Recomiendo:
0

Algunos datos sobre los quehaceres del gigante de Mountain View

Google y la demagogia del «Don’t be evil«

Fuentes: Rebelión

Lo que en un polo es acumulación de riqueza es, en el polo contrario, acumulación de miseria, de tormentos de trabajo, de esclavitud, de despotismo y de ignorancia y degradación moral. Karl Marx, El Capital III. Activos de Google: 40 497 millones de dólares en 2009, 72 574 en 2011. Google Financial Tables. ¿Dirían que, […]

Lo que en un polo es acumulación de riqueza es, en el polo contrario, acumulación de miseria, de tormentos de trabajo, de esclavitud, de despotismo y de ignorancia y degradación moral.

Karl Marx, El Capital III.

Activos de Google: 40 497 millones de dólares en 2009, 72 574 en 2011.

Google Financial Tables.

¿Dirían que, tras más de una década de la fundación de Google, el beneficio de su repercusión social haya superado, o siquiera «compensado», las consecuencias de sus perniciosas actividades? Pregunta legítima de difícil respuesta, desde luego. Debido especialmente a la polarizada opinión de los prosélitos conseguidos mediante el discurso apologista del Don’t be evil, que Google ha luchado por inocular en nuestras sociedades desde sus orígenes. Valdría la pena comenzar por un análisis crítico de la fortuna cosechada por el gigante de Montain View, y del devenir de sus actividades financieras en una acumulación in crescendo de capital. Este análisis ha sido abordado por estudiosos del tema, y citado en numerosos medios, Rebelión entre ellos[1], donde se lee que Google usa estructuras fiscales en Holanda, Irlanda y paraísos fiscales para tributar solo por un 2,4% de sus beneficios de fuera de Estados Unidos, según Bloomberg, que afirmaba que Facebook prepara una estructura similar. Evasión fiscal, esto es, robo por la vía legal, que no ética. ¡Y vaya robo! ¡3 100 millones de dólares en el periodo 2008-2011! Por supuesto, es de esperar que esta evasión fiscal suponga, a la postre, una carga en los impuestos de los contribuyentes, y a buen seguro sobre los menos pudientes. Esto es de todos conocidos, y también por Google, que no tiene nada que envidiar a esas grandes corporaciones que no hacen propaganda del Don’t be evil.

La historia reciente nos dejó imágenes de Julio Anguita declarando que de detrás de toda gran riqueza está el robo, y de Hugo Chávez clamando repetidas veces aquello de ¡ser rico es malo! Cuánta razón tenían. Empero, como cabría esperar, la voz de las personalidades más críticas con el capitalismo no es compartida allá donde reina el poder de los mercados. Recuérdese que, fruto de la demagogia del Don’t be evil, hasta las más altas capas de la burguesía han consagrado la labor de los chicos de Montain View. Así, como describían en un artículo de 2008 del sitio CubavsBloqueo[2], […] el buscador de Internet Google recibió el Premio Príncipe de Asturias 2008 en la categoría de Comunicación y Humanidades, según el jurado, entre otras virtudes, por su «contribución decisiva al progreso de los pueblos, por encima de fronteras ideológicas, económicas, lingüísticas o raciales». Sin embargo, muy a pesar de lo que afirmasen estos nuevos voceros de la cultura, Google no ha dejado de vivir entre barreras ideológicas, y está por ver que su contribución al desarrollo de los pueblos haya sido tal. Para empezar, recuérdese que, cuatro años más tarde, Google sigue participando del bloqueo criminal de los Estados Unidos contra Cuba [2]. Google sigue sometido a las prácticas del Imperio, esas que, sin ninguna duda, discrimian entre economías, ideologías y razas. Sin ir más lejos, Google Chrome, Google Earth y otra larga ristra de Google products, siguen mostrando en sus condiciones de servicio el vituperable epígrafe 5.1: Acepta utilizar los Servicios exclusivamente con los fines estipulados […] en cualquiera de las leyes relativas a la exportación de datos o de software entre los Estados Unidos y cualquier otro país pertinente. Es decir, que si resides en Cuba, Irán, Corea del Norte, Sudán o Siria -qué casualidad-, no tienes consentimiento legal para descargar y/o utilizar el software «made in Google» [2].

