Sociólogo, docente, investigador y académico de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), autor de una decena de libros y cientos de artículos y ensayos de análisis político y social referidos a Bolivia y América Latina, publicados en medios nacionales y extranjeros, pergaminos más que suficientes para entablar un diálogo con Eduardo Paz Rada acerca del acontecer en el país andino-amazónico.
Como es habitual en él, ante la propuesta de abordar temas ásperos –como la caída del Proceso de Cambio en noviembre pasado– u otros francamente odiosos –como el diario vivir actual–, el profesor no hace el quite a ninguna pregunta y amablemente asiente a reflexionar con nuestro equipo.
Profesor, se han postergado, hasta inicios de agosto, las elecciones presidenciales y parlamentarias en Bolivia, ¿cuál es la posición del campo popular boliviano y del binomio del Movimiento Al Socialismo (MAS) al respecto? ¿A quién perjudica y favorece la prórroga?
Dos han sido los motivos centrales de la postergación de las elecciones generales en Bolivia: el primero debido a la pandemia del coronavirus, que está causando un pánico planetario por sus efectos letales, y el segundo por el interés de las oligarquías políticas y económicas de prorrogarse en el control del gobierno el mayor tiempo posible, para implementar las contrareformas neoliberales, desmontando el proyecto nacional-popular implementado por el gobierno de Evo Morales y el Movimiento Al Socialismo (MAS) y buscando apuntalar a su candidatura oficialista. Las organizaciones y movimientos populares con distintas características y en las diversas regiones del país, con sus movilizaciones y acciones de resistencia, han mostrado su músculo y fortaleza, a pesar de la represión, persecución y amedrentamiento del gobierno de facto, para establecer la agenda electoral, entre ellas la fijación de fecha para los comicios; en este sentido la dirigencia del MAS, sus candidatos, así como la Asamblea Legislativa han cumplido este mandato al fijar los tiempos para la realización de las elecciones.
Si se toma en cuenta las candidaturas con mayores posibilidades, se advierte que el binomio del MAS ha conseguido ampliar su ventaja sobre los otros candidatos por el fracaso del gobierno y sus aliados de usar el golpe de Estado con fines electorales y más aún si se analizan las tendencias de las encuestas (integradas en un resumen publicado por una institución alemana) hasta el mes de febrero que le daban un porcentaje de 36%, mientras que Carlos Mesa y Gustavo Pedraza de Comunidad Ciudadana (CC) conseguían 20%, Jeanine Áñez (la autoproclamada presidenta) y Samuel Doria Medina de JUNTOS 20% y Fernando Camacho y Marco Pumari de CREEMOS 13%. La ineficiencia para administrar las crisis sanitaria y económica por parte del Gobierno han permitido el crecimiento del MAS, CC y CREEMOS, a pesar de la utilización de los aparatos de gobierno que permiten a JUNTOS realizar una activa campaña.
¿Cómo caracterizaría al Gobierno de Áñez en estos ya casi siete meses de gestión, tanto en materia política, económica, seguridad, entre otras?
Se trata de un gobierno que pretende implementar la Restauración Neoliberal con el apoyo del imperialismo norteamericano y las oligarquías locales, esto ya se ha comenzado a ejecutar con la total liberalización de las exportaciones agrícolas, el pedido de dotación de tierras a los grandes terratenientes (de la soya principalmente), la autorización al uso de transgénicos, la deuda de 350 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI) –que impone condiciones neoliberales–, la oferta de privatización de la explotación e industrialización de litio, las concesiones mineras, el anuncio de nuevas normas favorables a las transnacionales petroleras, la paralización de la planta industrializadora de urea y fertilizantes con fines de privatización y el dudoso manejo de las empresas de telecomunicaciones ENTEL, de la aérea BOA y de la de energía ENDE.
El correlato de esta orientación económica, como indicamos antes, es la política de represión y persecución a todo intento de defensa de los principios y derechos establecidos en cualquier sistema democrático, controlar, como lo está haciendo, los medios de comunicación y castigar la libertad de expresión crítica, utilizar el ministerio público y el poder judicial con fines políticos, así como criminalizar las manifestaciones de protesta social.
