El objetivo central de la oposición de derecha es sacar a AMLO de la presidencia y para ello buscan debilitar a las bases lopezobradorista. Ganar la ofensiva y despojar al movimiento lopezobradorista de su mística y su confianza, parece ser su misión. Con amplios recursos económicos y con el poder mediático de su lado buscan generar un clima de linchamiento, expandir el catastrofismo y el miedo, para capitalizarlo entorno a una restauración neoliberal o al fascismo.
Tanto a AMLO como a las bases lopezobradoristas se les busca ridiculizar, se miente descaradamente, se insulta y difama. A las bases lopezobradorista se les presenta como una horda de fanáticos, manipulados, “nacos”, atrasados, “chairos” soñadores, imbéciles y poco críticos. Las redes como espacio de descalificación hacen su parte. Estos ataques tienen la intención de sembrar dudas y desarticular al movimiento que ha sostenido a AMLO a lo largo del tiempo y que lo llevó a la presidencia en 2018.
La defensa del lopezobradorismo es necesaria. Reconocer a la mayor oposición al régimen neoliberal desde el 2005 hasta el 2018. Un movimiento que creó y sostuvo a AMLO como líder a lo largo del tiempo frente a los ataques del poder. Constructor de un proyecto de nación de carácter popular y que busca trascender el neoliberalismo. Un movimiento forjado en la lucha y en la organización política. Miles de reuniones, asambleas, círculos de discusión y movilizaciones están en la historia del movimiento lopezobradorista.
El lopezobradorismo es fruto del trabajo de ciudadanos libres, conscientes y valientes, de grandes mentes como lo deja ver el número de intelectuales que son parte de él. Es el proceso organizativo y de politización más importante de las últimas décadas. Además, logró la proeza de vencer a los partidos del régimen en una elección y logró que se respetará ese triunfo. Rompió el orden establecido de quien debe gobernar.
La derecha neoliberal, perdedora en la elección de 2018, y una nueva extrema derecha, buscan hacerse del poder, como dijera Jorge G. Castañeda en 2006 “por las buenas, por las malas o como sea”. Enarbolan el viejo discurso neoliberal y un nuevo discurso extremista que llama a defender a México del “socialismo-comunismo”. Los une su odio a AMLO, a sus seguidores y a lo que representa.
La defensa de sus intereses y la disputa del poder, es algo valido en democracia. El no estar de acuerdo con un gobierno es algo totalmente legítimo y necesario. El peligro es lo poco democrático que son estos grupos y las tendencias golpistas que están en marcha. Como todo movimiento político tienen y buscan acrecentar su base social. Su apuesta es que fracase el gobierno, invocan crisis para que su política de élites, adquiera apoyo social.
Este embate no es nuevo para el lopezobradorismo que ha sorteado a lo largo del tiempo intensas campañas de descalificación mediática. El lopezobradorismo no es sólo un movimiento de apoyo a AMLO, sino que ha caminado junto a él a lo largo de los años, resistido embates y se ha sobrepuesto de traiciones. Existe entre el líder y el movimiento una relación cercana y de confianza, construida en años de lucha.
El que la derecha neoliberal y la extrema derecha, junto con las clases privilegiadas estén desesperados, es un indicio de que a pesar de errores y estilos el gobierno de la 4T camina en sus objetivos. El apoyo popular hacia el presidente sigue en niveles altos, hay confianza, a pesar del momento extraordinario que trajo la pandemia.
Pero no basta con esto, la defensa del lopezobradorismo implica acción. Las bases han resentido la falta de liderazgo y MORENA no cumple con su deber. El partido se ha convertido en un lastre, no es vanguardia de nada, no organiza y no comanda la defensa del proyecto. El oportunismo que llegó de forma masiva en 2018 y la traición, están presentes en el partido, en puestos de representación popular y en el aparato de gobierno. Ante esto las bases lopezobradorista pierden articulación y consistencia, quedando atrapadas, sin organización y sin estrategia.
El encono que genera la actual realidad política, tiene una salida, la única valida, la democrática. Las elecciones del próximo año, el proceso revocatorio en el 2022 (una conquista democrática del gobierno actual) y la presidencial del 2024, serán momentos de decisión importante. El lopezobradorismo tiene que dar la batalla en estos procesos, articularse, proponer, generar debates e impulsar una agenda progresista. La lucha política es clara, la restauración de derecha o el éxito de la 4T. El movimiento lopezobradorista tiene que recuperar la ofensiva, sostener como lo ha hecho a lo largo del tiempo a AMLO e impulsar el proceso de trasformación. Una tarea histórica, pero el sujeto encargado de ella ya ha hecho historia.