Escribiendo desde los áridos confines de su celda en la galería de la muerte, Mumia Abu-Jamal nos ofrece con este libro un testamento extraordinario del impacto transformador que supuso formar parte del Partido Pantera Negra. Siendo estudiante de secundaria, cuando entró en el Partido, su reflexión ampliamente documentada nos permite […]
Escribiendo desde los áridos confines de su celda en la galería de la muerte, Mumia Abu-Jamal nos ofrece con este libro un testamento extraordinario del impacto transformador que supuso formar parte del Partido Pantera Negra. Siendo estudiante de secundaria, cuando entró en el Partido, su reflexión ampliamente documentada nos permite entender hoy por qué, en sus propias palabras, «el Partido se convirtió en el núcleo central de la vida de miles de Panteras en todo el país». Es un verdadero placer leer las vívidas estampas de sus encuentros inolvidables, ya sea con compañeros del Partido, con oponentes políticos, líderes históricos de los Panteras o policías brutales. Su retrato del entusiasmo insaciable por la libertad que movía al Partido Pantera Negra, cuyos miembros eran en su mayoría adolescentes, como Mumia -y más de un 50% mujeres jóvenes- es refrescante. Pero la experiencia personal es sólo una de las facetas de «Queremos libertad. Una vida en el Partido Pantera Negra».
El libro de Mumia, que es una adaptación de su tesis doctoral presentada en la Universidad Estatal de California, Dominguez Hills, es accesible pero no simple. Sitúa el Partido Pantera Negra en el contexto de la resistencia durante siglos contra la dominación y la violencia protagonizada por los negros en su lucha sin tregua por vivir en libertad. Algunos hallarán revelador el modo en que el análisis de Mumia integra el Partido Pantera Negra en la historia de las luchas contra la esclavitud y el racismo, porque ese pasado se analiza tan pocas veces que generalmente se desconoce. Mumia aplica la dicotomía «esclavo doméstico/esclavo de plantación» que Malcolm X popularizó para establecer una distinción entre lo que él denominaba el venerado «modelo de los derechos civiles» de la historia negra, que surgió de los descendientes de los esclavos domésticos que identificaban su fortuna con la de sus amos, y la historia que protagonizaron los descendientes de los esclavos de las plantaciones, que reaccionaron a la brutalidad de la esclavitud, tal y como explicaba Malcolm X, rogando por la muerte de su amo cuando éste enfermaba. Mumia dice que «gran parte de la historia afroamericana hunde sus raíces en esta concepción radical de América, no como tierra de la libertad, sino como el lugar de su ausencia, un reino de represión e inseguridad». El Partido Pantera Negra nace de esa historia menospreciada, como encarnación contemporánea del espíritu de rebelión y resistencia, sometida a técnicas modernas de sabotaje, a represalias y a su eliminación de la memoria histórica.
Antes de que lo encarcelasen por el asesinato de un policía de Filadelfia en 1982, Mumia Abu-Jamal trabajaba como periodista. Su perspectiva en Queremos libertad no es exclusivamente la de un Pantera Negra, a pesar de que escribe de forma muy emotiva ya que estuvo entre los miembros fundadores de la rama del partido en Filadelfia, en mayo de 1969. Estos jóvenes revolucionarios se unieron con valentía a los Panteras Negras en un momento en que las redadas, los bombardeos, los tiroteos, los arrestos, el encarcelamiento y la muerte en manos de las fuerzas policiales y las agencias de inteligencia estaban al orden del día en su campaña por destruir la organización. Inevitablemente, cada miembro fue creando una versión más o menos regional a partir de las enseñanzas de los Panteras, una combinación excitante de cosas que les habían contado o que habían leído, rumores que les habían llegado mezclados con las «desinformación» subrepticia que se había puesto en circulación con la intención de desestabilizar a la organización, todo en medio de experiencias muy intensas que, para demasiados miembros, se volverían traumáticas. Sé de muchos Panteras que han escrito acerca de su experiencia en el Partido; algunos han hecho circular sus manuscritos sólo entre los familiares, otros los han dejado languidecer como borradores jamás terminados, y los más imaginativos han escrito guiones y novelas, aunque muy pocas han llegado a publicarse. Cada uno de nosotros conserva en su mente una lista de recuerdos de nuestros días en el Partido Pantera Negra, en la que hay lagunas sobre lo que entonces sabíamos, y el paso del tiempo sólo ha contribuido a desfigurar aún más unas memorias que se nos escapan. Cuando nos encontramos con antiguos Panteras, ya sea en películas, mediante libros o en persona -cuando acudimos a bodas, jubilaciones, funerales, juicios, eventos culturales, conferencias, manifestaciones o reuniones familiares-, seguimos tratando de juntar las diferentes piezas de las que se compuso esa experiencia y seguimos reinterpretando aquel vínculo indestructible que nos unía en el Partido Pantera Negra. Encerrado en un calabozo en Pensilvania, Mumia no puede asistir a estos eventos y el hecho de que haya escrito este libro es una muestra de su extraordinario talento, de su capacidad de concentración y su fortaleza espiritual.
