1. Todavía estamos en México, no sé si en América, en el pensamiento elemental: sólo se piensa en luchar por intereses individuales, particulares, pero desde hace 50 años llegamos al gremialismo. Es muy difícil rebasar los marcos de la familia, de los parientes, de la provincia y de la llamada «patria». Cada quien reclama su […]
1. Todavía estamos en México, no sé si en América, en el pensamiento elemental: sólo se piensa en luchar por intereses individuales, particulares, pero desde hace 50 años llegamos al gremialismo. Es muy difícil rebasar los marcos de la familia, de los parientes, de la provincia y de la llamada «patria». Cada quien reclama su parcela de poder y la defiende como si no pudiera vivir sin ella. Los intereses individuales, lo gremial, están muy arraigados y parecen dar orgullo, ventajas, sentido de vida; pero también desnudez a quien los pierde. Marx decía que los obreros, como clase social, no tienen patria, ni propiedad que defender; pero luego se ve que las burguesías en cada país han ganado la batalla económica, política e ideológica.
2. El gremialismo es, sin duda, un avance en las luchas de los trabajadores individualistas: los ferrocarrileros, los médicos, los electricistas, los campesinos, luchan solo por sus intereses; lo mismo puede decirse de los mineros, los profesores, los políticos electoralistas y sus partidos, los zapatistas, los intelectuales, los universitarios. Por eso también la burguesía y su gobierno busca prohibir que un estudiante apoye las luchas campesinas o que un profesor ayude las batallas de los electricistas; pero peor aún que los trabajadores de un sector pidan que no intervengan en su apoyo personas de otro sector. Por ello los gobiernos aprovechan la división y la falta de apoyo externo para madrearse y destruir a los movimientos.
3. El gremialismo está bien, es un avance, una defensa inmediatista, pero muy elemental; debe ser transformado con un pensamiento y una acción más general y colectiva. No sirve al proceso de transformación revolucionaria o de cambios profundos; el triunfo de ningún gremio o partido político (que siempre funciona como gremio) no sirve porque son sectas que sólo sirven a «los suyos»; por ello muchos trabajadores se convirtieron en obreros privilegiados o «proletarios de cuello blanco» que no querían luchar por nadie porque sus salarios eran los más altos de la región. Hay que luchar a fondo contra esa ideología del gremialismo que ignora la existencia de otros trabajadores explotados y miserables; decirles que tienen que unirse para luchar en conjunto.
4. En las luchas sociales tienen que intervenir todos los trabajadores, profesores, estudiantes o miembros de partidos, pero nunca como sectas y posiciones de poder; debe presentarse un programa general de lucha adecuado a las necesidades generales de los trabajadores. Se jode la lucha si se crean jerarquías, liderazgos inamovibles y líderes notables en lugar de coordinaciones o comisiones rotativas. Tienen razón los organismos que repudian a los partidos políticos conocidos por negociadores que transan; pero contrario a ello dan bienvenida a miembros individuales de partidos que con honestidad se unen a las luchas en las calles. El 99.9 por ciento de las luchas gremiales son derrotadas porque estallan aisladas, obedeciendo a la emotividad.
5. Si los 44 mil (cuarenta y cuatro mil) electricistas hubiesen sigo apoyados por los telefonistas, los maestros, los lópezobradoristas y zapatistas, el gobierno no les hubiese tocado ni un pelo; lo mismo se diría de los estudiantes del Yo soy 132, de los trabajadores de Mexicana y de los profesores que no han podido echar abajo la llamada reforma; educativa; pero los dirigentes, compitiendo entre sí, no demandaron la participación masiva de sus bases y el gobierno, los empresarios y los medios de información les pusieron en la madre a los electricistas. Pero como los lópezobradoristas tampoco apoyan los movimientos sociales porque sólo piensan en su partido, pues tampoco los movimientos votan por ellos ni los defienden de las transas.
6. El 80 por ciento del pueblo mexicano está estacionado en el más brutal individualismo asimilado del hogar, la escuela y la iglesia. Muchos continúan ese individualismo agrupándose en su gremio, en la defensa de su trabajo. Es posible que en los próximos 50 años se supere el individualismo y preocuparse por la persona o la familia sea un recuerdo vergonzoso. Pero mientras tanto será una traba gigantesca a romper por el perjuicio que causa a la lucha social. ¿O tienen que nacer otros seres humanos hechos con otro material y otro pensamiento? ¿Qué yo de qué organización soy? De ningún partido o gremio en particular y de todos (hasta de profesores y periodistas) que estén en las calles y que busquen salir a joderse al poder capitalista.
Blog del autor: http://pedroecheverriav.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.