Parafraseando al clásico podríamos decir: transformación que cede, transformación que se suicida.
Para detener, descarrilar o revertir el proceso de transformación de la vida social que México está experimentando desde diciembre de 2018 sólo se ve un camino: colocar en la Presidencia de la República a una persona de ideología conservadora, de pensamiento reaccionario, de mentalidad antipopular. O, dicho en pocas palabras, llevar a Palacio Nacional a un neoliberal.
Este personaje, desde luego, no podrá salir del bloque opositor, pues estaría condenado a la derrota electoral, cualquiera que fuera el membrete que lo postulara. La derecha comprende bien que para lograr ese propósito es necesario que tal personaje sea postulado por Morena.
Y el conservadurismo lo anda buscando precisamente en las filas de Morena. Uno de esos morenistas neoliberales es sin duda Ricardo Monreal, quien ha dado abundantes muestras de su oposición al proceso de transformación encabezado por López Obrador.
Pero Monreal no es el único. Abundan en Morena los emisarios del viejo régimen neoliberal. Mas no es fácil nombrarlos, pues están ocultos, ensarapados, agazapados, disfrazados de obradoristas.
Pero con su fino instinto de clase, la derecha los reconoce, sabe quiénes son. De Morena debe salir su aspirante a Palacio Nacional. Es cosa de mantener el engaño un poco más allá de las elecciones de 2024.
Por ello es necesario impedir que la selección del candidato presidencial de Morena salga del segmento conservador enquistado en el morenismo. Y sólo hay un modo de evitar esta posibilidad: poner la selección del candidato en las manos del pueblo, de la ciudadanía, eludiendo a toda costa los acuerdos cupulares en los que la derecha se mueve como pez en el agua.
Y la única manera de poner esa selección en manos populares es el método de las encuestas. Con este procedimiento no hay posibilidad de que tal selección sea producto de un acuerdo de las élites.
Habrá quien diga, desde luego, que las encuestas servirían para impedir un acuerdo cupular, pero que no garantizan que el seleccionado no sea un neoliberal.
Pero el pueblo también tiene instinto de clase. Y éste le permitirá elegir correctamente. Elegir lo que le conviene, sorteando los engaños, los disfraces, las simulaciones.
Por eso hoy lo urgente es que los morenistas y Morena no cedan en la ruta elegida: las encuestas como vía para elegir a su candidato a la Presidencia de la República. Parafraseando al clásico podríamos decir: transformación que cede, transformación que se suicida.
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