1. La batalla por la liberación es nacional y mundial. No sólo hay que luchar por liberar al pueblo inocente de las cárceles, también hay que batallar porque los pueblos se liberen de la cárcel mayor: la que le impusieron hace siglos los explotadores y su Estado opresor. Como en algún lugar dijera Marx: mientras […]
1. La batalla por la liberación es nacional y mundial. No sólo hay que luchar por liberar al pueblo inocente de las cárceles, también hay que batallar porque los pueblos se liberen de la cárcel mayor: la que le impusieron hace siglos los explotadores y su Estado opresor. Como en algún lugar dijera Marx: mientras se lucha por la revolución mundial, el proletariado nacional debe acabar con su propia burguesía. Mientras luchamos por la liberación de los trabajadores de las gigantescas cárceles impuestas en campos, fábricas, escuelas, asilos, batallamos por nuestros presos víctimas de la injusticia capitalista. Por eso decimos que no descansaremos en nuestras protestas callejeras, que buscaremos más y mejores apoyos y que haremos todo lo digno que esté en nuestras manos para que nuestros 24 jóvenes presos por oponerse a la visita de Bush, salgan de la cárcel.
2. El viernes 13, nuestros compañeros jóvenes manifestantes contra la visita de Bush -el asesino de los pueblos del mundo- cumplirán un mes en los «separos» del Cereso (cárcel estatal) de Mérida, Yucatán. Las siete marchas de repudio, antes y durante la visita, fueron pacíficas; pero la de ese día 13 fue infiltrada nuestra protesta por tres o cuatro agentes provocadores encapuchados, pagados por el gobierno, que se encargaron de romper una puerta, dos vidrios y un macetero de barro en el palacio municipal. Esa provocación fue el pretexto para que 500 soldados disfrazados de policías -a los tres minutos- llegaran con un ruido estrepitoso de sirenas y el rechinar de sus botas y escudos a perseguir y detener en la plaza principal a todos aquellos jóvenes de playera negra, cabello largo, aretes y tatuajes. A los pocos minutos ya habían detenido y golpeado a 60 jóvenes.
3. Los militares estaban preparados para la redada y sólo esperaban el llamado para intervenir. Sin que los manifestantes, por falta de previsión, estuviéramos enterados, la plaza principal estaba rodeada a dos cuadras con camionetas llenas de militares. No sabíamos que Calderón, el gobernador y el alcalde municipal, habían preparado una redada o razia contra los jóvenes que protestaban y que semanas antes se habían manifestado contra el aumento de los precios de los pasajes de autobús en la ciudad. Pero también nos olvidamos que la política de Calderón y su secretario de Gobernación es acabar con las luchas de protesta de los jóvenes, tal como lo hizo este último en Guadalajara. La estrategia planeada por el gobierno funcionó: allí están hoy 24 jóvenes presos inocentes, sin prueba alguna de parte de los jueces para ser detenidos.
4. ¿Qué hemos hecho para lograr su liberación? Seguir confiando, ilusamente, en las instituciones de justicia. Sabiendo que éstas nunca han funcionado a favor de los inocentes o de los pobres sino de quienes tienen dinero para comprar al gobierno y a sus jueces, hemos puesto nuestra confianza en tres abogados amigos. Sin embargo, por otro lado, todos los días padres, familiares, amigos y luchadores sociales realizamos plantones como protesta. Ningún partido de los llamados de oposición, que se entretienen en campañas por el voto y con las elecciones, se ha acercado a manifestar su apoyo. La ciudadanía «ignora», dice no estar enterada o de plano, siguiendo las mentiras y calumnia de la TV, la radio y la prensa escrita (con excepción del Por Esto y Tribuna), condena a los jóvenes y justifica su encarcelamiento. Los calumniadores nos ganan.
5. Un diario llamado «De Peso», que es un verdadero pasquín de sexo, nota roja y deportes; un periódico, «Diario de Yucatán» de orientación clerical conservadora, dos canales televisivos nacionales: Televisa y TV Azteca, además de dos locales: uno del gobierno panista y otro privado, sin el menor fundamento se han dedicado a calumniar a los jóvenes por su rebeldía frente al sistema establecido. Sin prueba alguna les llaman delincuentes, drogadictos, rebeldes, anarquistas, etcétera, etcétera, por el sólo hecho de vestir y comportarse sin las hipocresías de «la gente bien». Esa intensa campaña de los medios, mas el silencio cómplice del alto clero yucateco, ha evitado que la ciudadanía meridana apoye la lucha por a liberación de los jóvenes presos. Este bloqueo informativo debe llevar a buscar otras formas de protesta que permitan aclarar la funesta campaña de los medios.
6. Aunque el gobierno empresarial de Felipe Calderón esté consolidando la estrategia de los últimos años de Vicente Fox, de encerrar los actos públicos con cordones de rejas de metal y militares, y dado que el llamado diálogo y los órganos de justicia son casi inexistentes, para sacar a nuestros jóvenes presos es necesario intensificar la campaña de contra información. Debe demostrarse que en las cárceles está la gente pobre y los enemigos de la explotación y que los verdaderos delincuentes andan libres haciendo negocios asociados con el gobierno y los empresarios. Debe demostrarse que las leyes fueron hechas por los poderosos para ponerlas a su servicio y que los valores de «bondad, justicia y libertad» que difunden gobierno, empresarios e iglesia son sólo engaños que sirven para mantener la explotación y la dominación del pueblo trabajador.
7. El triunfo del pueblo en sus luchas y la liberación de sus presos depende de que se logre movilizar a la población en torno a sus propios intereses. Si bien los intereses inmediatos de los trabajadores hace siglos fueron comer, vestir y guarecerse, hoy es inexplicable un ser humano sin gozar, además de los antes señalados, de servicios de salud, de educación y bienestar social. Ayudar al desarrollo de la conciencia de la población y acompañarla en sus luchas por reivindicaciones puede ayudar a la consolidación de un gran movimiento social. Al parecer estas no son tareas de los partidos políticos electoreros preocupados exclusivamente en conquistar cargos de gobierno. Sacar a la población de su letargo es tarea de los que se integran a los movimientos sociales en el campo y en la ciudad, de quienes no buscan acomodarse en el sistema.
8. Los jóvenes iniciaron una gran revolución cultural profunda en los sesenta, hace más de cuatro décadas y aún no concluye. Su vestido, su arte, su música, su comportamiento resurge con un gran grito libertario después que durante más de 40 años los han buscado estrangular las clases explotadoras y retrógradas. No son las personas -la mayoría de ellas acomodadas en el gobierno, en los partidos y las empresas- sino las ideas que no descansan hasta hacerse realidad. La familia, la escuela, la iglesia, los sistemas de justicia, la falsa moral individualista -cuestionados con cierta pasividad en los años sesenta- hoy son criticados con mayor crudeza, de manera más abierta y activa. Parece que los jóvenes no están dispuestos a acobardarse frente a ese terrible monstruo de mil cabezas que se recompone y que no quiere morir. Pero, a la larga, será derrotado.