Las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional se han convertido en actores centrales por su papel ejecutor de las tareas de represión y amedrentamiento que les impone el Gobierno tanto en los aspectos relacionados a las protestas sociales y regionales por la cuarentena como a los vinculados a la crítica por los medios de comunicación y las redes sociales y a la organización política de los movimientos sociales.
En relación a la gestión de control de la pandemia, la administración ha sido deficiente particularmente por la falta de una política sanitaria, la baja o inexistente realización de test de control, la falta de medios básicos de atención como equipos de bioseguridad para los trabajadores de la salud, respiradores artificiales y unidades de terapia intensiva. A esto se agrega la descoordinación y contradicciones entre las instancias del Ministerio de Salud y los Servicios Departamentales de Salud (SEDES).
En los seis meses del gobierno de facto se han producido innumerables crisis internas con la salida y cambio de al menos seis ministros, así como las destituciones y renuncias de gerentes y ejecutivos de empresas e instituciones estatales por denuncias de corrupción. De la misma manera se han presentado infinidad de denuncias por nepotismo y uso indebido de bienes del estado.
¿Cuál es la situación de los pueblos indígena originario campesino en esta coyuntura?
Por una parte, los discursos y las prácticas del racismo nuevamente se han posicionado de manera intensa en muchas autoridades con declaraciones que los identifican como “salvajes”, “hordas”, “ignorantes” y otros calificativos, por otra parte, con algunas excepciones, los indígenas han sido despedidos de los ámbitos públicos, cuando en el pasado reciente eran los protagonistas de la gestión pública nacional. Llama la atención que algunas propuestas públicas se orientan a suspender o reducir las representaciones indígenas con el argumento de que sus asambleístas son elegidos con pocos votos.
Para nadie es un secreto que para que cayera el Proceso de Cambio se requirió una articulación de actores internos y externos, en el caso de estos últimos, particularmente la administración Trump y la Organización de Estados Americanos (OEA), ¿cómo se enfrenta una campaña electoral y recupera la democracia con tamaños adversarios?
Es una tarea muy difícil si se toma en cuenta que el cuadro de la geopolítica internacional está cambiando fuertemente y Estados Unidos y su presidente Donald Trump están desesperados por mantener el dominio y control sobre América Latina y el Caribe. Para esto han instrumentalizado a la OEA y a varios gobiernos de la región como mecanismos de provocación e intervención. Sin embargo, los nuevos equilibrios mundiales han impedido, hasta hoy, una intervención militar directa sobre Venezuela y han aceptado los triunfos electorales de Manuel López Obrador en México y Alberto Fernández en Argentina. En el caso boliviano el imperialismo y las oligarquías van a intentar frenar un triunfo electoral del MAS con campañas millonarias de desinformación y amedrentamiento o, en su caso, con nuevos golpes de Estado que impidan y prolonguen la realización de elecciones, esto tendrá, sin embargo, consecuencias funestas debido a la movilización y resistencia del pueblo boliviano a los intentos de prórroga.
¿Cuál es el plus del binomio “Lucho-David” para conquistar las preferencias del electorado boliviano? ¿Cree que puedan ganar en primera vuelta? Y, de triunfar, ¿piensa que la oposición aceptará su derrota y les cederá el mando?
Los candidatos del MAS tienen cualidades muy valiosas frente a los otros candidatos, no solamente porque han demostrado una calidad y éxito en sus gestiones como ministros de Evo Morales, sino por su compromiso, principios, respeto a la voluntad y decisión del pueblo boliviano en una coyuntura complicada. Luis Arce ha sido el titular de la política económica que ha hecho que Bolivia tenga elevados niveles de crecimiento sostenido durante 14 años, mercado interno fortalecido, reducción de las tasas de pobreza y miseria, procesos de industrialización, redistribución de la riqueza y cuentas financieras claras, en tanto que David Choquehuanca se ha destacado como un estadista indígena porque ha desarrollado una política internacional sobresaliente con la diplomacia de los pueblos, los procesos de integración regional como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), las gestiones en las Cumbres de los Pueblos y en la Organización de Naciones Unidas (ONU), con la aprobación de los Derechos de los Pueblos Indígenas, los Derechos de la Madre Tierra y el respeto a la soberanía y autodeterminación de los pueblos.
