En «Esta luz. Poesía Reunida 1947-2004», se recorren las diferentes formas poéticas en las que ha vivido Antonio Gamoneda. En camino contrario a la norma ha conquistado su propio espacio en el campo literario: procedencia obrera y formación autodidacta, militancia antifranquista y despido de la dirección de una sala de exposiciones mediante sentencia judicial por […]
En «Esta luz. Poesía Reunida 1947-2004», se recorren las diferentes formas poéticas en las que ha vivido Antonio Gamoneda. En camino contrario a la norma ha conquistado su propio espacio en el campo literario: procedencia obrera y formación autodidacta, militancia antifranquista y despido de la dirección de una sala de exposiciones mediante sentencia judicial por no tener titulación, (una vergüenza más para el denunciante y otra para la oficialidad de la cultura basada en normas que buscan no en el saber y la capacidad y si en la conservación de las castas) aunque eso no impidió a Antonio Gamoneda, hoy superpremiado, continuar escribiendo.
De «Esta luz. Poesía reunida 1947-2004» señalo varias frases de entrada a algunos de sus poemarios y poemas reunidos con carácter social y de compromiso. El que titula «Sublevación inmóvil. 1953-1959 y 2003» tiene en la entrada a su parte tercera una frase de André Malraux que indica la tarea del lector y su objetivo final: «Ir del signo a la cosa significada es profundizar en el mundo». Es el mismo desarrollo de la inteligencia, función asociativa, imaginación y razón. La manzana no es la manzana en literatura, la moneda no es la moneda en literatura; la manzana y la moneda están reinventadas, se lee cada una de ellas como si lo hiciésemos la primera vez para buscarle conexiones que nos den con la cosa significada, que sonará a nueva y se hará relevante en nuestra percepción de las ideas a las que nos dirige. Sabemos, por ejemplo, que Joyce crea el lenguaje nuevo a partir de la descomposición del lenguaje antiguo, crea palabras nuevas, signos de los que partimos para ir a la cosa significada a través de los sentidos, y, así percibimos su sonido, su ritmo, su forma, su textura composicional y profundizamos en el entendimiento, en nuestra capacidad perceptiva, es como descubrimos bajo la superficie del signo el hervor volcánico del inicio, la masa confusa, lo que niega lo aprendido por repetición y superficial, «ir a la cosa significada» es descubrir la diferencia con la moneda común, desgastada por el uso, que suena ya falsa, encubre, moneda-palabra común que sólo tiene la función social de continuar aceptando las cosas como se nos han dado, y la creación es hacer de nuevo, volver a hacer, que el lector revolucione sus sentidos y perciba nuevamente. «Ir del signo a la cosa significada» es una buena forma de aprender a desobedecer, a no hacer las cosas como se nos mandan, apartar la idiotez y comprender. Un poema contenido en este apartado nos indica: «Ésta es la tierra, donde el sufrimiento // es la medida de los hombres. Dan // pena los condes con su fiel faisán // y los cobardes con su fiel lamento. // La belleza nos sirve de tormento // y la injusticia nos concede el pan. // Un día brindaréis por los que habrán // convertido el dolor en fundamento. // Los que vivimos para dar alcance // a tan inmensa luz que hoy no podría // un dios mirarla sin quedarse ciego, // aún tendremos que agotar el lance: // arrojar al silencio la agonía // como quien tira el corazón al fuego.»
