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Habitantes de Apaxco contra el humo tóxico

Fuentes: IPS

«Fuera Ecoltec» fue el grito más repetido el domingo 9 por los asistentes a un acto en el central municipio mexicano de Apaxco, donde se celebró un año del bloqueo impuesto por la comunidad a las instalaciones de esa procesadora de residuos peligrosos. Un lienzo con la misma expresión recibe a los visitantes a este […]

«Fuera Ecoltec» fue el grito más repetido el domingo 9 por los asistentes a un acto en el central municipio mexicano de Apaxco, donde se celebró un año del bloqueo impuesto por la comunidad a las instalaciones de esa procesadora de residuos peligrosos. Un lienzo con la misma expresión recibe a los visitantes a este poblado ubicado 85 kilómetros al norte de la capital, en el noreste del estado de México.

Los habitantes Apaxco y comunidades vecinas no quieren que Ecoltec, filial de la cementera suiza Holcim, siga funcionando en la región, pues la consideran fuente de contaminación del aire.

Por eso, el 6 de mayo de 2009 los pobladores decidieron paralizar su operación montando una especie de campamento en la calle que conduce a la entrada de la planta.

Según los resultados preliminares de una encuesta sanitaria levantada en octubre por el no gubernamental Centro de Diagnóstico y Alternativas para Afectados por Tóxicos (Cedaat), la población ha padecido dolor de cabeza, tos e irritación de ojos y garganta.

De una muestra de 305 pacientes, 86 por ciento –262 encuestados– reportaron un cuadro de intoxicación aguda, mientras que 43 personas no mostraron ningún efecto.

Cedaat también aplicó una prueba a 35 estudiantes de primaria con una edad promedio de nueve años. Todos resultaron con afecciones a la memoria, 60 por ciento de carácter severo, y 46 por ciento de los alumnos mostraron problemas de atención.

«Estamos ante un problema complejo. La población tiene razón, sus quejas están fundamentadas, pues hay daño a la salud», aseguró a IPS Arturo de León, académico de la Facultad de Medicina de la estatal Universidad Autónoma de México y guía de la investigación del Cedaat.

Dos hechos graves desataron la ira popular en la región, materializada en la creación del Movimiento Ambientalista Pro-Salud, que agrupa a habitantes de Apaxco y del vecino municipio de Atotonilco.

Primero, 11 campesinos fallecieron el 21 de marzo de 2009 en las instalaciones de una planta de tratamiento de aguas negras cuando hacían labores de limpieza. Según los vecinos, la causa fue la inhalación de sustancias tóxicas, pero el parte oficial dice que murieron ahogados.

Luego, el 5 de mayo, en la planta de Ecoltec se produjo una fuga de acrilato, un derivado de la industria química y de pinturas, considerado neurotóxico por afectar al sistema nervioso. El olor intenso, según las denuncias, provocó dolores de cabeza, tos e irritación de ojos y garganta a vecinos del lugar.

Las emanaciones se extendieron a 11 comunidades con 30.000 habitantes en un área de cuatro kilómetros cuadrados.

«He tenido irritación de garganta y los ojos rojos», contó a IPS la mexicana Inés Martínez, hasta cuya casa han llegado los olores desagradables.

Ecoltec se instaló en Apaxco en 2003, fecha desde la cual ha procesado materiales como baterías eléctricas, pilas de teléfonos móviles, neumáticos y desechos industriales para producir combustible que las cementeras de la zona emplean en sus hornos.

La empresa, fundada en 1993, rechazó ante IPS que su actividad dañe la salud de los habitantes de la zona y ofreció, una vez levantado el bloqueo, «establecer un comité comunitario» para «resolver y atender todas aquellas inquietudes, dudas y propuestas» de los vecinos.

Apaxco se localiza en un corredor donde operan 115 industrias, incluyendo una refinería de la estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), que inició los trabajos de construcción de una procesadora de crudo que empezaría a funcionar en 2015.

Además, en los alrededores trabajan fábricas de empresas cementeras: Holcim, las mexicanas Cemex y Cruz Azul y la francesa Lafarge, además de cuatro productoras de cal que abastecen de materia prima a esas instalaciones industriales.

Desde la carretera se ven las moles grises apuntando al cielo hidalguense.

En años recientes, las cementeras han recurrido a la incineración de llantas, llamada eufemísticamente co-procesamiento, para obtener combustible en sustitución del gas natural y el combustóleo. Este último era producido por Pemex, pero está cayendo en el abandono por su capacidad contaminante.

En Estados Unidos, las autoridades ambientales le prohibieron a Cemex esa actividad, mientras que el procesamiento de residuos peligrosos ha suscitado fuerte oposición en países como Brasil, El Salvador, Filipinas y Sudáfrica.

Antonio Gil, vecino de la localidad y quien trabajó 25 años en Holcim, hasta 1995, vio cómo la vida de su pequeño hijo de siete años se extinguió en un mes en 2007 a causa de leucemia.

«Ahora me doy cuenta de que sucedió por la contaminación», relató a IPS con voz entrecortada.

Gil aceptó que su hijo participara en un protocolo de investigación del estatal Instituto Mexicano del Seguro Social, titulado «Epidemiología molecular de la leucemia aguda en niños», sobre vínculos entre el ambiente y esa enfermedad.

El estudio incluía una visita a su domicilio. Tres años después, Gil sigue esperándola.

«El reciclaje tiene un maquillaje verde, pues lo presentan como un beneficio ambiental. Pero es un planteamiento engañoso. La mezcla de residuos es una actividad peligrosa», señaló a IPS el director general del no gubernamental Centro de Análisis y Acción sobre Tóxicos y Sus Alternativas (Caata), Fernando Bejarano.

Este centro trabaja en pos del cumplimiento mexicano del Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes, firmado en 2001 y en vigor desde 2004, que busca eliminar o controlar una serie de contaminantes como dioxinas y furanos.

Dispuestos a mantener el bloqueo hasta que la compañía se retire, dirigentes de Pro-Salud se reunirán este martes con el procurador federal de Protección al Ambiente, Patricio Patrón, para reclamar que despoje de permisos a Ecoltec, que posee plantas en varios puntos de México.

En tanto, las autoridades ambientales mexicanas autorizaron a la industria cementera a sustituir hasta 35 por ciento del combustible con el generado con el procesamiento de residuos y estarían por obtener un nuevo límite de 58 por ciento.

«No vamos a permitir que Ecoltec siga. ¿Qué nos puede pasar? Si de todas formas nos están matando», anticipó Gil.