Menudo chocho se ha montado entre Sabina y Ramoncín. Dos rockeros enfrentados al estilo «Salsa Rosa» como si de dos putones verbeneros se tratase, rivalizando a ver quien de las dos se ha tirado más veces a un matador de postín o al último galáctico merengue. No por el tema en cuestión, sino por la […]
Menudo chocho se ha montado entre Sabina y Ramoncín. Dos rockeros enfrentados al estilo «Salsa Rosa» como si de dos putones verbeneros se tratase, rivalizando a ver quien de las dos se ha tirado más veces a un matador de postín o al último galáctico merengue. No por el tema en cuestión, sino por la forma de haberlo hecho apareciendo en programas rosa de sobremesa.
El tema en cuestión, por el cual los dos artistas han sacado las uñas (y la lengua), es el de la piratería. Más conocido como top manta. Todo a raíz de la gira que el de Úbeda comenzará próximamente, y que lleva por título «Carretera y top manta». Ramoncín, vinculado a la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) y a la defensa de los derechos de autor, tachó el título del tour de Sabina de «vergonzoso y vomitivo». Éste alegó que lo del título bien se ve que es una broma, ya que «a mí tampoco me gusta que me roben», mientras, con el sarcasmo que le caracteriza, comentaba que los discos de Ramoncín están más baratos en las tiendas que en el top manta.
Ramoncín, últimamente más dado a su faceta de tertuliano, se posiciona al lado de Falsimedia y las multinacionales del disco, que nos escupen a diario lo dañino que es el pirateo para la industria discográfica española. Supongo que quien tenga acciones en una empresa del sector, esté preocupado. Pero no creo que la inmensa mayoría de los españolitos de a pie sean accionistas de Sony, BMG o de Vale Music. Los plumíferos del sistema, siempre intentando vincular las empresas, que pertenecen a un señor o grupo de personas, con el país donde están ubicadas. Repsol es de los españoles cuando la nacionalizan, pero cuando cierra ejercicios con beneficios astronómicos no vemos un duro por ninguna parte. Lo mismo hacen ahora con el tema del pirateo, pero usando además el argumento de la cultura y el arte.
«La gente que compra en el top manta no ama la música», ha dicho alguna vez algún artista defensor a ultranza de la SGAE y de la cultura musical (de la suya, claro). Los que no aman la música son las multinacionales, más preocupadas del beneficio y del vil metal que de crear arte y cultura. Y no hablemos ya de los oportunistas de salón y moqueta (mal llamados artistas), forrados hasta los pelos del culo, que se reúnen con ZP en Moncloa, y con aires de rebeldía le exigen que endurezca las leyes contra el pirateo por el bien de la cacareada cultura patria. Ésos no sé si aman la música, ni me interesa, pero les importa un santo carajo que tenga acceso a la cultura un currante medio que gana 600 ó 700 euros al mes, y que para adquirir un CD, que cuesta unos 18 ó 20 euros, tenga que dedicar el 4% de su sueldo. Hijos de El Corte Inglés y Operación Triunfo, que desconocen la palabra hipoteca, cuyo único objetivo es amasar fortuna para cambiar el yate, el BMW, la casa de Miami (donde los muy patriotas viven para evadir impuestos) o regalarle unas domingas nuevas a la churri de turno. Les importa una polla que el Mohamed no tenga otra forma de ganarse la vida para enviar cuatro perras a su familia, o que el señor Antonio se las vea negro, tras pagar la hipoteca, la letra de la flagoneta y el papeo de los churumbeles con su sueldo de escayolista a tiempo parcial, para comprarle a su Jennifer el último CD de Bisbal o de Alejandro Sanz. Todo ello mientras uno de los «triunfitos» con tres o cuatro años de carrera se puede comprar una casa de 400 millones de las antiguas rubias. A ninguno de ellos le asaltará una banda de esas que se dedican a atracar chalés por el levante español, ya que tendrán contratada a una empresa de seguridad (donde los sueldos de los seguratas son de risa, dicho sea de paso) para que proteja los bienes de tan nobles figuras del arte.
El arriba firmante es consciente, de que todo lo arriba expuesto en el lenguaje de lo políticamente correcto es pura demagogia. En una canción del último disco de Sabina titulada «Mater España» (donde piropea a la madre patria y le menta a los muertos al mismo tiempo) hay una estrofa que reza: «…fibra óptica y ladillas…» Ramoncín y demás mercachifles del mamoneo discográfico quieren la fibra óptica para ellos, y las ladillas y la mierda donde habitan para el ciudadano de a pie, que además tiene que comprar sus discos originales para que no le tachen de amigo de lo ajeno. Puestos a ser demagógicos.
Nota: Confío en que Joaquín Sabina, al que no tengo el placer de conocer y que comentó que «piratas más grandes hay en las multinacionales», no me denuncie por ser el título de mi artículo un plagio de un verso de su canción, ni me pida que le abone derechos de autor.