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Ideas ricas contra la pobreza

Fuentes: La Voz de Galicia

Converso con él en un típico local del Barrio Latino. Se llama David Choquehuanca y es el primer canciller de origen indígena de Bolivia. Es un quechua que habla aimara y que también sabe el guaraní y otras lenguas vernáculas. Nació junto al lago Titicaca y no aprendió el español hasta la edad de siete […]

Converso con él en un típico local del Barrio Latino. Se llama David Choquehuanca y es el primer canciller de origen indígena de Bolivia. Es un quechua que habla aimara y que también sabe el guaraní y otras lenguas vernáculas. Nació junto al lago Titicaca y no aprendió el español hasta la edad de siete años. Veterano activista vinculado a las luchas de los campesinos cocaleros, es un hombre del círculo de confianza del presidente Evo Morales.

No habla como un diplomático, sino con la profundidad de un filósofo un poco new age . Expone de la política una visión étnico-cultural, plagada de referencias al retorno a los orígenes, a la importancia de la naturaleza y al recuerdo de los antepasados. Nos confirma que el Gobierno de Evo Morales se opone a la erradicación del cultivo de la coca: «La hoja de coca no es la cocaína. No es una droga. Necesitamos hacer conocer al mundo las bondades de la hoja de coca, que tiene cualidades alimenticias reconocidas. Por ejemplo, tiene calcio y en una economía pobre como la nuestra, donde muchos niños no disponen de leche, sí pueden tener acceso a la coca. Tiene más fósforo que el pescado. La coca forma parte de nuestras raíces culturales, y un pueblo sin cultura está destinado a perecer. Para nosotros la hoja de coca es sagrada. Por eso vamos a iniciar una campaña para conseguir su despenalización internacional».

Pero el canciller Choquehuanca no ha venido a París con esa intención, sino a participar en una conferencia mundial sobre nuevos financiamientos para el desarrollo. Se trata de encontrar recursos para alcanzar el gran objetivo del milenio: reducir a la mitad la pobreza en el mundo, de aquí al 2015, para lo cual se necesitan 50.000 millones de euros al año. ¿Dónde hallar semejante cantidad de dinero? Desde hace tiempo, algunos hemos propuesto la creación de una tasa internacional, una especie de IVA planetario, como única solución al problema del subdesarrollo.

La idea es admitida hoy por una mayoría de países (con la notable excepción de Estados Unidos). Pero no hay acuerdo sobre qué tipo de tasa. Unos proponen que sea sobre la venta de armas. Otros sobre el transporte marítimo, o los desechos nucleares, o los productos de lujo, o el consumo de Internet, o los gastos de agua potable, o las disposiciones de dinero en los cajeros automáticos, o los beneficios de las grandes firmas transnacionales. Otros proponen la creación de una gran lotería mundial. O un sobreimpuesto a las grandes fortunas partiendo de que el 1% de la población mundial concentra en sus manos un patrimonio equivalente al del 57% de los habitantes de la Tierra.

El presidente francés, Jacques Chirac, ha decidido crear una tasa -de 1 a 40 euros- sobre todos los billetes de avión, que entrará en vigor el próximo 1 de julio. Y servirá para costear lo gastos de la lucha mundial contra el sida. Chile ya la está aplicando.

El canciller boliviano también se declara en favor de la tasa internacional. Aunque su país no tiene preferencia, nos dice Choquehuanca que le ha parecido excelente la idea de reducir los costos de transferencia (10%) de las remesas que envían los emigrantes y verter la diferencia a un fondo de ayuda a los países del Sur. Reducirlo en sólo un 2% permitiría a un país como España, por ejemplo, consagrar cada año más de 160 millones de euros a la lucha contra la pobreza. Una prueba más de que una buena idea vale un Potosí.