Os aseguro que reconstruir la historia de los Panteras Negras no es una tarea fácil, en particular a la vista de la sofisticada operación de contrainsurgencia que ahora sabemos se montó contra la organización, sus líderes, partidarios y miembros; y específicamente contra Mumia, un alumno de secundaria cuya eliminación fue concertada por el Departamento de Policía de Filadelfia y el FBI. De entre los miles de documentos del FBI que han salido a la luz, se me ha quedado grabado en la memoria un memorando que leí, debido a un comentario que me pareció brutal y escalofriante. El memorando, del 9 de marzo de 1968, lo envió un agente especial de San Francisco al director del FBI: menciona en la segunda página que «el joven negro» necesita algo de lo que sentirse orgulloso, pero debe aprender que si se convierte en un revolucionario, lo será en un «revolucionario muerto».
Reconstruir la historia de los Panteras Negras no es una tarea fácil porque algunos de los libros y artículos periodísticos que uno consulta para poder entender algunos acontecimientos relevantes y establecer su cronología han sido distorsionados, mediante una falsificación deliberada de la información, o al menos resultan sospechosos, como el engañoso libro del ex Pantera Negra Earl Anthony, escrito en 1969, publicado por Dial Press en 1970 y titulado Picking Up the Gun (Cogiendo el revólver). Veinte años después, Anthony reveló en un segundo libro que había trabajado como agente secreto para el COINTELPRO (el acrónimo de COunter INTELligenge PROgram, Programa de Contrainteligencia) del FBI mientras estaba en el Partido. No es una tarea fácil porque el Partido Pantera Negra se extendió por todo el país a partir de un grupo local con base en Oakland hasta convertirse en una organización nacional en 1968, y los que estuvimos implicados en ese proceso no tuvimos apenas tiempo de tomar nota cuidadosamente sobre él. Nadie se dedicó a registrar lo que pasaba y quien hizo qué, y se perdió mucho debido a la deliberada glorificación de nuestro líder encarcelado Huey P. Newton, que se enfrentaba entonces a la cámara de gas, y debido a la campaña internacional que se impulsó para lograr su liberación, que nos absorbió muchísimo tiempo. La operación secreta del COINTELPRO que fragmentó al Partido en diferentes facciones en 1971 se basaba en técnicas meticulosas destinadas a generar desconfianza y paranoia, convirtiendo a antiguos buenos amigos en fervientes enemigos y colocando a agentes secretos en posiciones estratégicas con el fin de apresar o asesinar a miembros clave en el partido. Una de las consecuencias más devastadoras de esa ruptura fue la sensación de abandono y de traición que llevó a antiguos Panteras a romper toda comunicación con cualquiera que se hubiera alineado con la otra facción, que fue demonizada durante más de una generación.
La leyenda que se ha generado, los rumores y la falta de memorias accesibles están echando a perder algo que ya se ha convertido en «historia».
