M.H.: Estás presentando «Eva Perón resucitada». V.Z.L.: El jueves 4 fue la última función que dimos en el teatro Padre Mugica en la calle Piedras 720. Ahí hemos transitado otros meses más con una obra que ya lleva 3 años, porque la pudimos poner en escena a poco de que arribó al gobierno Mauricio Macri. […]
M.H.: Estás presentando «Eva Perón resucitada».
V.Z.L.: El jueves 4 fue la última función que dimos en el teatro Padre Mugica en la calle Piedras 720. Ahí hemos transitado otros meses más con una obra que ya lleva 3 años, porque la pudimos poner en escena a poco de que arribó al gobierno Mauricio Macri.
Yo hablo siempre de una decisión que tomé apenas lo vi transitar desde el gobierno, que venía un tiempo muy difícil para quienes vemos el mundo desde el sueño de concretar uno más civilizado, más justo y fraternal. Tal como lo imaginaba, con el transcurso de este gobierno, hemos llegado a un momento como pocas veces he visto en mis casi 80 años y desde que puedo hablar desde alguna mirada histórica y desde una consciencia crítica que he intentado durante todos estos años de hacerla crecer.
Y ha sido una de las primeras obras que se planteó a partir desde esa epopeya, ese mito pero a la vez esa realidad profunda que simboliza Eva Perón, lo que yo entiendo es hoy el sentimiento, la pasión, el concepto vigente si queremos entender la realidad social de hoy por hoy que es la aparición de esa terrible pasión que es el rencor, más terrible que cualquier otra de las pasiones de los seres humanos. De eso trata «Eva Perón resucitada en los tiempos del rencor».
M.H.: Y vas a presentarla también en un nuevo aniversario de la muerte de Eva Perón en el Teatro Roma de Avellaneda el próximo viernes 26 a las 21:00.
V.Z.L.: Sí con una entrada muy económica de $ 120. Pero no puedo invitar a nadie porque quien organiza es gente muy hermosa, la gente de la Municipalidad de Avellaneda, pero yo no soy más que un artista que pone su obra. Pero repito, el precio es muy económico. El teatro es hermoso, merece conocerse. Pocas veces vi un teatro más hermoso que este de Avellaneda en nuestro país. Me emociona mucho porque está también muy cerca de la cancha que para mí también expresa lo más hermoso que es la de Racing. Y también a pocos metros de la Universidad Nacional de Avellaneda donde desde hace casi cinco años estoy dando clases con mucho amor y entusiasmo.
M.H.: Y también empezaste con «El cristo rojo».
V.Z.L.: Es una obra que amo mucho, porque me toca en lo personal. Es la reflexión del dolor del diferente en un mundo tan loco que castiga la locura. Y ahí está la vida de Jacobo Fijman, uno de los mayores poetas y pensadores del Siglo XX en nuestro país. Me animo a decir que sus poemas son fundamentales en toda la literatura en español del Siglo XX. Que pasó 30 años marginado, escondido, secuestrado en un hospicio de Buenos Aires, a quien conocí, por quien peleé para sacarlo, a quien le di lo mejor de mi fraternidad y él me dio conocimientos que aún siguen vivos en mi cabeza.
Escribí esta obra y me animé también a hacer de Jacobo Fijman, no porque no haya otros actores que no lo puedan hacer técnicamente mejor que yo, pero hay un límite tan delicado entre lo que es Fijman y la locura que pensé que he transitado tanto por ese límite y he sentido tanto amor por Fijman y tanta bronca porque a un ser con su capacidad lo tengan 30 años secuestrado en un manicomio; quería poner todo de mí como una humilde pero a la vez decidida sublimación de su dolor y de su mensaje al mundo. Porque a pesar de lo que sufrió hasta los últimos momentos de su vida, siguió escribiendo poesía. Es en un pequeño teatro, el Espión que está en la calle Sarandí 766 los sábados de julio a las 20:00.
M.H.: Esto va a ser los sábados de julio con dramaturgia de Vicente Zito Lema, interpretación de Alan Robinson y Vicente Zito Lema, con música de Alicia Mazzieri en piano, Florencia Topolián en canto y la dirección de Galileo Bodoc.
