Recomiendo:
0

"Hay que tener claro que nosotros, en Estados Unidos, estamos sometidos al Patriot Act"

Google frente a la Gran Muralla informática

Fuentes: Le Monde diplomatique

Traducido para Rebelión por Caty R.

Google anunció la semana pasada que no quiere seguir censurando los resultados de las búsquedas en su portal chino, Google.cn , revirtiendo así la estrategia adoptada en 2006. Este anuncio ha sorprendido por su tono y por las razones invocadas: una serie de intentos de robo de código informático y piratería de cuentas de correo de opositores chinos.

A escala mundial, Google procesa más de la mitad de las búsquedas en Internet. Pero sus cuotas de mercado en Asia siguen siendo muy bajas, incluso inexistentes en algunos países como Corea del Sur (1). Así pues no es un peón de gran valor económico el que acaba de sacrificar la empresa al declarar que en adelante ya no aplicará en su portal Google.cn los criterios de censura de la legislación china y que desde ahora difundirá el mismo índice que se puede encontrar en Google.com. Sin embargo, esta actuación reviste un fuerte carácter simbólico.

Para la libertad de expresión en primer lugar, por supuesto. La Electronic Frontier Fundation (EFF) sólo puede alegrarse: «por haber sido uno de los primeros en criticar» la censura política en el portar chino de Google, puesto en marcha en enero de 2006. La EFF «espera estar entre los primeros en felicitar a Google por su valiente y sincero compromiso de suministrar, solamente, una única versión china, no censurada, de su motor de búsqueda» (2).

La firma estadounidense, cuyo célebre lema «Don’t be evil» (no seas malo) comienza a oler a moho a fuerza de críticas relativas a sus múltiples actividades, encuentra así una manera de recuperar su fama de caballo blanco de Internet. Sobre todo porque aparece muy sola en esta decisión (3). Los términos empleados para describir su retirada -ya que su decisión la expone a un bloqueo total- son, en sí mismos, particularmente interesantes.

En su blog oficial (4), Google señala, por una parte, una oscura historia de ciber-ataque «dirigido a su infraestructura empresarial», así como a la de numerosas empresas occidentales en China, que le habrían expuesto a un «robo de propiedad intelectual»; y por otro lado las «actividades» sospechosas dirigidas a tomar el control de cuentas de correo electrónico (alojadas en Google Mail) de «docenas de militantes chinos de los derechos humanos establecidos en Estados Unidos, China y Europa, cuyos mensajes fueron consultados regularmente por terceros». Google acusa, fundamentalmente y sin nombrarlo, al Estado chino de piratear las cuentas de disidentes. Muchos indicios hacen pensar que el objetivo de esa piratería es la infraestructura que permite a Google responder a los requerimientos de las autoridades estadounidenses en el marco de la lucha antiterrorista (5).

La decisión de Google ha dado lugar a comentarios del gobierno chino cuya portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores, Jiang Yu, declaró: «nosotros administramos Internet según la ley, y tenemos estipulaciones explícitas sobre la información y los contenidos que se pueden difundir» (6). A lo que la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, replicó que «cada vez está más claro que la censura es una barrera para el comercio, y que China no puede limitar el libre flujo de las informaciones y al mismo tiempo respetar sus obligaciones en materia de comercio internacional» (7).

En The Atlantic, James Fallows analiza: al comprobar un endurecimiento del poder chino, del cual da testimonio, por ejemplo, la condena a once años de prisión infligida al opositor Liu Xiaobo en diciembre, Google decidió «romper sus relaciones diplomáticas con China» (8). De esta forma, Fallows coloca al mismo nivel a la empresa californiana y a un (¡enorme!) Estado; En realidad, el asunto de Google se ha convertido en un desafío estratégico que rebasa ampliamente el marco de un simple «dilema» entre la ética y la economía.

A través de la pluma de Kai Bierman, Die Zeit retoma esta idea bajo el título «La República Google». El motor de búsqueda ya debería considerarse, según el diario alemán, como una entidad casi estatal («quasistaatliches Gebilde»), «capaz de enfrentarse al gobierno chino, lo que no se atreven a hacer ni siquiera los grandes países industrializados como Alemania o Estados Unidos». Pero Biermann alerta: cuando una empresa pretende dictar sus leyes a un Estado, eso puede dar lugar a «repúblicas bananeras cuyo ejemplo más conocido es la United Fruit company, ahora Chiquita, que utilizó su poder para derrocar a los gobiernos en América central» (9).

