Con gran alivio millones y millones de mexicanos han tomado conocimiento del fin de la era más corrupta y simuladora que haya habido en el Instituto Nacional Electoral (antes IFE), desde su fundación.
El INE nació para perpetuar el fraude electoral. Y vaya que cumplió con su encomienda desde la época de José Woldenberg hasta la era de Lorenzo Córdova Vianello. Pero, ciertamente, a este ultimó lo atropelló la insurrección electoral que llevó a la Presidencia de la República a Andrés Manuel López Obrador.
Una verdadera insurrección ciudadana que con 30 millones de votos hizo imposible un nuevo fraude electoral. Y así fue, porque frente a esa cosecha de votos resultaron insuficientes los nueve millones del PAN y los 7 millones del PRI.
Pero si la misión central del INE era el fraude que resultó imposible, en la era de Lorenzo Córdova la institución se auto asignó una segunda labor: enriquecer desmedidamente a la pandilla de bandidos comandada por Lorenzo Córdova, Ciro Murayama y Jacobo Molina.
De modo que al agravio del esperable fraude electoral se sumó la convicción ciudadana del mayúsculo robo del dinero del INE. Y, así, estos dos agravios empujaron con incontenible fuerza a la ciudadanía a sufragar por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y por López Obrador.
Consecuentemente podría decirse que el INE dejó de lado la simulación, es decir, que incumplió esa tarea de simulación por haberse dedicado al puro robo del dinero puesto bajo su cuidado y administración.
En los últimos cuatro años empezó a conocerse, con pelos y señales, el monstruoso nivel de corrupción del INE y de sus principales funcionarios. Y es evidente que a este conocimiento contribuyó decididamente el fenómeno de comunicación social y popular que es la diaria conferencia de prensa del Presidente López Obrador, conocida como la Mañanera.
No es que Cordova, Murayama y Jacobo hayan decidido quitarse la máscara de personas honradas con la que cubrían su verdadero rostro de bandidos. Esa máscara les fue arrancada por la Mañanera.
Y lo mismo está ocurriendo con el Poder Judicial. Cada día que pasa la ciudadanía confirma en la Mañanera que un gran sector del Poder Judicial es una moderna pero enmascarada versión de la Cueva de Alí Babá.
Recuérdese que, como decían antes los priistas, para ser bandidos exitosos hay que parecer honrados.
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