plenamente conscientes de la importancia de la vertiente ecológica: Joan Martínez Alier, Jordi Roca Jusmet, Oscar Carpintero. Todos ellos saben que es fundamental la lucha teórica contra la ideología dominante en el pensamiento económica. Y Naredo realiza en este libro todo un trabajo para desmontar los conceptos básicos sobre los que se estructura esta ideología hegemónica: individuo, propiedad, riqueza, crecimiento, desarrollo.
Para Naredo estamos en la tercera fase de acumulación capitalista, de la financiarización, cuya expresión política es el neoliberalismo. Plantea también una definición muy precisa para diferenciar los países ricos y pobres a partir del intercambio desigual, pero formulado en unos términos nuevos. En el rico la tonelada exportada vale más que la importada y en el pobre al revés. Y en términos financieros lo que hace es atraer capitales del resto del mundo, emitiendo pasivos no exigibles y magnificando sus pasivos no exigibles. Pero para Naredo la crisis va mucho más allá de lo económico, es una crisis civilizatoria que exige cambios profundos en los paradigmas socioculturales. Naredo la llama sociedad industrial, que incluye tanto la capitalista como el socialismo real. Pero, a mi modo de ver, falla cuando le preguntan las propuestas.
Desde mi perspectiva posibilista está bien ser radical en los análisis pero hay que ser pragmático en las propuestas sin perder la brújula de hacia adonde nos dirigimos. Por esta razón no me convence cuando cita a su amigo Ramón Margaleff y contesta que lo único que se puede hacer es «poner una vela a la Virgen de la Fuencisla, patrona de Segovia, para que nos enviara una nueva glacialización capaz de enfriar las trepidantes tendencias hacia el deterioro ecológico planetarias expuestas en el curso.» No, por aquí no paso. Algo hay que hacer y no podemos caer en maximalismos.
Lo que sí hace Naredo es críticas muy solventes a las políticas hidráulicas, energéticas y de materias primas de los gobiernos españoles. Porque lo que plantea el autor es que la crítica, en este caso, no es la del neoliberalismo. Más bien hemos de entender el capitalismo español como un capitalismo caciquil enriquecido por las políticas públicas de megaproyectos absurdos y despilfarradores. Naredo relaciona este hecho con otro, para mí más discutible, que es la continuidad entre el franquismo y el postfranquismo a través de las mismas oligarquías, que se han mantenido a partir de las mismas oligarquías políticas vinculadas a las económicas. Me parece un análisis muy parcial, que olvida que la transformación de una Dictadura en un Estado de derecho, por limitado e imperfecto que sea, es una transformación real y no solo un cambio de maquillaje. Naredo hace un elogio de los movimientos de los indignados y del 15 M y una crítica radical no solo del bipartidismo sino de los nuevos partidos como Ciudadanos y especialmente podemos, que ha intentado canalizar la fuerza de este movimiento espontáneo en una estructura jerárquica igual que las anteriores cuya aspiración es el poder y no la emancipación.
Me parece especialmente interesante el diálogo con Jorge Riechman, animado por Olga Abásola, sobre el concepto de trabajo. Debate muy central para posicionarse sobre muchos temas que están hoy en el candelero de la izquierda, como el de la renta básica. Hay otros temas abordados que merecen también la máxima atención, como el de los derechos y los deberes de los ciudadanos. O el que se muestra a través del diálogo con José Fariña sobre la panorama urbano, territorial y ambiental.
Para mí siempre es un placer leer a Juan Manuel Naredo porque siempre me aporta algo, coincida o no con sus argumentaciones. Su estilo sobrio y claro es, además, un valor añadido. El libro es muy sugerente y apunta a lecturas más profundas de los libros más significativos de Naredo, de los que puedo aconsejar uno que he leído y que es, sin lugar a dudas, fundamental Luces en el laberinto. Autobiografía intelectual. Alternativas a la crisis ( reflexiones con Óscar Carpintero y Jorge Riechman, Los libros de la Catarata, 2009).
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