¿Cuáles son los retos, en China, de la empresa cuyo objetivo es «organizar toda la información del mundo»? Se sabe que Google pretende implantar en Asia, como en otros lugares, gigantescos «centros de datos», también llamados «nubes de servidores», donde podrá almacenar las informaciones personales (e-mails, fotos, historiales médicos…) que le serán confiados por los internautas, los datos de sus empresas clientes, así como sus índices gigantes de la Web, las fotografías de las calles de todo el mundo, etc. (La lista de esos proyectos sobrepasa ampliamente el marco de este artículo). Este enfoque -la estrategia del «vector» (10)- le da el poder de tratar libremente «todos» los datos que le confíen, con el fin de garantizar un cierto nivel de funcionamiento y de confianza en el internauta que le confiase su información.

Si el filtro del motor Google.cn era un arreglo de orden práctico con un poder que pretendía luchar contra el free flow of information (flujo libre de información), Google ha acabado reconociendo que las exigencias del gobierno chino entraban de manera fundamental en contradicción con sus necesidades estratégicas.

Baidu, el competidor número uno de Google en el mercado chino, también está en crisis. Varios de sus responsables han sido expulsados y su jefe de diseño, Sub Yunfeng, ha tenido que retirar un blog donde criticaba a Google como «un filisteo con motivaciones puramente comerciales (…) Si Google hubiera ocupado el 80% del mercado chino, ¿anunciaría su retirada del país?» (11).

La puesta en escena de esa relación de fuerzas permite a Google edificar su estatua de «semidios» de la red. Al tener enfrente a China -en un movimiento que según el periodista Bill Thompson «sin embargo es probable que tenga tanto efecto como ‘escupir sobre una ballena'» (12)-, la empresa reforzará su cuota de confianza entre los internautas y quizás hará que se olviden las recientes declaraciones de su patrón, Eric Schmidt, quien, a principios de diciembre, recordaba de esta forma en la cadena CNBC su subordinación a la ley… estadounidense: «el hecho es que los buscadores -incluido Google- registran y conservan las informaciones durante un cierto tiempo. Hay que tener claro que nosotros, en Estados Unidos, estamos sometidos al Patriot Act y, por lo tanto, que es posible que todas esas informaciones se pongan a disposición de las autoridades si éstas lo solicitan» (13).

Promesa fundadora de Internet, la libertad de expresión a menudo es maltratada por ciertos Estados, pero también por la diligencia de las empresas emblemáticas de la red (Yahoo, Apple, Cisco, etc.) en colaborar con las operaciones de censura y vigilancia, por ejemplo proporcionando los sofware y routers de la gran muralla informática, «Great Firewall», (14) que encierra a la red china.

El hecho de que Google decida no seguir jugando ese juego en China debe ser bienvenido. Pero eso obliga a una revisión del papel inédito que ya están desempeñando esas empresas en las relaciones internacionales.

Notas

(1) Con alrededor del 30% de las búsquedas, a Google.cn le sobrepasa ampliamente en el mercado de los 380 millones internautas chinos el buscador Baidu. Además, Google.cn sólo representa una pequeña parte de los beneficios de la empresa, a saber, 300 millones de dólares de los 22.000 millones obtenidos en 2008.

(2) Danny O’Brien, «Uncensoring China: Bravo Google«, 12 de enero

(3) «Google stands alone on censorship decision, v3.co.uk

(4) David Drummond, «A new approach to China«, GoogleBlog, 12 de enero.

(5) Actualización: leer al respecto Philippe Quéau, «La guerre de Troie aura lieu«.

(6) China defends web censorship after Google threat (AFP)

(7) » Clinton calls on Chinese for Google attack explanation »

(8) » The Google news: China enters its Bush-Cheney era «, The Atlantic, 12 de enero.

(9) » Die Google-Republik», Die Zeit Online, 13 de enero. http://www.zeit.de/digital/internet/2010-01/google-china-zensur-3

(10) Hervé Le Crosnier, «A l’ère de l'»informatique en nuages»«, Le Monde diplomatique, agosto 2008.

(11 ) » Google Leaving ? Is this because they couldn’t adapt, or because they are bitter? «, traducido del chino en la Web zonaeuropa.com

(12 ) » Google’s about turn in China «, BBC.

(13) Tristan Nitot, «Dérapage d’Eric Schmidt, de Google«, 11 de diciembre de 2009.

(14 ) » Cisco Leak: ‘Great Firewall’ of China Was a Chance to Sell More Routers «, Wired, 20 de mayo de 2008.

Fuente: http://blog.mondediplo.net/2010-01-20-Google-face-a-la-grande-muraille-informatique