A sus 79 años, Ernesto Cardenal acarrea una vida desmesurada.Escritor, sacerdote, revolucionario, ministro…, su biografía le ha dado para escribir tres voluminosos tomos de memorias.Ahora trae a España el último, La revolución perdida (Trotta), y viene con una apretada agenda de promoción en la que figuran diferentes ciudades de Alemania, Suecia, España o Noruega. También […]
A sus 79 años, Ernesto Cardenal acarrea una vida desmesurada.Escritor, sacerdote, revolucionario, ministro…, su biografía le ha dado para escribir tres voluminosos tomos de memorias.Ahora trae a España el último, La revolución perdida (Trotta), y viene con una apretada agenda de promoción en la que figuran diferentes ciudades de Alemania, Suecia, España o Noruega. También aprovecha este periplo para tomar contacto con organizaciones que participan, por ejemplo, en sus proyectos de escuelas para campesinos en Nicaragua.
No obstante, asegura que tanto trasiego no es lo habitual en su vida cotidiana: «Mi vida es de retiro y silencio. Atiendo la correspondencia y las visitas, y el resto del tiempo lo dedico a la lectura, la escritura, la meditación y la oración».
En La revolución perdida, Ernesto Cardenal, que fue uno de los comandantes que tomaron Managua el 10 de julio de 1979, relata «los días difíciles y jubilosos que no volverán» de aquella gesta. Narra la lucha contra la dictadura de Somoza, rememora el triunfo de la revolución y el gobierno del Frente Sandinista, para continuar con la intervención norteamericana y la derrota electoral de 1990.
Considerado por algunos «el Che Guevara de Nicaragua», Ernesto Cardenal se hizo célebre con su famosa frase «toda revolución nos acerca al Reino de los Cielos, aún una revolución perdida», que da fe, además, de su vínculación personal con la teología.El considera que en la época de Jesucristo era tan radical hablar del reinado de Dios como ahora citar la palabra revolución: «A Cristo le crucificaron por estar anunciando un reino de Dios entre los hombres. Esa fue la razón de su muerte».
¿Cómo logra hacer compatible Ernesto Cardenal, entonces, su compromiso con el cristianismo y el marxismo? «Trato de ser fiel a la lucha de liberación de los pobres. Eso es para mí el marxismo, la revolución y el cristianismo. Eso enlaza también con el lema de la juventud que se reúne al grito de ‘otro mundo es posible’, porque las luchas de liberación hoy son más necesarias que nunca».
Cuando se cumple el 25º aniversario del triunfo de la revolución sandinista y del derrocamiento de Somoza, Cardenal percibe el futuro con optimismo, pero también transmite cierta resignación cuando habla de su país: «Nicaragua es hoy un país sin esperanza a corto plazo. Necesita otra revolución».
Tocado permanentemente con su boina negra, Cardenal define la revolución sandinista como «la gran hazaña del pueblo de Nicaragua.Es el acontecimiento más importante en la historia del país, frustrado por la injerencia de EEUU que no podía permitir un ejemplo como el de Nicaragua, o sea, un mal ejemplo».
Ernesto Cardenal, que acabó abandonando el FSLN en 1994, da por concluidas sus memorias con lo que él denomina la pérdida de la revolución: «Daniel Ortega dirigió la frustración. Los líderes se corrompieron y empezaron a robar, a repartirse la piñata.Eso fue el fin. Fue una experiencia muy dura. Nos veníamos dando cuenta de que el rumbo era equivocado, no fue de un día para otro. Por eso decidí salir, ya no era posible estar en ese partido».
¿Nunca se le ha tambaleado la fe? «Jamás», asegura impasible Ernesto Cardenal.