En la entrada al poemario titulado «Blues castellano 1961-1966 y 2004» Gamoneda ha puesto una frase de Simone Weil, la escritora que vivió con la clase obrera en sus trabajos y casas: «La desgracia de los otros entró en mi carne». De aquí transcribo el poema titulado «Después de veinte años», cuyas resonancias nos llevan a otras voces poéticas que han conmovido y han generado o han tutelado muchas conciencias sociales: «Cuando yo tenía catorce años, // me hacían trabajar hasta muy tarde. // Cuando llegaba a casa, me cogía // la cabeza mi madre entre sus manos. // Yo era un muchacho que amaba el sol y la tierra // y los gritos de mis camaradas en el soto // y las hogueras en la noche // y todas las cosas que dan salud y amistad // y hacen crecer el corazón.// A las cinco del día, en el invierno, // mi madre iba hasta el borde de mi cama // y me llamaba por mi nombre // y acariciaba mi rostro hasta despertarme. // Yo salía a la calle y aún no amanecía // y mis ojos parecían endurecerse con el frío. // Esto no es justo, aunque era hermoso // ir por las calles y escuchar mis pasos // y sentir la noche de los que dormían // y comprenderlos como a un solo ser, // como si descansaran de la misma existencia, // todos en el mismo sueño. // Entraba en el trabajo. // La oficina // olía mal y daba pena. // Luego, // llegaban las mujeres. // Se ponían // a fregar en silencio. // Veinte años. // He sido // escarnecido y olvidado. // Ya no comprendo la noche // ni el canto de los muchachos sobre las praderas. // Y, sin embargo, sé // que algo más grande y más real que yo // hay en mí, va en mis Huesos: // Tierra incansable, // firma // la paz que sabes. // Danos // nuestra existencia a // nosotros // mismos.»
Por último escojo de este mismo poemario el titulado «Malos recuerdos» al que Gamoneda ha antepuesto una frase contundente que pone a prueba la conciencia y la sensibilidad ante las consecuencias de los actos de cada uno, dice así: «La vergüenza es un sentimiento revolucionario», el autor de la frase es Karl Marx. El poema de Gamoneda es ejemplo de lo expresado en tan pocas palabras: «Llevo colgados de mi corazón // los ojos de una perra y, más abajo, // una carta de madre campesina. // Cuando yo tenía doce años, // algunos días, al anochecer, // llevábamos al sótano a una perra // sucia y pequeña. // Con un cable le dábamos y luego // con las astillas y los hierros. (Era // así. Era así. // Ella gemía, // se arrastraba pidiendo, se orinaba, // y nosotros la colgábamos para pegar mejor. ) //Aquella perra iba con nosotros // a las praderas y los cuestos. Era // veloz y nos amaba. // Cuando yo tenía quince años, // un día, no sé cóm0, llegó a mí // un sobre con la carta del soldado. // Le escribía su madre. No recuerdo: //»¿Cuándo vienes? Tu hermana no me habla. // No te puedo mandar ningún dinero…» // Y, en el sobre, doblados, cinco sellos // y papel de fumar para su hijo. // «Tu madre que te quiere.» // No recuerdo // el nombre de la madre del soldado. // Aquella carta no llegó a su destino: // yo robé al soldado su papel de fumar // y rompí las palabras que decían // el nombre de su madre.»
En estos poemarios encontramos la voz de Antonio Gamoneda convocándonos ante nuestros actos, ante nuestra condición y nuestra inteligencia. A partir de ahí el libro se hace, o quizás se cierra, bajo el intimismo, y su poesía adopta otro cuerpo en el que habita la relación de pareja, la impresión del paisaje, los sentimientos con cadencia y sabor en el lenguaje que requieren tiempo largo y respiración profunda.
En el conjunto poético Gamoneda deposita correcciones, arte sonoro de otros autores, metros, rimas internas, temas, que recuerdan o dibujan poemas conocidos, diccionario apócrifo de antiguos griegos, … como él mismo escribe: «La técnica de escritura ha consistido en collages oportunistas y en dejar libre mi capacidad de corrupción». También comparte la creación poética con su hija o con su hermana, hace versiones de las creaciones de otros con los que se siente emparentado. Entre las reescrituras está la que hizo sobre un poema de Nazim Hitmet, el gran poeta turco que por ser comunista pasó más años en la cárcel que fuera de ella, y ocupa el primer lugar. Gamoneda, el gran poeta español de hoy, reconoce con humildad a sus maestros, abre paso a la emoción que nos revoluciona, y nos pasea por un camino de signos conscientes de significado.
Título: Esta luz. Poesía Reunida 1947-2004.
Autor: Antonio Gamoneda.
Editorial: Galaxia Gutemberg.