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Bolivia y América Latina

Hacia una geopolitica de la emancipacion

Fuentes: Rebelión

La crisis de acumulación capitalista que vivimos cristaliza de manera visible en Europa, donde la brecha que hasta ahora existía entre el Norte y el Sur, el centro y la periferia, comienza a darse al interior de Europa. Los países mediterráneos del sur se ven convertidos en mano de obra barata de la que extraer […]

La crisis de acumulación capitalista que vivimos cristaliza de manera visible en Europa, donde la brecha que hasta ahora existía entre el Norte y el Sur, el centro y la periferia, comienza a darse al interior de Europa. Los países mediterráneos del sur se ven convertidos en mano de obra barata de la que extraer plusvalía mientras su Estado del Bienestar es desmontado al mismo tiempo que los países del norte continúan su ritmo acelerado de crecimiento a costa de los llamados PIGS (Portugal, Italia, Grecia y España).

La nueva fase del capitalismo que algunos teóricos definen como acumulación por desposesión [1], promueve el despojo de los bienes comunes y los derechos colectivos, incorporando espacios y servicios públicos a una lógica de mercado a la que hasta ahora no estaban sometidos. En Portugal, cuya deuda ya alcanza el 125% del PIB, tratan de implementar un plan de austeridad que supondrá el despido de 30.000 funcionarios públicos, la reducción de las pensiones y el retraso de la edad de la jubilación hasta los 66 años; ejemplo similar al de España, donde el IVA ha subido del 18 al 21% y son imparables los avances en la privatización de la sanidad o educación mientras que la tasa de desempleo alcanza ya a más de 6 millones de personas, el 27% de la población activa; porcentaje similar al de Grecia, donde el paro juvenil se sitúa en el 64’2%. En Italia, la crisis política se ha traducido en el auge del movimiento populista (tomada la peor de sus acepciones) 5 Estrellas [2] y el desplome del centro-izquierda (la izquierda ni está ni se la espera) del Partido Democrático.

Probablemente, en el sur de una Unión Europea de monarquías y escándalos de corrupción, las salidas políticas a la crisis se van a traducir en proyectos populistas neofascistas, en un aumento del racismo y la xenofobia, ante una izquierda europea que no solo no tiene proyecto político, sino que ni siquiera tiene voluntad de construirlo y ganar.

Una mirada desde el Sur

Mientras tanto en la Patria Grande, la fortaleza de los procesos de cambio es innegable. Las victorias de Chávez, Maduro o Correa en los últimos meses en Venezuela y Ecuador demuestran que se sigue construyendo patria para los humildes, que las mayorías sociales siguen construyendo un proyecto político emancipatorio que trasciende las fronteras nacionales y pasa a ser regional.

Si tuviéramos que escoger una sola palabra para definir nuestros procesos de cambio, esta sería Soberanía. Estas revoluciones políticas, democráticas, culturales y descolonizadoras están basadas sobre todo en la recuperación de la soberanía.

En primer lugar se ha recuperado la soberanía política. Por primera vez confluyen los intereses de clase con los intereses de una nación. Hasta ahora era una minoría, una elite política y económica, la que hacia converger sus intereses de clase con el interés como nación. Ahora gobiernan líderes cuya condición de clase o color de la piel son los mismos que los de las mayorías sociales del país.

Pero esta recuperación de la soberanía política no hubiese sido posible sin una recuperación de la soberanía territorial. Hechos trascendentales en esta recuperación de soberanía territorial han sido en Ecuador la orden de Rafael Correa para desmantelar la base militar estadounidense de Manta o la declaración de persona non grata a la Embajadora de Estados Unidos en Ecuador Heather Hodges; al igual que en Venezuela, donde el Comandante Hugo Chávez nos legó una firme política antiimperialista expulsando también a embajadores del norte y el propio Nicolás Maduro en marzo expulsó a dos agregados de la Embajada USA por conspirar y proponer planes desestabilizadores a militares venezolanos. Bolivia por otra parte, un país sin relaciones diplomáticas con Estados Unidos tras la expulsión en 2008 de la DEA y del Embajador Philip Goldberg [3], actual Secretario de Estado asistente de Inteligencia, ha dado un paso más en la defensa de la soberanía y el antiimperialismo expulsando de territorio boliviano a la agencia de cooperación para el desarrollo de Estados Unidos (USAID por sus siglas en ingles).

Esta recuperación de la soberanía política y territorial ha permitido a los procesos de cambio dar importantes pasos en ampliar una soberanía clave para el desarrollo de un país como es la soberanía económica. La auditoría de la deuda externa ecuatoriana ordenada por el ejecutivo de Correa y sintetizada en su frase «Lo primero es la vida, después la deuda» además de la expulsión del representante del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional de las oficinas del Banco Central, han permitido que Ecuador sea el segundo país más desendeudado de América Latina. Fundamental también ha sido la política de nacionalizaciones aplicada en Bolivia, desde la primera y principal, la de los hidrocarburos decretada por Evo Morales el 1 de mayo de 2006, que ha permitido mejorar todos los indicadores de desarrollo humano en Bolivia, hasta la más reciente del sector eléctrico que ha permitido reducir a la mitad las tarifas en el ámbito rural, impulsando de esta manera la reducción de la desigualdad en uno de los países más desiguales de América Latina.

