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Elecciones en México

Ilusos y desilusionados

Fuentes: Rebelión

En su exitoso intento releccionista (1927-1928), Álvaro Obregón se enfrentaba a dos contrincantes: los generales revolucionarios y antiguos camaradas Francisco Serrano y Arnulfo R. Gómez. Ambos aspiraban a suceder en la Presidencia de la República a Plutarco Elías Calles, pero la fuerza política y militar de Obregón resultaba invencible. Con la complicidad (o la servidumbre) […]

En su exitoso intento releccionista (1927-1928), Álvaro Obregón se enfrentaba a dos contrincantes: los generales revolucionarios y antiguos camaradas Francisco Serrano y Arnulfo R. Gómez. Ambos aspiraban a suceder en la Presidencia de la República a Plutarco Elías Calles, pero la fuerza política y militar de Obregón resultaba invencible.

Con la complicidad (o la servidumbre) de Calles, el célebre Manco de Celaya había reformado la Constitución para permitir la relección por una sola vez del Presidente de la República, siempre que no fueran dos periodos consecutivos. Un traje a la medida para el invicto Quince Uñas.

Tanto Serrano como Gómez sabían que Obregón y Calles no los dejarían pasar. Que las elecciones serían una farsa. Que el nuevo presidente sería Obregón.

Frente a esta situación, Arnulfo R. Gómez opta por levantarse en armas. Nadie lo sigue. Es aprehendido y fusilado. De Serrano, ya enemistado con Obregón, se sospecha que seguirá el mismo camino que Gómez, por lo que es aprehendido y vilmente asesinado en las cercanías del poblado de Huitzilac, en el estado de Morelos. Obregón retorna a la silla presidencial.

La elección, desde luego, fue puro trámite. Álvaro Obregón se impuso. Dominó, como siempre, quien tenía la fuerza suficiente. Las puertas del poder no fueron abiertas por el voto ciudadano, sino por la poderosa dupla Calles-Obregón.

Pero, bajo ciertas circunstancias de tiempo, quien tiene el poder de dar, también tiene el de quitar. Calles le había dado la silla a Obregón, y Calles decidió quitársela: reelecto presidente el 1 de julio de 1928, el Manco es asesinado 16 días después, el 17.

Calles no se relige, pero conserva el poder: designa a cuatro de sus sucesores: Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodríguez y Lázaro Cárdenas.

Una vez en la Presidencia, Cárdenas repudia el mandato informal de Calles. No lo asesina, no lo fusila, no lo encarcela. Simplemente lo destierra. Muy distinto a Porfirio Díaz, a Obregón y a Calles, Cárdenas no intenta perpetuarse en el poder. Pero no renuncia al privilegio, vigente hasta ahora, de designar sucesor mediante unas elecciones sólo formales y sólo legitimadoras de la decisión tomada. Por décadas, nada distinto aconteció. Más allá del trámite de unos comicios siempre formales y nunca reales, el Presidente saliente designó al sucesor.

Sin embargo, algo un tanto diferente ocurrió en 1994. Carlos Salinas había designado sucesor a Luis Donaldo Colosio Murrieta. La candidatura de éste era la antesala de Los Pinos. Pero, como en una reedición de la sangrienta y fatal tarde del 17 de julio de 1928, Colosio fue asesinado. Ser candidato y seguro triunfador, como Colosio, lo mismo que ser presidente electo, como Obregón, no significa tener el poder. Desaparecido Colosio Murrieta, se designó un nuevo candidato, es decir, se designó un nuevo presidente. Y todo siguió siendo como siempre desde 1920. Casi un siglo de una práctica que con diferentes nombres (revolución, democracia dirigida, el fiel de la balanza, dictadura perfecta, alternancia) permanece hasta ahora inmutable.

Todo, también hasta ahora, ha fracasado para cambiar esa fórmula de relevo en el poder. Una clave de sustitución por designación en la que las elecciones cumplen, aunque no siempre bien, como en 1988 y en 2006, la función de legitimadoras de esa designación.

¿Cambiarán las cosas en este 2012? ¿Desaparecerá la fórmula hasta ahora invariable y exitosa? Para atisbar el futuro, el fundador del Partido Acción Nacional (PAN), el sabio reaccionario Manuel Gómez Morín solía utilizar una acertada expresión que hoy resulta imposible no recordar: «Para que no haya desilusionados, no debe haber ilusos».

Blog del autor: www.miguelangelferrer-mentor.com.mx

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.