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«Gernika»

Fuentes: Rebelión

La catedrática alemana, fallecida el 27 de septiembre del 2015, la profesora y doctora Ingrid Galster en su tesis doctoral «Lope de Aguirre o La posteridad arbitraria«, obra reeditada en el 2015 por la editorial Eunsa, de la Universidad navarra del Opus, se pregunta ¿cómo explicar, a qué se debe la abundancia de sus reelaboraciones […]

La catedrática alemana, fallecida el 27 de septiembre del 2015, la profesora y doctora Ingrid Galster en su tesis doctoral «Lope de Aguirre o La posteridad arbitraria«, obra reeditada en el 2015 por la editorial Eunsa, de la Universidad navarra del Opus, se pregunta ¿cómo explicar, a qué se debe la abundancia de sus reelaboraciones a lo largo de estos 450 y pico años de historia tras su muerte y qué es lo que predestina a la figura para recibir interpretaciones tan disímiles?

De la variedad y abundancia de sus interpretaciones da larga cuenta este libro grueso de 844 páginas y documentadísima y exhaustiva bibliografía y apéndices. El trabajo minucioso y de filigrana, que encierra el libro, muestra que no siempre las interpretaciones, que la posteridad asignó al conquistador, se anclan en la realidad del personaje Lope de Aguirre sino más bien en la utilización de su figura, ya sea como imagen del enemigo o como figura de identificación dependiendo de los autores, de la épocas y de los intereses subyacentes.

Y de eso quiero hablar tras ver la película Gernika del bilbaino Koldo Serra. La única verdad histórica, que encierra la película Gernika, es que Gernika fue destruida por el bombardeo de la Legión Cóndor, que no es poco, pero en lo demás no sólo no respeta los hechos sino que los tergiversa en su enfoque, en su trama y en el desenlace, tiene de historia lo que los libros de Ramón Salas Larrazabal. Efectivamente Ingo Niebel, los guionistas Barney Cohen y Carlos Clavijo no son Oliver Hierschgiebel, quien en el Hundimiento «respetó los hechos históricos no supeditándolos a su historia».

Se tratara de una reelaboración, una vez más, de la historia del bombardeo de Gernika interesada y consciente por parte de los autores, no es «un sin darse cuenta» como pueden sostener ciertos cinéfilos. Es una vieja historia que se va repitiendo a lo largo de los años: la tergiversación del hecho, ese fondo siempre presente de los malditos rojos -de aquí o de allá- en el hecho de la destrucción de Gernika: el soviético Vasyl como jefe y factotum de la censura en la oficina del Gobierno Vasco, el ruso sin entrañas con checa incluida, en contraposición al periodista americano, Henry, como héroe tierno.

Los autores del film omiten deliberadamente y tergiversan gravemente la historia del bombardeo de Gernika, quizá porque es inoportuna para sus objetivos económicos o publicitarios, pero sabiendo que modifican la historia para que, de ese modo, coincida con sus intenciones y quereres. La ficción histórica que se nos presenta en la película Gernika de Koldo Serra es una corrección conscientemente tergiversada de la historia real. Y en una película como Gernika se pueden hacer muchas cosas con las fuentes históricas pero no cualquier cosa, la ficción histórica no puede suplantar gravemente la historiografía, y más con la que viene cayendo sobre el tema.

Porque, por lo visto, no hay motivos para pensar que los autores de esta película Gernika sean más íntegros y dignos de credibilidad que quienes vienen falseando y contando patrañas desde aquel 26 de abril de 1937.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.