Todos estos ejercicios de recuperación de la soberanía confluyen en lograr que en Venezuela, Ecuador y Bolivia se esté impulsando el ejercicio de una soberanía social mediante la consolidación de democracias de alta intensidad que apuntan a construir poder popular, que en el caso de Ecuador y Bolivia se traducen en el desarrollo del Estado Plurinacional.

Pero si bien la recuperación de la soberanía de los procesos de cambio es una gran enseñanza para la construcción de un proyecto político regional, América Latina sigue enfrentando numerosos problemas para su consecución.

En primer lugar el imperialismo continúa su agresión permanente contra los pueblos. Agresión que se manifiesta tanto explícitamente con la presencia de bases militares estadounidenses, como implícitamente con el apoyo e impulso a los golpes blandos en la región. Son decenas las bases militares de Estados Unidos en suelo latinoamericano, destacando las 13 en Colombia [4] y los 7000 efectivos y 46 barcos en aguas territoriales de Costa Rica, pero también la potencia imperial cuenta con bases en Honduras, El Salvador, Perú, Chile, Argentina o Paraguay, además de en varias islas del Caribe. Aunque estas bases sean la punta de lanza de la potencia militar hegemónica, debemos tener muy presente los golpes dados contra Manuel Zelaya, presidente legítimo de Honduras, con el claro objetivo de desestabilizar el integrante más débil del ALBA además de contar con una plataforma de apoyo solido en Centroamérica, o el golpe blando contra Fernando Lugo en Paraguay, cerrando de nuevo la posibilidad del cambio y la transformación social en este país, además de facilitar el terreno para la instalación de bases militares en el corazón de Sudamérica.

Y aunque la política imperial sea lo más visible, no debemos de perder de vista la agresión permanente del capitalismo contra nuestros pueblos por medio de las empresas transnacionales, que no solo saquean los recursos naturales y siguen bebiendo de las venas abiertas de América Latina, sino que además lo hacen destruyendo la Madre Tierra e imponiendo las lógicas del capitalismo, ahora reciclado bajo el formato de la economía verde. La reciente decisión de la Alianza Bolivariana para los pueblos de América (ALBA) de crear de un nuevo mecanismo de coordinación regional para la defensa conjunta en procesos de arbitraje internacional, especialmente aquellos interpuestos por compañías transnacionales contra países latinoamericanos, es una gran noticia que muestra el camino a seguir y profundiza en la defensa de la soberanía de los pueblos de Nuestra América.

Unido al problema de las transnacionales y al de la crisis climática, encontramos el de la crisis alimentaria y el problema de la tierra. Joao Pedro Stedile del MST lo explica perfectamente [5] cuando nos dice que la tierra «no es solo para trabajar. Tierra es territorio, donde uno reproduce su vida. Tierra es cultura. Si tú no tienes la tierra no tienes territorio, no tienes cultura; por lo tanto, no te reproduces como sujeto social. Entonces, ahí incorporamos, en la lucha por la reforma agraria, que tomar una tierra no es solo para trabajar, sino también para controlar el territorio y enfrentar al capital». Por lo tanto es urgente y necesario impulsar reformas agrarias que impulsen la tierra como espacio territorial que debe ser defendido para el trabajo y para garantizar la soberanía alimentaria.

Retos para un proyecto y agenda continental

Partiendo de estos problemas, son amplios por tanto los retos que tienen por delante tanto los gobiernos de cambio como los movimientos sociales del continente para la construcción de un proyecto político desde abajo y a la izquierda, proyecto político que debe comenzar por la construcción de una agenda común y articulada de luchas por un lado, pero también de un proyecto que consolide un horizonte de poder por medio de gobiernos que respondan a las mayorías sociales.

No podemos olvidar que América Latina ha sufrido la colonialidad del poder, ser y saber durante cientos de años y por lo tanto, uno de los horizontes del proyecto político debe ser el de la descolonización. En ese sentido, siguen produciéndose en el continente situaciones de colonialidad extrema que necesitan de una causa común desde los pueblos, siendo las tres principales la ocupación al completo de Puerto Rico, la situación de las Islas Malvinas y la demanda legitima de Bolivia de una salida con soberanía al mar en unos territorios conquistados por Chile mediante el uso de la fuerza militar.

Junto a estos tres ejemplos de colonialismo extremo, tenemos el sangrante conflicto colombiano, en el que el campo popular y los gobiernos deben empujar un proceso de resolución en el que la paz solo puede llegar de la mano de la justicia social.

