En 40 días el BCRA vendió 2.500 millones de dólares de las Reservas Internacionales (RRII) de la Argentina para evitar la suba del dólar, contenido debajo de los 21 pesos por dólar. ¿Quiénes compraron esa cantidad de moneda? Especuladores que optan por distintos activos financieros, asegurando una rentabilidad con recursos que administra la autoridad monetaria […]
En 40 días el BCRA vendió 2.500 millones de dólares de las Reservas Internacionales (RRII) de la Argentina para evitar la suba del dólar, contenido debajo de los 21 pesos por dólar.
¿Quiénes compraron esa cantidad de moneda? Especuladores que optan por distintos activos financieros, asegurando una rentabilidad con recursos que administra la autoridad monetaria pero que pertenecen al conjunto de la sociedad.
En definitiva, la sociedad, por decisión del Gobierno Macri sostiene la especulación financiera, no solo desde el BCRA. Decimos esto porque el fenómeno especulativo ocurre en simultáneo con la política impulsada desde el Ministerio de Finanzas.
Luis Caputo, el Ministro de Finanzas fue interpelado en el Congreso por la bicameral de seguimiento de la deuda. Se buscaba indagar al funcionario sobre sus vínculos personales con empresas off-shore en su actividad privada antes de asumir funciones en el sector público. Pero también por su papel en la definición de políticas que beneficiaron a algunas de esas empresas entre muchas otras organizadas para sustentar la especulación financiera.
No es un tema menor, ya que el Ministro de Finanzas es el principal ejecutor de la política deliberada de endeudamiento, que eleva el stock de deuda pública (externa e interna) a los 320.000 millones de dólares, sin incluir a los Estados provinciales, ni la deliberada deuda asumida por el BCRA con las LEBAC, las que suman el equivalente de las RRII.
La política pública sostiene la actividad especulativa desde la política monetaria y financiera, como ejes de la orientación económica general. Se alude a la necesidad de inversiones productivas pero se acude al financiamiento mientras se consigue la esquiva voluntad de inversores externos.
El resultado de la combinación de esas políticas resulta en la fuga de capitales, nada menos que casi 240.000 millones de dólares según el balance monetario del BCRA. Vale recordar que el blanqueo del 2016 había cerrado en 116.000 millones de dólares. La fuga actual duplica aquel dato relevante de exteriorización de activos en el exterior de residentes de la Argentina.
Las oportunidades de negocios están dadas para quienes tienen capitales excedentes y privilegian la inversión financiera especulativa. Al mismo tiempo se contiene la actualización de ingresos populares y se transfieren costos de los servicios públicos privatizados a los usuarios, agravando la restricción al consumo popular, con impacto incluso en grandes cadenas de comercialización. Es el caso de Carrefour, quien aprovecha la situación para proponer nuevas rondas de ajuste contra sus trabajadoras y trabajadores.
¿Podría hacerse algo distinto con las RRII?
Por supuesto, ya que esos 2.500 millones de dólares destinados a frenar la evolución del dólar constituyen una considerable suma que podría sustentar desarrollos productivos orientados a satisfacer necesidades diversas de la población, incluso con sentido federal.
Es más, hasta podría discutirse un fondo especial para financiar proyectos productivos con un porcentaje de las RRII, las que vienen creciendo en el último tiempo y no necesariamente por buenas razones. Las Reservas crecen con base en la deuda externa pública, un poco más de 142.000 millones de dólares.
El objetivo establecido por la autoridad monetaria es alcanzar al 15% de RRII sobre el equivalente en dólares del PBI, estimando un objetivo de 75.000 millones de dólares. El stock actual de RRII es de 55.000 millones de dólares y se imaginan alcanzar la meta con toma de deudas por 20.000 millones de dólares anuales en lo que resta de la gestión presidencial e incluso en la primera parte de una segunda administración Macri, por lo menos hasta el 2020/21.
Podría discutirse la constitución de un Fondo para la Producción, cuya formulación, ejecución y evaluación debiera incluir la participación popular de organizaciones sindicales, territoriales, de productores y de la comunidad en su conjunto.
El propósito central del Fondo apuntaría a la satisfacción de amplias necesidades económico sociales definidas democráticamente, incluso confirmadas por vía plebiscitaria.
La concepción relativa a la soberanía alimentaria o energética podrían ser las bases del modelo productivo a discutir.
Solo a modo de ejemplo se puede indicar un Fondo originalmente integrado con un tercio de las RRII existente, incluso hasta el objetivo de los 75.000 millones de dólares, para lograr un Fondo de 25.000 millones de dólares; y adicionar los 50% del exceso de las RRII planificadas.
Con el stock actual de RRII se podría destinar unos 18.300 millones de dólares (1/3 de 55.000 m.d.), sin depender del ingreso de capital de riesgo o de préstamo del exterior. Además, la orientación de esos recursos debiera destinarse sobre la base de una planificación participativa que asegure el involucramiento de la sociedad.
Pretendemos señalar que en la Argentina existen recursos para pensar y planificar un nuevo modelo productivo y de desarrollo, con participación social ampliada en la toma de decisiones y que no se necesita fomentar la dependencia de las decisiones del capital externo.
Resulta obvio indicar que el elenco presidencial es parte de quienes abonan la fuga de capitales y es impensado que gobiernen en su contra, por eso ni Aranguren, ni Dujovne, ni Caputo, entre otros, traen sus activos externos para la promoción productiva local.
Nada puede esperarse de un elenco gubernamental constituido desde la especulación financiera, como norma de época de un capitalismo mundial que estimula el capital ficticio a costa de la riqueza socialmente generada.
El CAMBIO en curso es reaccionario y convoca a pensar y argumentar para constituir un contrasentido para otra política, economía y sociedad.
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