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Entrevista al cienasta cubano Julio García Espinosa

Hacer visible esta región nuestra

Fuentes: Cubasí

Cubasí conversó con Julio García Espinosa, uno de los maestros del séptimo arte en Iberoamérica, en ocasión de sus 80 años y como parte de un merecido homenaje que recibe de todo el mundo cinematográfico. El director de Aventuras de Juan Quin Quín, Reina y Rey, Cuba baila y Joven Rebelde, entre otros, se autodefinió […]

Cubasí conversó con Julio García Espinosa, uno de los maestros del séptimo arte en Iberoamérica, en ocasión de sus 80 años y como parte de un merecido homenaje que recibe de todo el mundo cinematográfico.

El director de Aventuras de Juan Quin Quín, Reina y Rey, Cuba baila y Joven Rebelde, entre otros, se autodefinió como un explorador de un cine auténticamente popular que prioriza el cine no solo haciendo películas sino también contribuyendo a que se hagan.

El actual director de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños se considera además un eterno solidario del cine latinoamericano, «defendiendo el derecho a ver películas de todas partes. Y por supuesto dedicándome también a la formación de nuevos cineastas. Teniendo en cuenta que el artista nace, el artista no se hace. Lo único que he tratado, por lo tanto, es contribuir a desarrollar el talento, a explorarse a sí mismo.»

Quizás algunos no conocen todas las facetas de este grande de la cinematografía de todos los tiempos. Para ello nuestro sitio les propone esta entrevista donde Julio García Espinosa cuenta de sus pasos por la radio y el teatro al tiempo que reflexiona sobre los problemas de difusión del cine latinoamericano y el futuro del séptimo arte en tiempos de digitalización.

-¿Por qué cree usted que un país sin imagen es un país muerto?

-Vivimos en un mundo donde la imagen tiene más fuerza que la palabra. Aunque también he sostenido que una palabra inteligente vale más que cien imágenes tontas. Pero es una realidad que un país sin imagen es un país que no existe. La muerte en un país con imagen trasciende más. El deber de un cineasta revolucionario es hacer visible a esta región nuestra.

-¿Cómo definir en tiempos de globalización el concepto de cine?

-Desde los años 70 las salas de cine dejaron de tener la exclusividad en la exhibición de películas. Hoy el cine forma parte de la familia audiovisual. Sin embargo, hoy se ven más películas que nunca. La transformación del espectador es impactante. Primero, para ver cine, necesitaba salir de su casa y verlo colectivamente; luego con la televisión y el video no tiene que salir de la casa y puede verlo individualmente; hoy, con la computadora, puede verlo en su casa, individualmente y no solo ser consumidor sino también productor.

Julio García Espinosa. Exposición Proposiciones de un visionario.
-¿Cuál es la alternativa que tienen los países pobres para difundir su cine de escasos recursos?

-También los países ricos de Europa tienen dificultades para difundir su cine, incluso, igual que nosotros, en sus propios países. Hollywood, con su política perversa, se ha apoderado de todos los mercados. Se le ha negado al espectador el derecho a elegir. Y no hay verdadera libertad para el creador sino hay también libertad para el espectador. El problema del cine latinoamericano no es la producción, sino la exhibición. En los años treinta y cuarenta el cine latinoamericano logró exhibirse en todo el continente.

«¿Cómo fue posible? Pues porque a finales de los años veinte surgió el sonoro y los americanos no estaban preparados ni para el doblaje ni para los subtítulos. Entonces los latinoamericanos y todo el mundo aprovecharon y cubrieron los propios mercados en su propio idioma. Pero terminada la Segunda Guerra Mundial los rubios del norte avanzaron sin escrúpulos sobre los mercados del mundo. Recordemos la famosa frase de Herbert Marshall a los europeos: ‘Si quieren nuestro dinero deben querer también nuestras películas’. La alternativa sigue siendo la lucha por disponer de nuestro propio mercado y, muy especialmente, por garantizar el derecho a ver cine de todas partes del mundo».

-En una conferencia ofrecida en nuestra sede usted expresó que «la internet había propiciado el camino hacia la uniformidad, más que hacia la diversidad al incrementar aún más la difusión del cine hegemónico, de las transnacionales». ¿Pudiera argumentar?

-Todo empezó con la televisión. Cuando surgieron las televisoras privadas se argumentó que favorecerían la diversidad. El resultado es que todas tienen el mismo tipo de programación. Se imitan unas a otras y todas parten del modelo norteamericano. Y el modelo consiste, en general, en darle total libertad a los mediocres. Coinciden en que mientras más mediocre es un programa más público tiene. Es la eterna impotencia del capitalismo de no poder conciliar cultura y economía. La televisión como medio cultural no está resuelta en ninguna parte. Salvo excepciones que, lamentablemente, no logran suficiente audiencia.

-Es evidente que con la digitalización se abaratan notablemente los costos no así con el celuloide, pues un rollo cuesta más de cien dólares. Ante esta realidad, ¿qué camino ha elegido la escuela para seguir apostando por el cine de reflexión al tiempo que introduce la digitalización?

-Es muy importante que las nuevas tecnologías abaraten los costos. Se acerca el momento en que el cine alcance el status que logró la fotografía. Es decir, así como ha ocurrido con la fotografía que todo el mundo puede hacer una foto, así está por ocurrir en el cine, que todo el mundo pueda hacer su peliculita. Esto no quiere decir que todo el mundo será artista. Al igual que en la fotografía habrá cineastas artistas y cineastas que simplemente serán aficionados. Para los cineastas de hoy, sobre todo para los países pobres, los bajos costos es una posibilidad para incrementar la producción.

