Independientemente del número de votantes, e independientemente de las personas elegidas, la elección del Poder Judicial por voto popular representa el fin del dominio de la mafia judicial al servicio de la oligarquía.
A partir de ahora no habrá poder personal o institucional que decida y dicte las resoluciones de jueces y tribunales. El nuevo Poder Judicial estará libre de la influencia del poder económico y político.
Nadie dice que a partir de ahora será imposible comprar a un juez, a un magistrado o a un ministro. Pero ese acto venal no será por consigna, por orden superior. El juez comprado tendrá que atenerse a sus propias fuerzas.
Tendrá que valorar cuánto vale su tranquilidad, su prestigio, su buen nombre, su carrera. Él solito y su conciencia. Y ya rota la cadena de jerarquías mafiosas y complicidades, deberá ponderar, como ahora no acontece, el riesgo cierto de ir a la cárcel.
Y no podrá, como ahora ocurre, hacer ostentación de la riqueza mal habida. La sombra del escándalo lo inhibirá. Y es que hasta hoy ni riesgo de cárcel ni temor al escándalo ponían freno a la compra y venta de la justicia.
Digamos que la reforma judicial ha puesto fin al sistema mafioso en la materia. Y no es lo mismo actuar amafiado que actuar por cuenta propia. Y no es igual hacer ostentación de la riqueza mal habida con la protección y complicidad de la mafia que sin estas dos condiciones.
La elección del Poder Judicial por voto ciudadano es una verdadera, una auténtica revolución social, política, económica y moral. Así lo entiende el pueblo, el ciudadano. Y por eso mismo, aunque un tanto a ciegas por la complejidad de la elección, acudirá, entusiasmado y esperanzado, a las urnas.
Como ocurrió con la elección del Presidente López Obrador, la elección judicial ha devuelto al pueblo confianza y esperanza en una vida mejor, más sana, más democrática, menos mercantilizada, menos corrupta.
Frente a esta nueva situación, la oligarquía y sus voceros mediáticos se han quedado pasmados. Y ya sin argumentos, sin razonamientos, sólo les queda, como a todos nos consta, el recurso de la descalificación, de la invocación del miedo, del desahogo estéril.
Pretenden asustar al pueblo, como se dice popularmente, con el petate del muerto. Pero desde junio de 2018 el pueblo está curado de espanto.
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