Nótese que el entrecomillado no es caprichoso, pues los tan laureados algortimos y tecnologías de Google no han sido siempre fruto de su propia cosecha. Los algoritmos de ordenación del PageRank tienen origen en los trabajos de Andrej Andreevic Harkov, Google Chrome procede del proyecto Chromium, Youtube fue creado por antiguos miembros de Paypal y Google Maps y Google Earth fueron desarrollados por Keyhole Inc., y ésta más tarde adquirida por Google a golpe de talón. Diríase, por ende, que Google, más que producir una honorosa contribución al desarrollo de los pueblos, la ha pagado. Y, dicho sea de paso, no siempre con dinero de su propio bolsillo. En particular, el caso de Google Chrome es uno de esos ejemplos de conspicua contribución al desarrollo de los pueblos. Está construido sobre el navegador Chromium, cuyo grueso está licenciado bajo una licencia permisiva BSD. Google Chrome, sin embargo, es software privativo. Mas este hecho no es aislado. En palabras de la gente de Ippolita[3], El arma posiblemente más compleja de Google es su estrategia de colaboración-explotación del mundo open source. […] Por ejemplo, ninguna de las modificaciones que los programadores de Google han aportado a las herramientas abiertas usadas se ha hecho pública jamás. Es de destacar su Google Web Server (GWS), una versión modificada de una versión de Apache y el servidor web open source más difundido en la Red. Esto significa, sin duda, explotar las funcionalidades y las realizaciones del método de desarrollo abierto, sin compartir, sin embargo, las propias implementaciones y mejoras. Estas prácticas en su conjunto, si se analizan desde una perspectiva crítica, evidencian cómo Google esquilma el trabajo ajeno para disparar sus rentas, que huyen de la hacienda pública por caminos ulteriores. Merece la pena, llegado este momento, parafrasear a Marx y Engels en el Manifiesto Comunista: El comunismo no priva a nadie del poder de apropiarse productos sociales; lo único que no admite es el poder de usurpar por medio de esta apropiación el trabajo ajeno.

Dado el suceder de los hechos, cabría pensar, más bien, que la contribución de Google a la comunicación y las humanidades está supeditada, una vez más, a la acumulación de capital; y que su actividad se desarrollará por encima de las fronteras ideológicas siempre que estas no fluyan en detrimento de dicha acumulación. Muestra de ello es que Google se ha sometido a la censura en diversos países [4,5,6], ha censurado más de cien páginas en Europa y ha negado publicitarse en AdWords a activistas, como los chicos de Oceana 26, que defienden intereses contrarios a los de alguno de sus inversores [3]. Google, además, se ve cada vez más envuelta en políticas sociales en torno a los derechos de autor, en perjuicio, eso sí, de los usuarios; y en beneficio del otro Imperio, el del copyright. Entre otras, cabe destacar la polémica desatada recientemente por su política de DMCA (Digital Millennium Copyright Act) en la censura de un revelente artículo sobre los peligros de SOPA/PIPA [7], como apuntaba Richard Stallman hace tan solo unas semanas. Su irrisoria oposición a estas mismas leyes, su rastreo cual Gran Hermano (incluyendo el uso de JavaScript malicioso y la explotación de bugs de ciertos navegadores[8,9]), su contribución al crecimiento de los DRM[10], sus políticas de privacidad[11], sus prácticas monopolísticas[3], sus cookies invasivas [3] y su aportación a la burbuja de los buscadores[3,12], evidencian, más si cabe, el discurso demagógico del Don’t be evil. Discurso que se torna, una vez que el monstruo ha sido destapado, en un ejercicio más de cinismo descarado.

Referencias

1
Librered, Rebelión, La mayor empresa del mundo utiliza España como paraíso fiscal, 2 de marzo de 2011.
2
Amaury E. del Valle, CubavsBloqueo, Las dos caras de Google, 26 de junio de 2008.
3
Ippolita, El lado oscuro de Google, Virus Editorial, pp. 74-75; pp. 26-27 y pp. 134-136.
4
John Riberio, ITWORLD, Google agrees to court order in India to remove content, 2 de febrero de 2012.
5
Preston Gralla, ComputerWorld, Is Google turning to the dark side with its new China policy?, 12 de enero de 2012.
6
Mashable, Google Will Start Country-Specific Censorship for Blogs, 31 de enero de 2012.
7
Mike Masnick, Techdirt, Key Techdirt SOPA/PIPA Post Censored By Bogus DMCA Takedown Notice, 27 de febrero de 2012.
8
Peter Eckersley and Rainey Reitman and Lee Tien, EFF, Google Circumvents Safari Privacy Protections – This is Why We Need Do Not Track, 16 de febrero de 2012.
9
Cony Sturm, Rebelión, Rastrear a los usuarios de Safari fue «accidental», 18 de febrero de 2012.
10
Gavin Clarke, Rebelión, ¿Quién está incorporando DRM al HTML5?: Microsoft, Google y Netflix, 27 de febrero de 2012.
11
Cony Sturm, Rebelión, Hoy comienzan a regir las nuevas políticas de privacidad de Google, esto es lo que hay que saber, 1 de marzo de 2012.
12
David Rubia, Rebelión, El buscador de Google continuará personalizando los resultados en torno al usuario, 4 de marzo de 2012.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.