Mumia se enfrenta a estos obstáculos de una forma admirable en Queremos libertad, sacando sus propias conclusiones de los estudios, las memorias y los documentos gubernamentales disponibles, y añadiendo las fascinantes observaciones que extrajo de su propia experiencia personal. Aunque la imaginería y los eslóganes del Partido Pantera Negra hayan sido redescubiertos por la cultura popular, y se haya creado un ambiente de reconocimiento y debate sobre la importancia histórica del Partido, éste todavía es un proceso lento. Los relatos periodísticos que practican el sistema de «vapulear y arrasar» y los retratos al más puro estilo de la novela negra han dificultado el desarrollo de estudios académicos. El profundo amor que sentían por el Partido Pantera Negra miles de miembros de las comunidades y antiguos Panteras, así como la reciente publicación de varios ensayos en los que se reconoce su legitimidad política están impulsando una aproximación más rigurosa a su historia. Cada vez más, hay jóvenes estudiantes que eligen como tema de investigación la controvertida época en que el Partido Pantera Negra adquirió una importancia internacional para de repente hundirse en la más absoluta oscuridad, y cada vez se dedican más estudios a analizar aspectos específicos del Partido Pantera Negra. El libro de Mumia contribuye doblemente a complementar y a desarrollar este proceso; contribuye en tanto que investigador y en tanto que protagonista, ya que su participación en el Partido le iba a cambiar la vida por completo. Su relato sobre cómo era la existencia cotidiana de un joven Pantera os hará reír, quizás también os confunda cuando leáis cosas que os parezcan imposibles, os permitirá establecer conexiones que no se os habían ocurrido previamente y os animará a seguir investigando.
El capítulo titulado «Un partido de mujeres» fue escrito a partir de documentos que Mumia pidió a las mujeres del partido y que pudo leer gracias al apoyo de gente desde fuera de la cárcel. Las mujeres que conocieron a Mumia en los días en que fue Pantera o que le han visitado recientemente en la cárcel comentan su ternura, su espiritualidad innata y su adorable personalidad; algo que se constata con facilidad en este capítulo sobre la naturaleza de la participación de las mujeres en el Partido Pantera Negra. El capítulo, que en gran medida reproduce literalmente las palabras de las mujeres, presenta un cuadro conmovedor y lleno de matices de las mujeres que participaron en un movimiento en transformación constante y que crecía con rapidez, a pesar de su persecución, y nos explica con precisión cómo era la vida de las mujeres en este contexto. Como dice Mumia, la vida de la mujer en el
Partido era «Trabajar duro. Estudiar mucho. Amantes encarcelados. Supervivencia. Esfuerzo. Tiempos de promesas. Momentos de terror. Resistencia al machismo. Y esperanza». Mumia concluye: «Aunque el Partido ya no exista, gran parte de su espíritu, la esencia de la resistencia colectiva, del servicio a la comunidad, la perseverancia, continúan existiendo en la vida de [mujeres] que aspiraron a transformar las realidades en las que tanto ellas como su gente habían nacido. Ellas fueron, sin lugar a dudas, lo mejor del Partido Pantera Negra».
Contraponed lo que leáis en Queremos libertad con el hecho de que el jurado de Filadelfia, indeciso acerca de los motivos que condujeron a Mumia a matar presuntamente al oficial de policía Daniel Faulkner en un caso realmente turbio, acabó convenciéndose de su culpabilidad cuando supo que había sido miembro del Partido Pantera Negra. Unas pruebas materiales poco consistentes, unos testigos oculares perjuros y un fiscal con problemas de alcoholismo impidieron el menor atisbo de justicia en el juicio a Mumia. Esto quizás os ayude a comprender mejor el error judicial que condujo a la pena de muerte. Este hombre condenado, este autor tan sensible y reflexivo, ha puesto toda su energía en un libro extraordinario en que explica las razones de su pertenencia al Partido Pantera Negra, y revela el precio tan elevado que ha tenido que pagar tanto por esa pertenencia como por contar su historia ahora.
* Kathleen Cleaver, histórica militante del Partido Pantera Negra fue secretaria de prensa y portavoz de la organización