En las condiciones actuales, a menos de tres meses de las elecciones, es altamente probable que los candidatos del MAS ganen en una primera vuelta electoral con más del 40% de votos y una diferencia mayor a 10% de su principal adversario, la no aceptación de la voluntad electoral podría llevar al país a una situación insostenible. La responsabilidad institucional del Tribunal Electoral, de la Asamblea Legislativa, del Tribunal de Justicia, de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional será puesta a una prueba mayor.
¿Cuál es el estado actual de la lucha de clases en Bolivia?
La lucha de clases en Bolivia está íntimamente vinculada a la lucha nacional de liberación, bajo la concepción de la contradicción principal entre “imperialismo y semicolonia”, de ahí que el golpe de Estado de noviembre del año pasado ha significado un retroceso en la potencia patriótica, nacional y popular, antiimperialista y revolucionaria, puesto que el imperialismo tiene directa presencia en el palacio de gobierno a través de un funcionario de la embajada de Estados Unidos que es secretario privado de Áñez y el Fondo Monetario Internacional (FMI) comienza a intervenir en las decisiones del país, en tanto que las oligarquías locales y las burguesías comerciales y financieras se han instalado en las instituciones centrales del Estado. Es, por tanto, un freno y retroceso del proceso de liberación nacional; con todo, las bases construidas en los pasados 17 años, con el pueblo organizado, la clase obrera y los campesinos a través de la Central Obrera Boliviana (COB), los indígenas de Occidente y Oriente y el fortalecimiento del Estado como eje articulador del potenciamiento económico, la democracia participativa, la soberanía y la unidad nacional no han sido derrotados y están activos y resistiendo el embate neoliberal.
En estos meses, imagino que al interior del progresismo y las izquierdas locales, y ciertamente desde la academia comprometida, han podido hacer un balance de los aciertos y desaciertos en los 14 años de gestión, y particularmente del abordaje de la crisis de octubre y noviembre. Al respecto, ¿cuáles cree fueron los mayores errores cometidos y cuáles los aciertos en estos casi tres lustros?
La resistencia al neoliberalismo y la rebelión nacional-popular de octubre de 2003 han sido el gran trampolín para asegurar los triunfos electorales de Evo Morales. Su gobierno nacionalista indígena y antiimperialista, con la Asamblea Constituyente, la participación política de la diversidad social boliviana y la nacionalización y recuperación de los hidrocarburos y los recursos naturales, así como con el proceso de industrialización de los hidrocarburos y del litio, que lanzó a Bolivia a un campo de grandes potencialidades económicas, junto a una política internacional de soberanía y dignidad con una participación activa en los procesos de integración latinoamericana y caribeña de raíces bolivarianas con miras a la construcción de la Patria Grand,e concentra una serie de aciertos; en tanto que, con el paso de los años de gobierno, los errores y desaciertos estuvieron en las concesiones realizadas a la oligarquía del Oriente, a las transnacionales mineras y petroleras, al poder bancario y financiero, al apoyo dado a los propietarios de los grandes medios de comunicación antinacionales, al descuido de la organización y participación más protagónica de los movimientos populares, a la burocratización del Gobierno, a la debilidad organizativa y política del MAS, a la insuficiente tarea de construir unas Fuerzas Armadas y una Policía Nacional con mayor compromiso patriótico y a decisiones políticas como la nueva reelección en momentos en que la estrategia de dominación imperialista estaba en ascenso y estableció una fórmula cuidadosa para lanzar su zarpazo en Bolivia.
¿Qué pasó en las jornadas de octubre y noviembre y cómo pudo ser que fuera tan rápido y contundentemente derrotado un proceso como el boliviano?
Por una parte, fue un trabajo milimétrico y muy bien calculado, de muchos meses, y ejecutado por los estrategas del gobierno de Estados Unidos, utilizando todas las fichas, condiciones y elementos de acción: los medios de comunicación y sus campañas millonarias contra Evo Morales y su gobierno, la jerarquía de la Iglesia católica y las iglesias protestantes, las organizaciones de pequeños grupos de activistas muy bien preparados ideológicamente y para acciones de provocación, incluso violenta, que tuvieron gran influencia en importantes sectores de la juventud y de la población de sectores medios tradicionales y acomodados de las ciudades, los dirigentes políticos de oposición al MAS como los de CC, el Movimiento Demócrata Social (MDS) y Unidad Nacional (UN), los políticos de Acción Democrática Nacionalista (ADN), del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y Nueva Fuerza Republicana (NFR) asentados en Washington y Miami, los Comités Cívicos, algunas personalidades públicas como rectores, periodistas, analistas y docentes universitarios, sectores policiales que impulsaron y realizaron el motín policial del 9 de noviembre, que fue el momento clave, y sectores de las Fuerzas Armadas que actuaron en el momento preciso del golpe de Estado bajo la orden norteamericana.
