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Aniversarios de Picasso

Guernica, cima del arte moderno

Fuentes: Rebelión

Guernica es un pueblecito de Vizcaya, en el corazón del país vasco. Tiene una importancia histórica y sentimental para los vascos porque allí se encuentra el árbol símbolo de sus libertades sagradas. El 26 de abril de 1937, día de mercado en que las calles estaban desbordantes de público, los aviones alemanes de la Legión […]

Guernica es un pueblecito de Vizcaya, en el corazón del país vasco. Tiene una importancia histórica y sentimental para los vascos porque allí se encuentra el árbol símbolo de sus libertades sagradas. El 26 de abril de 1937, día de mercado en que las calles estaban desbordantes de público, los aviones alemanes de la Legión Cóndor al servicio de Franco bombardearon Guernica durante tres horas y media por escuadrillas que se relevaban unas a otras en un incesante ataque sin pausas. Se lanzaron bombas explosivas y bombas incendiarias mezcladas sobre la población civil como un ensayo experimental de este tipo de asalto impetuoso que más tarde se usaría en la Segunda Guerra Mundial. El resultado fue que murieron dos mil personas y la aldea quedó totalmente arrasada.

Una semana después Pablo Picasso tenía listos los primeros bocetos de un cuadro monumental que quería dedicar a la conmemoración de aquella masacre. Son varios dibujos a lápiz sobre papel azul y ya ha trazado las grandes líneas de la composición. Más de un centenar de estudios sobre aspectos particulares de la obra van conformando el conjunto. En su taller de la rue des Grands-Augustins trabaja afanosamente mientras que su amante de turno, Dora Maar, se percata que el genio está iniciando una de sus obras capitales y decide fotografiar las diversas etapas del avance de la pintura. La cabeza del caballo herido y aullante, en primer plano, dará una visión inicial del golpe dramático que provoca el cuadro. Otra, la madre que aprieta a su cuerpo a su hijo muerto. Los colores casi inexistentes dan paso al gris azulado que acentúa la tragedia.

En junio de 1937 el cuadro es exhibido en el pabellón español, en París, e inmediatamente es reconocido como una de las obras esenciales del arte del siglo XX. Los símbolos del caballo y el toro quedan como alegorías del pueblo español martirizado por el fascismo y su mensaje acusador da la vuelta al mundo. Nunca antes se vio de manera más clara la eficacia del arte en la lucha política cuando se evade el panfleto directo y el relato simplista.

España se dispone a conmemorar los 25 años de la llegada del Guernica a ese país, procedente del Museo de Arte Moderno de Nueva York; los 70 años del nombramiento del artista como director del Prado, y el 125º aniversario de su nacimiento. Al morir Picasso estipuló que el Guernica era propiedad del pueblo español pero que solamente volvería al suelo patrio cuando hubiese una democracia. Quedó depositado en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Algunos entendieron por esto la instauración de la república, pero en España sucedió a Franco una monarquía. Algunos argumentaron que una monarquía parlamentaria era suficiente democracia como para recuperar el cuadro. Tras arduas negociaciones entre el museo de Nueva York y los herederos del artista la obra por fin llegó a España en 1981 y fue alojada en el Casón del Buen Retiro antes de pasar al Museo Reina Sofía.
El Museo del Prado y el Reina Sofía dedicarán una exposición conjunta a Pablo Picasso Los museos Picasso de Francia y España se preparan para los aniversarios Los museos Picasso de Barcelona, Málaga y París mostrarán la riqueza creativa del genio en sus distintas facetas artísticas con diversas exposiciones.

Picasso fue nombrado en 1936 director del Museo del Prado, cargo que no llegó a ejercer, aunque ayudó a evacuar a Francia algunas de las joyas más relevantes de la pintura española organizando el traslado, realizado en camiones, hacia Valencia y Cataluña de obras como el Carlos V de Tiziano, o Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya.

El gran destructor de las formas, el renovador total de la representación de la realidad, fue dotado de una mano inflexible y pudo haber sido un gran pintor académico, de la categoría de Velázquez o Van Dyck, pero prefirió emprender la aventura más importante de la creación en la centuria que terminó. Las condiciones austeras de su vida en París inspiraron el período azul en el cual un triste decaimiento sostiene apenas sus figuras. La aparición de un nuevo amor cambió su paleta y comenzó el período rosa.

El gran salto se producirá con Las señoritas de Avignon, que deja estupefactos a los demás pintores y críticos de arte de su generación. Allí comienza la separación entre lo que vemos y lo que se representa. Poco después, cuando realiza el Retrato de Gertrude Stein, se le reprocha el poco parecido entre la escritora y el óleo y Picasso replica «no importa, ya se parecerá». Sus cambios frecuentes de estilo justificaron su frase: «yo no busco, encuentro». Y el secreto de la creación nadie lo expresó mejor que él: «un cuadro no se termina nunca, simplemente se abandona».
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