Otro de los retos principales es el fortalecimiento de las estructuras de integración regional para que respondan a los pueblos por encima de otro tipo de intereses. En ese sentido, UNASUR, Mercosur, CELAC y sobre todo ALBA son herramientas muy útiles no solo para los gobiernos, sino también para los movimientos sociales. Especialmente el ALBA, pues además de trazar un horizonte emancipatorio de gobiernos de cambio, tiene una estructura orgánica, el Consejo de Movimientos Sociales del ALBA, y otra en su periferia compartiendo el mismo horizonte ideológico, la Articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA, que de manera complementaria ayudan a fortalecer los lazos entre gobiernos aliados y movimientos. Estos espacios de articulación son claves porque como apunta el secretario ejecutivo del ALBA, el abogado y diplomático venezolano Rodolfo Sanz: «el ALBA sin los movimientos sociales es como el cuerpo sin alma, el alma son los movimientos sociales, el cuerpo son los Estados» [6] .

Precisamente la Articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA va a celebrar su primera Asamblea Continental fundacional del 16 al 20 de mayo en la escuela de formación política del MST. 200 dirigentes de movimientos sociales de todo el continente van a convertir la Florestan Fernandes en un espacio de referencia para el análisis, el debate y la propuesta. Esperamos con ilusión estos días de trabajo conjunto entre diferentes organizaciones del campo popular latinoamericano con el objetivo de construir una agenda compartida de luchas y propuestas a partir de un análisis común de la coyuntura y las realidades políticas de nuestros pueblos.

Y en este momento histórico en el que uno de los arquitectos de la integración latinoamericana nos ha dejado, podríamos comenzar a debatir también uno de los sueños y retos que el Comandante Chávez nos legó, el de la convocatoria a una V Internacional Socialista [7]. Pensemos en un espacio de articulación de partidos políticos de izquierda y gobiernos aliados, movimientos sociales e intelectuales comprometidos, que supere otros marcos de encuentro y debate quizás ya no tan útiles para la construcción del proyecto político emancipador que necesitamos desde y para los pueblos de Nuestra América.

Breve mirada a Bolivia

Tenemos mucho que aprender en Bolivia a partir de estos avances, problemas, retos y desafíos. Sobre todo pensando en que en 18 meses tendremos que enfrentar unas elecciones presidenciales donde es clave para toda la región la reelección de Evo Morales como Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia.

Es importante aprender de la lección de Venezuela, donde los importantísimos beneficios sociales que el gobierno chavista ha consolidado para las mayorías sociales no han sido suficientes para revalidar una victoria amplia. A pesar de la buena gestión económica y de los numerosos proyectos puestos en marcha por todo el país, hace falta más que eso, hace falta un proyecto político solido con un horizonte emancipatorio, que cautive y seduzca de nuevo a las clases medias y a una juventud que se va incorporando al censo y ejercerá su derecho al voto por primera vez en diciembre de 2014.

Y para la construcción de ese proyecto es clave la propuesta del Presidente Evo Morales de la Agenda Patriótica 2025 [8], agenda de 13 pilares que, comenzando por el compromiso de erradicación de la pobreza extrema, fija el horizonte emancipatorio para una Bolivia digna y soberana en 2025.

Para todo ello, una mirada táctica a corto plazo para enfrentar las próximas elecciones y una mirada estratégica a medio y largo plazo para desarrollar la Agenda Patriótica 2025, sería fundamental construir, al igual que en Venezuela, un gran Polo Patriótico que agrupe a todas las fuerzas progresistas, movimientos sociales, grupos de jóvenes, mujeres, estudiantes, intelectuales, etc., que en torno al núcleo duro conductor del proceso que es el MAS, pueda continuar profundizando y radicalizando el proceso de cambio, construyendo hegemonía a partir de las y los de abajo.

 

*Katu Arkonada, internacionalista vasco y militante del proceso de cambio boliviano. Este texto ha sido publicado el domingo 12 de mayo en el semanario La Época además de servir como base para la exposición sobre coyuntura política en el panel inaugural del seminario internacional «Retos y desafíos en la construcción de Estados Plurinacionales» celebrada en La Paz el 13 de mayo de 2013



[1] Concepto acuñado por el geógrafo marxista inglés David Harvey

[2] Partido político que se autodefine como «libre asociación de ciudadanos»

[3] Antes de Goldberg, solo siete embajadores de Estados Unidos en toda la historia habían sido expulsados por diversas razones de los países donde cumplían su misión http://www.thedailybeast.com/newsweek/2008/09/19/grandstanding.html

[4] Cifra apuntada por Ana Esther Ceceña, Directora del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica de la UNAM http://www.fedaeps.org/alternativas/nuevo-momento-de-agresion-imperial

[5] http://www.biodiversidadla.org/Principal/Secciones/Documentos/Las_luchas_campesinas_ya_no_son_contra_el_latifundista_tradicional_sino_contra_las_transnacionales_productoras_de_alimentos_contaminados

[6] http://www.albatv.org/Primera-Asamblea-Continental-de.html

[7] http://exwebserv.telesurtv.net/secciones/noticias/62174/presidente-chavez-propone-v-internacional-socialista/

[8] http://www.bcb.gob.bo/webdocs/2013/AgendaPatriotica/AgendaPatriotica.pdf

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.