Por otra parte, el desgaste de la relación del Gobierno con los movimientos populares, la ausencia de debate político e ideológico, las concesiones a los sectores conservadores, la duda e incertidumbre en las autoridades principales del Gobierno ante la emergencia que comenzó en octubre, dando retrocesos, abriendo brechas para las maniobras de Luis Almagro de la OEA y probablemente considerando improbable un desenlace de ruptura del proceso democrático. La reacción de los movimientos populares mejor organizados, como en el Chapare y El Alto, fue tardía, cuando se produjeron las agresiones de los líderes cívicos y policiales a la whipala y el resurgir violento de acciones racistas.
¿Cómo caracterizaría el Proceso de Cambio que hubo en Bolivia y por qué? (Una revolución… un gobierno nacionalista-popular, etc.).
Fue resultado de una revolución, de una rebelión popular, la de 2003, en la que, como momento constitutivo y ante el vaciamiento ideológico y la crisis, el pueblo expulsó a Gonzalo Sánchez de Lozada y con él al sistema económico y político neoliberal de partidos e instaló paulatinamente un proyecto patriótico, nacionalista con hegemonía y predominio indígena-campesino, que impulsó un proceso de liberación nacional antiimperialista articulado a la integración latinoamericana, instalado sobre la radicalización de la democracia y la participación activa y organizada de los movimientos sociales en el MAS, el Pacto de Unidad y los sindicatos de la COB.
A nivel internacional tempranamente se reconoció la riqueza boliviana en cuanto al aporte que brindaba el ideario de vida de los pueblos indígena originario campesino y la cosmovisión ancestral. ¿Cuál es la riqueza de esto en términos de pensamiento y vida y que pueda aportar a sociedades modernas y occidentales como la nuestra? ¿Hacia dónde considera que debe caminar Bolivia y cómo?
La concepción del suma qamaña, del Vivir Bien, incorporada a la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia, tiene importantes aportes no solamente en el contexto andino o latinoamericano, sino de alcances mayores por la premisa de la articulación armónica entre los seres humanos, la naturaleza y el cosmos en correspondencia con prácticas comunitarias de reciprocidad, redistribución, autosuficiencia de alimentos, vestido y vivienda, respeto mutuo y dignidad. La tesis del socialismo comunitario como desenlace histórico, tomando las características propias de Bolivia, tienen su relación directa con los planteamientos estratégicos de la construcción de la Nación Latinoamericana, de la Patria Grande, como socialismo latinoamericano y caribeño.
A la luz de los hechos, ¿cree posible en un país como Bolivia hacer reformas democratizadoras estructurales sin tener como respuesta violencia de parte de las oligarquías? En caso negativo, ¿cómo avanzar entonces?
Sin duda que la lucha de clases y la lucha nacional de liberación, aún en procesos democratizadores radicales, no están exentas de luchas, enfrentamientos y violencia porque las oligarquías y el imperialismo no quieren perder sus dominios, poderes, privilegios y millonarias ganancias por la explotación de recursos naturales y la fuerza de trabajo, por esta razón las fuerzas nacional-populares, el pueblo organizado y movilizado deberá tener una vanguardia política sólida y el proceso hegemónico por la soberanía, la dignidad y la defensa de las recursos naturales y la liberación deberá alcanzar a las fuerzas militares y policiales. El caso emblemático de la violencia de la oligarquía oriental se produjo en octubre del 2008, cuando se pretendió federalizar y dividir Bolivia y fue repelido por los movimientos sociales populares y las Fuerzas Armadas; el otro, en 2019, cuando se produjeron masivas manifestaciones urbanas con grupos civiles organizados que impulsaron el golpe de Estado, el motín policial y luego las masacres de Senkata y Sacaba. Lo procesos históricos tienen avances, estancamientos y retrocesos y en el caso boliviano será el pueblo organizado que con su lucha y resistencia definirá su destino.