También estás escribiendo una novela donde sos protagonista junto a Jacobo Fijman.
V.Z.L.: Cierro un ciclo. No quiero traer ninguna tristeza a nadie que haya tenido contacto con mi vida, que me haya leído o haya sido estudiante mío porque ya son tantos años que doy clases, desde el ´70 han pasado muchos estudiantes por mis garras. Pero digo sinceramente que uno va organizando las despedidas, no digo que me voy a morir, pero tengo claro que todo tiempo de capacidad creativa tiene sus desarrollos, como decía Aristóteles, todo crece, se desarrolla y se extingue. Mientras me sentía fuerte me planteé terminar esta etapa en la que estoy cerrando varios libros simultáneamente y quería cerrar un libro donde estuviera Fijman, sus experiencias y desde ahí lanzar mis propias experiencias y recuerdos.
Componer con lo que conocí de Fijman y con lo que de alguna forma conozco de mí, como un personaje que nos trascienda a los dos y se haga cargo de muchos símbolos. Por ejemplo, la poesía, la aventura de construir un mundo a pesar de todas las dificultades que nos pueda presentar la vida, la búsqueda del amor desde lo más profundo, casi inocente del corazón humano, no renunciar a los grandes sueños en la transformación social, enfrentar los prejuicios. Ese personaje que de alguna forma sé que habitó en Fijman y que aún, a pesar de los años, habita en mí. Esa mezcla entre Fijman y Vicente Zito Lema es este personaje que va contando el mundo y recreándolo. Esa es una novela que espero terminar en un par de meses porque va a ser una de las formas de festejar en noviembre mis 80 años.
Una cultura socialista
M.H.: Te voy a tirar un anzuelo: «Sangre grupo A, factor RH negativo, 34 años. Doce años diarios en la búsqueda absurda, castradora e inhumana del sueldo que no alcanza. Dos empleos. Escritor surrealista. Es decir, escritor realista del sur. Vivo en una pieza, hijo de obreros, tengo conciencia de clase, rechazo ser travesti del sistema, esa podrida máquina social que hace que un hombre deje de ser un hombre, obligándolo a tener un despertador en el culo, un infarto en el cuore, una boleta en la cabeza y un candado en la boca».
V.Z.L.: Hermoso. Es uno de los últimos textos de Roberto Santoro. Un amigo entrañable, compañero de lucha, con quien trabajamos en distintos proyectos de arte pero también en proyectos políticos y sociales y que también, como si fuera poco, compartimos la pasión por Racing y el futbol.
M.H.: Son todos de Racing ustedes. El 1º de julio fue el 45º aniversario de la muerte de Perón que también era de Racing.
V.Z.L.: Y Evita era de Racing. Y el Che Guevara ¡y Marx!
M.H.: ¡No me digas!
V.Z.L.: Doy fe. Porque todo lo que pensó era tan hermoso que merece ser de Racing. Yo amo mucho a Evita pero también amo muchísimo a Marx. Creo que aún a quienes no lo leyeron les ha hecho bien.
M.H.: Salvo al Presidente de River, D’onofrio, que cuando le nombraban a Marx creía que le hablaban de un jugador de fútbol. Tremendo ignorante.
V.Z.L.: Y… es de River. Puedo hacer mi chiste, porque hace algunos años que River se concentra en ganar y nos ha ganado a nosotros todos los últimos encuentros que hemos tenido. No salimos de empatar o de perder. Pero bueno, a los compañeros de River, donde también hay gente de mi familia no directa, hablo de los compañeros de mis hijas. Amo a todos los que, donde sea que estén ubicados frente al fútbol, tengan esa llamita potente de no aceptar la realidad como es y de querer cambiarla. Pero no solo un querer de ilusión, sino de práctica. El cuerpo en acto.
Y te cuento que estoy muy contento porque ayer estuve todo el día recorriendo espacios muy humildes junto a la gente de La Garganta Poderosa que me llevaron a barrios muy precarios pero con gente muy hermosa.
