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¿Entre el acuerdo político, la guerra civil y la balcanización?

Fuentes: Rebelión

Han pasado treinta días y la estrategia fascista de buscar un «equilibrio» a su favor a través del golpe de Estado (aperturada por las elecciones del 20 O), ha generado otro «desequilibrio». Mientras que el MAS concilia, los movimientos sociales agitan «que se vaya Añez» Y en efecto, si bien es verdad, un sector del […]

Han pasado treinta días y la estrategia fascista de buscar un «equilibrio» a su favor a través del golpe de Estado (aperturada por las elecciones del 20 O), ha generado otro «desequilibrio».

Mientras que el MAS concilia, los movimientos sociales agitan «que se vaya Añez»

Y en efecto, si bien es verdad, un sector del MAS trata de llegar a un acuerdo político con el golpismo para dar una «salida pacífica» a la crisis política (Los Tiempos, 20/11/19), pues, la arremetida genocida en Sacaba, Cochabamba (con el saldo de 9 muertos) y El Alto (con 6 muertos), pues, ha profundizado la misma, y las masas plebeyas, en vez de amilanarse, han radicalizado la protesta. Como podemos observar, la renuncia de Evo Morales y sus llamados a la «pacificación» no lograron moderar la arremetida golpista.

Según el Defensor del pueblo, Nelson Cox, en total van 29 muertos, 115 de heridos y más de 200 detenidos, desde que comenzó el conflicto.

La humillación a la wiphala, a una mujer con polleras y la masacre en Cochabamba, han generado una rabia de indignación dando «un salto» en la unificación de las bases de los movimientos sociales, las mismas que, al parecer, están desbordando a sus direcciones burocráticas, extendiéndose los bloqueos a todo el altiplano, y desarrollándose, a la vez, organismos incipientes de «poder popular» como los Cabildos (que ya habían surgido en la guerra del gas), y que ahora están demandando «que se vaya Añez». Como decía Marx, «a veces la revolución necesita el látigo de la contrarrevolución».

El gobierno golpista, tiene como una de sus estrategias, llegar a un Acuerdo con el MAS, para darle un «barniz democrático a la dictadura cívica-militar», a pesar que son conscientes de que el MAS tiene un caudal electoral del 46% (por eso plantearon la proscripción del MAS, La Nación, 16/11/19), lo que hace contradictoria esta salida a la crisis.

Es así como se comprende que Jeanine Añez amenazara con convocar a elecciones vía decreto y que, Luis Camacho, haya propuesto que las elecciones se realicen el 19 de enero (tres días antes que finalice el mandato constitucional de Evo Morales), fecha consensuada, según él, con la COB y la Asociación de productores de coca de La Paz (Infobae, 19/11/19), lo cual implica a la vez, que el golpismo está apresurado por la convocatoria a elecciones antes que la rebelión se extienda a las otras provincias y su plan fracase.

En esta perspectiva, es preocupante y desmoralizante la estrategia del MAS, ya que a pesar que es mayoría en ambas cámaras legislativas y pudo desconocer la legalidad de la presidenta golpista, acaba de aprobar en el pleno parlamentario la renuncia a la presidencia de Evo Morales. «… La bancada del Movimiento al Socialismo (MAS) presentó un proyecto de ley excepcional y transitoria para las elecciones nacionales y subnacionales, en el que reconoce que la presidencia Jeanine Añez surge de la sucesión constitucional…La Elecciones Generales 2020 se realizarán el día domingo 12 de enero de 2020…», redactó página 7 (20/11/19).

Esta cuestión expresa la línea del derrumbe del MAS que tiene como antecedente la renuncia de decenas de gobernadores, ministros y funcionarios de primer nivel, producto de la burocratización y la sobreestimación de su fuerza, pero también de una estrategia bien planificada y selectiva por parte de la contrarrevolución.