Algo llamativo del caso boliviano, a diferencia de lo ocurrido en otros países del continente donde ha asumido la derecha, es el encono y ensañamiento de la burguesía, masacrando población civil, persiguiendo a opositores políticos, entre otras acciones. ¿Por qué esa radicalidad de la reacción?
Las transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales producidas en Bolivia en los últimos treinta años, con la emergencia popular de Conciencia de Patria (Condepa) y el MAS y la aprobación de una Constitución que establece los derechos de los pueblos indígena originario campesinos, han sido de tal profundidad que las estructuras fuertemente institucionalizadas y “naturalizadas” de racismo, discriminación, exclusión, explotación y dominación a las mayorías indígenas y mestizas han saltado en pedazos y esto no pueden ni pudieron asimilar las élites señoriales y políticas desplazadas democráticamente, las que han aprovechado la oportunidad del golpe de Estado para manifestar su venganza y racismo con mayor violencia.
¿Cuál es el papel de las Fuerzas Armadas y la Policía en Bolivia en cuanto al aparente arbitraje que asumen cuando se profundiza la lucha de clases? ¿Qué debe hacerse con instituciones como esas? Requieren ser democratizadas y modernizadas?
Tienen una gran responsabilidad institucional en este momento histórico, sobre todo por las consecuencias que pueden presentarse en términos de enfrentamientos, revoluciones más profundas y choques de alta violencia si no se respeta la voluntad popular, la del voto, que es la vía aceptada como acuerdo social y político para la formación de los poderes del Estado, lo contrario significará que han perdido el horizonte mínimo de su rol en el contexto de necesidad de recuperar la democracia en el país. Durante los años del gobierno de Evo Morales, a diferencia de los años del neoliberalismo, cuando fueron empequeñecidas y maltratadas como el propio Estado boliviano, han tenido las mejores condiciones materiales, técnicas, educativas y estructurales para cumplir su papel, especialmente en la totalidad del territorio boliviano, en la integración social y regional interna y en la definición de políticas de seguridad, defensa y organización de un Estado fortalecido; este espíritu patriótico de soberanía y dignidad deberán ser recuperados para no quedar como responsables del hundimiento nacional.
Por último, en su calidad de pensador de la totalidad regional y mundial, ¿qué futuro ve a la integración latinoamericana y caribeña? Y, ¿cuál es el papel estratégico que puede jugar Bolivia en ella? ¿Cómo analiza el tablero continental en la coyuntura actual?
En este momento la situación de la integración latinoamericana y caribeña que tenga un carácter liberador y bolivariano está estancada y, más aún, en retroceso, sobre todo si comparamos con los grandes saltos dados en los anteriores años. La experiencia de la Cumbre de Mar del Plata de 2005, la acción de los gobiernos de Hugo Chávez, Lula da Silva, Néstor Kirchner, Evo Morales, Rafael Correa, Fidel y Raúl Castro, Daniel Ortega, entre otros, marcaron un horizonte de integración hacia la liberación de los pueblos frente a la dominación imperialista. Ahora los gobiernos en buena parte de los países de la región se han alineado bajo la batuta del gobierno de Estados Unidos y han hecho de la OEA su espacio de acción y conspiración contra los gobiernos nacionalistas, antiimperialistas, de izquierda o progresistas. Sin embargo, las condiciones mundiales de crisis geopolítica, de crisis sanitaria, de crisis económica y de crisis política abren mayores posibilidades a la multipolaridad, en la que América Latina y el Caribe tienen posibilidades de formar un bloque de influencia internacional solamente si están unidos. Corresponde recordar que en los momentos históricos de crisis, como las guerras mundiales, el crack de 1929 o momentos de profunda crisis en las metrópolis capitalistas han generado revoluciones profundas como la rusa, la china, la vietnamita o procesos de independencia y liberación nacional o nacionalistas defensivos en África, Asia y América Latina, con un fortalecimiento interno, protagonismo de los Estados nacionales y un proteccionismo económico, en este caso regional, para enfrentar con cierto éxito los desafíos futuros. Es una situación incierta en medio de la pandemia, pero también de oportunidad para la lucha por un futuro de igualdad y bienestar de los pueblos en la perspectiva de unidad de la Patria Grande.
Javier Larraín es profesor de historia y geografía