Es notoria y notable la diferencia entre un Presidente de la República con ideología conservadora o neoliberal o neoporfirista, y otro de pensamiento liberal, revolucionario o patriótico.
El catálogo de presidentes conservadores incluye a cuatro priistas (De la Madrid, Salinas, Zedillo y Peña Nieto) y a dos panistas (Fox y Calderón). En consecuencia puede decirse que esa pesadilla política se prolongó durante 36 años, dos más que el porfiriato.
Y también, lógicamente, puede afirmarse que en materia de desarrollo económico y concentración de la riqueza, México retrocedió cuarenta años, hasta que los ciudadanos, con 30 millones de votos, le pusieron fin en 2018.
Pero el daño no sólo fue en términos económicos, sino también en materia ideológica. Durante esos 36 años muchos ciudadanos trastocaron su ideología más o menos progresista en su contrario.
Aun así, las ideas políticas patrióticas y nacionalistas se conservaron y hasta se acrecentaron. Pero no era fácil su materialización electoral porque en México no había elecciones limpias y libres. Los comicios eran una gran simulación y era omnipresente el fraude electoral.
De modo que en el catálogo de presidentes no neoliberales sólo se puede consignar un nombre: Andrés Manuel López Obrador, quien, con su pueblo y sus 30 millones de sufragios, empezó una inmediata rectificación de aquel camino claramente equivocado.
Por eso es notoria y notable la diferencia entre un presidente conservador y uno nacionalista. El conservador opta por la privatización de los bienes públicos y por la dependencia del extranjero.
Pero así como se conservó en millones de mexicanos la ideología neoporfirista, se preservó, también en muchos millones, la ideología nacionalista y popular.
Fueron éstos la fuerza electoral que llevó a la Presidencia a López Obrador. Y a pesar de la abrumadora campaña en los medios de información para desacreditar al Presidente y sus políticas populares, la fuerza electoral del obradorismo se conserva y acrecienta cada día.
Obviamente veremos en los comicios de 2024 la lucha entre esas dos ideologías y entre esas dos formas de relacionarse con el pueblo.
Volverán a enfrentarse en las urnas liberales y conservadores. Serán millones contra millones. Pero en condiciones de limpieza electoral no es muy difícil prefigurar el sentido del sufragio.
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