1. El presidente ilegítimo de México, Felipe Calderón es un fuerte político de la derecha internacional, tal como Aznar, Sarkozy, Belrusconi o Uribe. No es un tonto hablantín como Fox que dedicó su sexenio a enriquecerse junto a su familia. Calderón seguirá siendo (como Fox) un cachorro del gobierno yanqui en turno, pero desde la […]
1. El presidente ilegítimo de México, Felipe Calderón es un fuerte político de la derecha internacional, tal como Aznar, Sarkozy, Belrusconi o Uribe. No es un tonto hablantín como Fox que dedicó su sexenio a enriquecerse junto a su familia. Calderón seguirá siendo (como Fox) un cachorro del gobierno yanqui en turno, pero desde la presidencia está redondeando y extendiendo su equipo en el PAN para intervenir en otros campos, incluso en la democracia cristiana internacional con el objetivo de amarrar fuerzas. El haber estrechado relaciones con el ejército mediante un gran aumento de sus salarios y prestaciones, así como el tenerlo muy atento y activo en las calles urbanas y zonas rurales, es una estrategia para prevenir cualquier movimiento fuerte de oposición. El combate contra el narcotráfico no es tan real, parece una especie de entretenimiento que de paso enseña una fuerza amenazante ante el amplio descontento como existió en su primer año.
2. La Organización de Naciones Unidas (ONU), aunque es un organismo internacional no muy confiable, porque en innumerables veces ha permitido que el gobierno de los EEUU viole todas las normas universales aprobadas en su seno (tales como las declaratorias de guerra, las invasiones armadas, la contaminación atmosférica, acuerdos de desarme) algunos dependencias de ella, como la de derechos humanos, al observar de manera directa en sus visitas los diversos problemas de cada país, suelen ser honestas y reconocer la realidad. El problema es que los gobiernos (como el mexicano) tienden a no hacerles caso porque muchas veces, comprando a los medios de información, logran que los informes no se den a conocer o que no se difundan. Pero eso no quiere decir que por ese hecho los problemas de persecución, encarcelamiento, asesinatos, robos, saqueas dejen de existir y que el gobierno haga lo suficiente para acabarlos. Nada de eso.
3. La alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Louise Arbour, en su visita a México, pidió ayer viernes al gobierno mexicano «que asuma el compromiso de combatir con toda energía los feminicidios , los asesinatos de periodistas, las redes de pornografía y pederastia, como lo está haciendo con el narcotráfico, es decir, con todos los esfuerzos, porque eso es lo que pide la gente. Pero por otro la comisionada denuncia que los militares han cometido violaciones a derechos humanos en el combate al crimen organizado -violaciones de mujeres y adolescentes, asesinatos, detenciones arbitrarias, robos y saqueos- que deben ser investigadas por la justicia civil». Denuncia que no solo hay que combatir el narcotráfico, que hay muchos más problemas y que los militares han cometido violaciones a derechos humanos. Calderón, el presidente que no es tonto como Fox, seguramente lo reconocerá, pero nada hará.
4. Sin embargo, donde Louise Arbour se fue al fondo de la crítica, porque en México se está sufriendo esa situación, fue cuando advirtió que el uso de las fuerzas armadas para combatir el narcotráfico y el crimen organizado puede generar mayor violencia y provocar que civiles inocentes salgan afectados o pierdan la vida, particularmente cuando los militares utilizan la fuerza para confrontarse con grupos fuertemente armados, lo que lleva a tipos letales de confrontación. Y concluyó: «Considero que la guerra contra las drogas, si es que existe tal, o la guerra contra el crimen organizado, estas llamadas guerras tienen que ganarse no en las calles, sino en los tribunales». Lo que no sabe Arbour es que Calderón, al mandar al ejército a las calles, busca intimidar las luchas de las izquierdas y trabajadores. Dijo: Los abusos perpetrados por militares tienen que ser atendidos por tribunales civiles y no sólo por la disciplina del ejército. Esto es importante.
5. El ejército mexicano, por sus acciones en beneficio de la comunidad, por sus actos de solidaridad en temblores y tempestades, fue muy querido en el país. Pero comenzó a perder respeto entre la población cuando los diferentes gobiernos de la República (sean del PRI o del PAN) comenzaron a usarlo para reprimir las justas luchas del pueblo. El pueblo de México pensó siempre que el ejército sólo serviría para defender al país ante cualquier intervención extranjera y para ayudarlo ante cualquier calamidad, pero hoy lo ve en la calle en todos lados con cualquier pretexto. Cargando metralletas y armas de largo alcance, mirando amenazante desde camiones, camionetas y tanques de guerra, corriendo y atropellando a personas en la calle, el ejército ha perdido todo el respeto y se está ganando el odio de la gente porque en lugar de defender al pueblo que le paga con su trabajo bloquea calles y plazas para defender al gobierno de los ricos y lo usan contra el pueblo.
6. La Comisionada dice que «el uso de las fuerzas armadas… puede generar mayor violencia». Lo que no sabe Arbour es que desde hace meses la intervención del ejército, «con el propósito de combatir en narcotráfico» ha desatado la violencia en por lo menos 15 estados, provocando muchos asesinatos, sin que sepa la población cuándo acabará. Por eso miles de personas han salido a las calles de varios estados a protestar contra la ocupación del ejército que parece haber sacudido un «avispero» sin poder controlarlo. Por eso se observa que el mandatario ilegítimo, Calderón, se apresuró a meter al ejército sin haberlo investigado y reflexionado bien. A todos los jefes del narco se les avisó días antes y escaparon; los pocos que han sido apresados después de más de un año de intervenciones, son jefes muy secundarios y sin importancia. Sin embargo el miedo y la inseguridad siguen presentes, pero ahora con una ley intervencionista que no requiere de orden de cateo.
7. Antes que los problemas de la violencia armada se agudicen más por la militarización que cada día se extiende más en el país, hay que exigir que el ejército regrese a sus cuarteles. El narcotráfico debe y puede combatirse de otra forma: acabando con el gran desempleo y los salarios de miserables, por un lado, y construyendo gobiernos honestos que combatan la corrupción. En los hechos el narcotráfico se ha desarrollado por la enorme corrupción gubernamental que se ha hecho cómplice de los grupos que operan en el país y surten al extranjero. Casi la mitad de los militares del ejército deja la institución armada a los pocos años de haber ingresado; sólo aprende el camino del narcotráfico, realiza los contactos necesarios y se pasa «al otro lado». Soldados y altas jerarquías del ejército han sido descubiertos como dirigentes entre los narcotraficantes. Pereciera que el ejército es el mejor camino, el centro de capacitación, para ingresar a esos grupos.