Estuve en una biblioteca barrial, en un espacio donde no abunda ni la comodidad ni los bienes que merecerían tener para combatir el frío, todo eso escasea, pero a la vez había un amor por los libros en esa pequeña biblioteca que me fui recompensado de haber estado aun con frío en ese lugar.
La gente de La Garganta Poderosa, que eran muchos jóvenes periodistas que trabajan en ese hermoso proyecto, de los que iban a venir dos y al final se sumaron como 15, que querían saludar a este viejo poeta. Para mí fue hermoso estar con tanta gente joven que trabaja en el periodismo, que escribe, que milita socialmente en los barrios más humildes de nuestro país. Fue una experiencia hermosa. Yo no sabía que ya tienen en todo el país prácticamente 80 centros y muchos de ellos como los anarquistas en su tiempo, mi abuelo lo era, así que tengo un amor muy grande por la historia del anarquismo en el mundo; y veo que estos jóvenes mantienen la tradición. Desde donde están organizan una pequeña biblioteca. Es muy hermoso destacarlo en estos tiempos.
M.H.: Quiero volver a Santoro que desapareció un 1º de junio de 1977. Tres hombres de civil secuestraron a Roberto Santoro en la Escuela Nacional Técnica Nº 25, Fray Luis Beltrán, donde era preceptor. Santoro no era solo un escritor, un poeta o un periodista, quería sacar la literatura de los intelectuales y llevarla a la calle. «Si mi poesía no ayuda a cambiar la sociedad no sirve para nada», decía. Contanos un poco más de Roberto Santoro.
V.Z.L.: Nos hemos conocido siendo muy jóvenes, tendríamos 23 años. Somos del mismo año.
M.H.: Santoro nació un 17 de abril de 1939 en Buenos Aires.
V.Z.L.: Por eso, yo también nací en el ´39 nada más que yo nací en noviembre. Nos conocimos siendo muy jóvenes, nuestros primeros grupos fueron la revista Cero y la revista El Barrilete. Después trabajamos mucho en la publicación de informes que se hacían cuando pasaban acontecimientos dolorosos desde lo político y lo social, y la idea que había sido de Roberto, era la de organizar lo que llamábamos «Informes».
M.H.: ¿Participaste del «Informe sobre Trelew»?
V.Z.L.: Sí, claro.
M.H.: Inconseguible esa publicación.
V.Z.L.: Yo la rescaté, es parte de los documentos que están en mi libro Trelew una dulce memoria.
M.H.: No lo sabía.
V.Z.L.: Es un libro que salió hará unos 4 años y del que ya se hicieron 3 ediciones y las tres están agotadas.
M.H.: Agotás todo lo que publicás. A mí me agotaste Luz en la selva.
V.Z.L.: Hay mucha gente joven que se acerca porque quiere conocer a un viejo escritor que todavía patea las calles y de ahí vienen las cosas. Pero volviendo a Roberto, también él organizó una pequeña editorial de jóvenes poetas. Y quiero contar algo que habla de él.
Cuando quiere editar el primer libro de poesía me viene a hablar para editarme a mí, y yo que conozco de estas ediciones humildes porque yo también las he hecho, le pregunté quién lo iba a pagar si recién empezábamos la publicación y era muy difícil contar con un apoyo. Y él me dijo que había podido juntar unos pesos porque tenía un trabajo estable y lo iba a pagar él. Entonces yo le dije que lo ayudaba y le propuse que publicara él algo suyo que todavía no lo había hecho. Pero me dijo que no, que él lo había decidido, que iba a publicar poemas míos.
Para un poeta sacar sus primeros poemas es un hecho mágico, trascendental y muy potente. Que alguien quiera sacar una primera edición, humilde pero a la vez profesional, con todas las dificultades que tienen los emprendimientos humildes e independientes, a pesar de eso, elige publicarle a otro.
Ese es un acto donde lo que entendemos por cultura socialista supera totalmente a la cultura del narcisismo, del egoísmo, de sentirse uno por encima del otro. Es un ejemplo y por eso lo quiero recordar. Esa colección que tendría que haber empezado por él, empezó con algo que publicó de manera fraternal hacia un compañero.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.