«Cambiar de soporte no tiene que afectar el resultado estético. Hay un peligro y es que el facilismo que se logra con la técnica tienda a simplificar la formación cultural. Y sin embargo, las nuevas tecnologías exigen una mayor formación intelectual. No se es moderno porque se trabaje con una técnica contemporánea. La modernidad estará signada siempre por las ideas que se expresen. Nuestra Escuela, en la actualidad, trabaja con las dos opciones. Los alumnos de fotografía se forman trabajando tanto con el digital como con el celuloide. Si bien en el montaje tiene una mayor presencia el digital».

-Uno de los desafíos de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños es insertar la televisión y las nuevas tecnologías como una manera de modificar, articular nuevos conceptos docentes en cuanto al audiovisual y no exclusivamente en el cine. ¿Se ha materializado esto?

-Yo soy de los pocos que considera que la televisión algún día será considerada como el octavo arte. Es el único medio que puede expresarse en presente. Es decir puede mostrar un hecho en el mismo momento en que está ocurriendo. La unión de la televisión y la computadora traerá aún más perturbación al concepto tradicional del arte. Los americanos no consideran arte al cine y a la televisión. Para ellos, como lo demuestra la composición de los canales vía satélite, el cine y la televisión son simples entretenimientos; por arte solo entienden a la ópera, el ballet, los conciertos, el teatro. Para la Escuela asumir la televisión y en general las nuevas tecnologías es la posibilidad de acceder a un pensamiento más contemporáneo. La Escuela no minimiza la importancia de la técnica, pero tratamos de no ser una Escuela tecnocrática. Tampoco hacemos artistas. El artista nace, no se hace. La Escuela lo único que trata es de contribuir al desarrollo del talento.

Julio García Espinosa. Exposición Proposiciones de un visionario en homenaje a sus 80 años.Julio García Espinosa. Exposición Proposiciones de un visionario en homenaje a sus 80 años.

-Aunque usted es considerado una de las figuras clave del nuevo cine cubano como realizador y teórico, sabemos que también incursionó en sus inicios en otras manifestaciones del arte como el teatro y que incluso fue director de programas radiales. ¿Pudiera rememorar esas vivencias para Cubasí?

-Siendo muy joven dirigí y actué en una Compañía Juvenil de Teatro Vernáculo. También trabajé escribiendo y dirigiendo un Programa Radial diario, de quince minutos, en la CMQ, titulado Misterios en la Historia del Mundo. Siempre he apreciado mucho la radio. Es un medio extraordinario. Nada más que te puedes comunicar a través de un solo sentido: el oído. De ninguna manera se puede considerar la radio como un medio secundario.

«Pero el teatro vernáculo me marcó para toda la vida. Yo amé a ese teatro, a sus extraordinarios artistas, a su música, a su vocación política. Para un muchacho de un barrio popular ese teatro ocupaba un legítimo espacio en nuestra cultura. Ese teatro, al igual que en otros países del mundo, estaba destinado a convertirse en un teatro nacional. Pero nuestro desarrollo no fue desde adentro hacia fuera sino de afuera hacia dentro. Cuando ese teatro se fue disolviendo en medio del comercialismo más pedestre, tropecé con la triste realidad de que no era considerado como parte indisoluble de nuestra cultura.

«Más bien era despreciado. Por cultura artística solo se entendían manifestaciones de altos valores sostenida por una minoría ilustrada. Aunque excepciones había. Conocí, muy joven, a Guillén. Con él frecuenté fiestas donde compartían poetas, escritores, pintores y músicos populares. De todas maneras el malestar persistía. Fue el cine lo que me ayudó a encontrar una perspectiva. Sobre todo el encuentro con el cine neorrealista. Sentí que era el cine quien podía superar esa desdichada dicotomía. Y a pesar de que era una verdadera locura pensar que en nuestro país se pudiera hacer cine, me fui a Italia con la certeza de que allí encontraría la respuesta a esta contradicción. Desde entonces, como cineasta, me he dedicado a explorar las posibilidades de un cine auténticamente popular».

-¿Cómo se siente Julio García Espinosa, realizador de materiales como Cuba baila y Joven Rebelde, las Aventuras de Juan Quin Quín y Reina y Rey, entre otras, al alejarse del rol de realizador y dedicarse ya hace algunos años al magisterio y a la dirección de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños?

-He tratado siempre de no ser un hombre fragmentado. Priorizo el cine pero de forma integral. No solo haciendo películas sino también contribuyendo a que se hagan. Solidarizándome con el cine latinoamericano. Defendiendo el derecho a ver películas de todas partes. Y por supuesto, dedicándome también a la formación de nuevos cineastas. Teniendo en cuenta, como he dicho, que el artista nace, el artista no se hace. Lo único que he tratado, por lo tanto, es contribuir a desarrollar el talento, a explorarse a sí mismo.

-¿Qué emociones experimenta Julio García Espinosa cuando este diciembre la escuela Internacional de Cine celebre sus 20 años de creada, conociendo que fue un petición que le hicieran a Fidel Castro en casa de Gabriel García Márquez a propósito de la clausura del Festival de Cine de La Habana de 1985?

-La Escuela de San Antonio es obra de Fidel y de García Márquez. La propuesta surgió del Comité de Cineastas de América Latina. Inspirada en el Movimiento del Nuevo Cine Latinoamericano cuyo aliento principal era motivado por la convicción de que no había cine independiente sin país independiente. Aires renovadores surgen en estos momentos en América Latina. Aires de los cuales son portadores alumnos y profesores. No había manera de celebrar mejor este XX Aniversario.