Incertidumbre y desorientación es lo que tensa al momento económico-político del país. Incertidumbre política acerca de lo que pasará y desorientación del gobierno ante una crisis que lo supera, ambas crecen al compás de la cotización del dólar y del riesgo país. La percepción general es que el futuro inmediato solo mostrará una agudización de […]
Incertidumbre y desorientación es lo que tensa al momento económico-político del país. Incertidumbre política acerca de lo que pasará y desorientación del gobierno ante una crisis que lo supera, ambas crecen al compás de la cotización del dólar y del riesgo país.
La percepción general es que el futuro inmediato solo mostrará una agudización de las condiciones del presente, mientras crecen rumores de todo tipo. Adelantamiento de las elecciones -incluida la unificación de fechas y reforma de las PASO- para evitar que la crisis pegue de lleno en la campaña y aprovechar el laberinto en que está la oposición; posibilidad de saqueos , frente al costo en ascenso de las canastas de pobreza e indigencia; reformulación del acuerdo con el FMI o pedidos de auxilio a bancos y a EEUU, para cubrir la brecha financiera del 2019; cambio de funcionarios para lavarle la cara al gobierno… Todos síntomas de una crisis que se retroalimenta sin que se vea su final.
La economía se desploma
Los datos conocidos en estos días hablan de una economía que se achica. La actividad económica se contrajo 6.7% en junio respecto al año anterior, salvo el sector financiero e inmobiliario, el resto mostró cifras negativas -agro -31%, industria -7.5, comercio -8.3- lo que pone en evidencia que la recesión se extiende. Tanto Goldman Sachs como Barclays proyectan una caída superior al 1% en el año, mientras que consultoras locales estiman esa caída llegará a 1.8. En este marco el dólar ya está en los 32 pesos y no pareciera tener techo; la inflación anual tendrá un piso del 35% y la pobreza llegaría a fin de año al 33%. Mientras que en los primeros siete meses se fugaron más de 20.000 millones de dólares (suman 52.000 desde 2015). La deuda pública del Estado nacional ya es el 70% del PBI y el pago de intereses 2.6.
Una cuestión de confianza
La crisis, como lo hemos explicado numerosas veces desde esta columna, obedece a limitantes estructurales del capitalismo local y también a «errores» no forzados del gobierno Macri, donde juegan factores exógenos (tasa de interés, caída del precio de la soja y alza del petróleo, crisis turca y brasileña) y endógenos (inundación y vulnerabilidad ante los movimientos del mercado mundial). Pero la crisis se realimenta, se profundiza y se prolonga en el tiempo -ya van cinco meses- por la falta de credibilidad en el gobierno que está atravesado por una contradicción inesperada. Desde el primer momento de su gestión hizo profesión de su fe en el mercado, su modelo es mercado céntrico por eso removió todo tipo de controles y regulaciones, sin embargo los mercados-según el léxico neoliberal a la moda- no le tienen confianza, no le creen pueda cumplir con el programa financiero cuando tiene cerrada las fuentes de financiamiento externas.
Si se esperaba que el acuerdo con el FMI fortaleciera nuestra economía ha sucedido todo lo contrario. Los condicionamientos son tan fuertes que el BCRA se ha quedado sin herramientas paras surfear la crisis, y a tres meses de su firma ya se discute un perdón (waiver) y nuevas metas.
No solo las metas
Cerrar el déficit fiscal de este año con un 2.7% del PBI se logrará, hay dudas sobre llegar al 1.3 para el 2019; las metas de inflación y de reservas no se cumplirán pero todo indica que el FMI está dispuesto a hacer la vista gorda y ampliar el acuerdo. El problema entonces no está aquí sino en el programa financiero para hacer frente a los vencimientos de capital e intereses hasta diciembre del 2019. El riesgo de un nuevo default se perfila en el horizonte cercano.
Según los cálculos oficiales con los aportes del FMI -15.000 millones de dólares que ya ingresaron y seis cuotas de 3000- más el swap con China por 4000 y la renovación de las Letes, las brecha a cubrir es de solo 7.500 millones. Sin embargo para diversos analistas privados que, entre otras cosas, descreen de la renovación total de las Letes esta brecha oscila entre los 10.000 y 13.000 millones de dólares y 280.000 millones de pesos.
Cómo se financiará este bache es la cuestión. Las aguas se agitaron y la incertidumbre creció cuando se conoció que el gobierno pidió al FMI le adelantara el desembolso de la cuota de septiembre, y que el presidente del BCRA estaba tratando de que un pool de bancos y el Tesoro de EEUU hicieran un aporte de emergencia para bajar el riesgo país y volver a abrir las fuentes de financiamiento. Cuando estamos cerrando esta nota el Presidente Macri está informando en cadena nacional que acordaron con el Fondo que este adelantará todos los desembolsos necesarios de aquí al 2019 para despejar dudas en cuanto a la capacidad de pago de los vencimientos. Esperamos nuevas precisiones.
Estancamiento
Mientras tanto se comienza a hablar de una nueva década perdida. Es que si se observa la evolución del PBI desde el 2012 al 2018 -los años 2010 y 2011 son los últimos de fuerte crecimiento- y se lo proyecta hasta el 2021 lo más probable es que el crecimiento de esos 10 años resulte neutro o levemente positivo. Pero si se lo compara con el crecimiento de la población, 1% anual, el PBI per cápita será negativo.
No solo que la economía estancada reparte sus escasos frutos entre una ciudadanía cada vez más numerosa, sino que como sabemos ese reparto es cada vez más desigual.
Es el capitalismo que han impuesto nuestras clases dominantes.
Eduardo Lucita es integrante de EDI (Economistas de Izquierda)
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.