Por su lado, la presidenta golpista Jeanine Añez, ha presentado, «…el proyecto de ley de «Régimen electoral transitorio» a la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) para la convocatoria a elecciones generales 2020 en el país que contempla un plazo de 15 días para elegir a los vocales del Tribunal Supremo Electoral (TSE) y departamentales desde su aprobación…», (Los Tiempos, 20/11/19), con lo cual el golpismo pretende consumarse.

El sostén del golpismo

El régimen político de Añez se sostiene, fundamentalmente, en las «clases medias» de la Media Luna, la policía, los militares, los Mass Media, la Iglesia, Bolsonaro, la UE y el Imperio del Norte. El golpe protofascista es una respuesta al fracaso del golpismo en Venezuela y a las rebeliones populares en Ecuador, Chile y Puerto Rico, que han derrotado los planes de ajuste del FMI y derrocado al ex gobernador Rosselló en el propio territorio yanqui, respectivamente.

Es por esta razón que la corriente golpista está decidida a masacrar a las masas sublevadas bolivianas, para luego avanzar hacia el resto de Latinoamérica (es por esto que están deteniendo y expulsando médicos cubanos), con sus planes de ajuste estructural con el fin de superar su crisis económica mundial y recuperar su tasa de ganancia.

Sin embargo, el golpismo político-policial-militar, para ser gobierno, necesita, por un lado, una careta democrática (que la misma OEA está exigiendo), y por otro, suplir de las necesidades básicas a la población (gas, alimentos como frutas y verduras), y esto último no lo está logrando. En su desesperación, acaban de emitir los DS 4078 y 4082, que exime de responsabilidades a los militares por las muertes que se produzcan en la represión social, a la vez que le asignan más de $5 millones de presupuesto al sector Defensa.

No obstante, la revuelta en vez de disminuir, aumenta y hay centenas de obreros mineros de Coro Coro con dinamita en las calles de La Paz protestando, a la cual se suman los maestros, etc. Y para la «mala suerte» de los golpistas, se desarrollan grietas en las filas de las tropas de soldados como parece suceder en el Regimiento de Escuela Policial Saavedra, donde 62 soldados «solicitaron su baja para no reprimir a sus pares».

La estrategia golpista de «satanización»

Es en medio del desarrollo de esta profunda polarización, que, el transporte está paralizado, así como toda la industria y comercios en El Alto, en el marco de la huelga general indefinida, y se están formando Comités de Autodefensa en Senkata (distrito 8) donde se ubica la planta distribuidora de gas. A esto hay que agregar la convocatoria al Cerco a La Paz, por la CSUTCB y El Mallku, así como los cocaleros en Cochabamba y demás provincias. En otras palabras, los movimientos sociales tienen grandes reservas de combate y una correlación de fuerzas en desarrollo con la cual podrían derrotar al golpe de Estado.

Sin embargo, habría que medir hasta qué punto, el acuerdo entre el MAS y el golpismo vaya a afectar la moral de los movimientos sociales. Hasta ahora, el golpismo mantiene buenas relaciones con Marco Pumari, presidente del Comité Cívico de Potosí, entre otros, a la vez que acusan a los cocaleros de «narcotraficantes», y de que hay grupos financistas y operadores de la sedición internacional integrado por cubanos, venezolanos y argentinos (radio TV Martí, 14/11/19). Esto con el fin de mantener alineada a su base social clasemediera así como «bloquear» la conciencia de los sectores populares de Potosí, Sucre, Chuquisaca, etc.

En este sentido, el Ministro de gobierno, Arturo Murillo, sin mostrar pruebas de su denuncia, declaró que, «… Es un día muy especial para nosotros porque acabamos de rescatar a toda mi familia que estaba en la selva…el gobierno transitorio no dejará que el Trópico de Cochabamba se convierta en tierra de nadie…», (El Universal, 17/11/19).

Luego, el mismo ministro, acusando al ex ministro de la presidencia, Juan Ramón Quintana, dijo, «…Estamos en un proceso de insurrección. Ustedes recuerdan a aquel que tiene las manos bañadas de sangre, ese ministro que dijo que Bolivia se va a convertir en un Vietnam, eso está tratando de hace r …», (Los Tiempos, 18/11/19). Y el día de hoy miércoles acaban de difundir un audio que sería de Evo Morales con un dirigente cocalero, donde el primero llama a bloquear Cochabamba, acusando al exiliado en México de «terrorista».

Las limitaciones del movimiento social

Las limitaciones del movimiento social boliviano como hemos señalado líneas arriba es que está dividido. «… La cuestión es que, hoy, la movilización social parece incapaz de reeditar la revolución que llevó a Evo Morales al poder. El MAS, que en sus años en el poder fue burocratizando su base social, fortaleciendo lazos clientelares y apelando a empleados públicos más o menos coaccionados, está desgastado política y moralmente. Pero la oposición también parece débil para concretar su ansiada contrarrevolución…», redactó el connotado analista político Pablo Stefanoni (Letras libres, 20/11/19).

Y en efecto, catorce años de «revolución democrática y cultural», sin romper con el Estado capitalista, pasan factura.

Es por eso que algunos desde la izquierda centran sus expectativas en La Comuna de El Alto, pero la capacidad de fuego alteño para poder enfrentar a los militares es limitada. Y esta cuestión explica porque los rebeldes alteños acaban de ser superados por el golpismo militar al sacar el gas en 40 cisternas con el saldo de ocho pobladores muertos y decenas de heridos. Solo la reactivación de la Asamblea Popular Nacional y Originaria (APNO) y la paralización de la economía por la clase obrera, podría potenciar la caída del golpismo. Pero como también hemos señalado líneas arriba, pues, la COB, continúa con una línea pragmática y confusa.

Esta cuestión y la capitulación del MAS es la que permite que el golpismo avance en su recomposición vía electoral, para después sacar las garras.

«… Ya estábamos bastante tiempo sin estos hidrocarburos y necesitábamos normalizar el servicio de transporte… son unas 40 cisternas las que inicialmente se distribuirán a distintas estaciones de servicio de las dos ciudades y anunció que se gestiona la repartición de otro convoy para subsanar esta emergencia… No sería justo que algunos ciudadanos carguen un montón de gasolina (por ejemplo) y otros se queden con muy poco, por ello vamos a dosificar la venta», declaró el Ministro de Hidrocarburos, Víctor Zamora (Cambio, 19/11/19).

La guerra civil

Por otro lado, de profundizarse la tendencia a una mayor polarización, pues, entraríamos a un escenario de guerra civil. Un escenario que tiene en la consigna popular, «ahora sí, guerra civil», su potencial desarrollo. Pero sería una guerra civil asimétrica ya que los pobladores solo tienen armas artesanales y algunos fusiles máuser de la guerra del Chaco (con Paraguay). La fortaleza del movimiento social radica en el contexto latinoamericano sacudido por ingentes rebeliones populares, así como en sus tradiciones revolucionarias y las victorias políticas de los últimos tiempos (incluso el ascenso de Evo al poder). No obstante, de desarrollarse este escenario, la misma podría dividir a Bolivia en líneas de etnia y clase social.

Para los golpistas una guerra civil podría ser el peor de los escenarios ya que las clases medias cautivas podrían pasar al lado de la rebelión indígena, obrera y campesina. Es más, en Bolivia, por el carácter débil del Estado, es probable que se desarrolle la deserción de decenas de batallones de soldados al no querer reprimir a su pueblo como parece estar sucediendo en el regimiento Saavedra. La revolución social de 1952 cuando las milicias obreras y campesinas desarmaron al ejército burgués, está todavía fresca en el subconsciente colectivo de las masas. Esta perspectiva es atemorizante para la oligarquía golpista boliviana.

Por estas razones, si el golpe es derrotado (para lo cual el MAS juega un rol importante como mayoría en ambas cámaras parlamentarias), el golpismo, podría apelar a la balcanización de Bolivia a través de la autonomía de las provincias de la Media Luna que integran las tierras más ricas en hidrocarburos y soja.

César Zelada. Director de la revista La Abeja (teoría, análisis y debate).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.