En pocos días se anunciarán alianzas electorales (12/6) y candidaturas (22/6) de las distintas opciones que disputarán en octubre el gobierno argentino para el periodo 2019-2023. Por ahora, lo que hay son hipótesis de variantes que incorporan incertidumbre en la situación política local en un marco de inestabilidad con variados interrogantes sobre el futuro cercano […]
En pocos días se anunciarán alianzas electorales (12/6) y candidaturas (22/6) de las distintas opciones que disputarán en octubre el gobierno argentino para el periodo 2019-2023.
Por ahora, lo que hay son hipótesis de variantes que incorporan incertidumbre en la situación política local en un marco de inestabilidad con variados interrogantes sobre el futuro cercano de la Argentina.
¿Hay espacio para la continuidad de Mauricio Macri en el gobierno? ¿Cuál es la alianza opositora en condiciones de asegurar un gobierno de signo político diferenciado a la gestión Pro-Cambiemos?
Las posibilidades en uno u otro sentido cambian de día a día según avancen o no las negociaciones sobre acuerdos electorales.
Esta incertidumbre política está asociada a la que se presente en materia económica, porque es la primera vez que la dimensión económica interviene en la decisión sobre el voto.
Lo «económico» no pesó en las elecciones del 2015 o del 2017, pero sí parece intervenir en la decisión por el voto del 2019. Lo que apareció como definitorio fue un voto castigo, en contra del gobierno anterior. Es algo que disminuye en la coyuntura, aun cuando no desaparece por completo, especialmente en el escenario de ballotage.
Queda discernir cuánto interviene la cuestión económica en la definición por el voto, especialmente en un marco de continuidad de la suba de precios y la recesión. En la fecha volvieron a subir los combustibles, lo que asegura traslado a precios y deterioro de la capacidad de compra de la población sujeta a ingresos populares deprimidos: salarios, jubilaciones y planes sociales.
Incertidumbre mundial
A los problemas locales se suman los mundiales. Los problemas son globales, ya que los principales socios comerciales de la Argentina presentan su propias dificultades económicas y políticas.
Es algo a destacar para el caso brasileño que presenta un trimestre económico a la baja, con proyección de reiterarse y definir una recesión para el principal comprador y vendedor en las relaciones internacionales de la Argentina.
Pero también acontece con los otros dos principales animadores del comercio internacional de la Argentina: China y EEUU.
El primero, China, desacelera su ritmo por la inestabilidad del orden mundial, que lo tiene como protagonista por la guerra comercial que le declaró el gobierno de Trump y que impacta en el conjunto de la economía Mundial, por ende, sobre la Argentina y sus relaciones bilaterales.
Para el segundo, EEUU, aparece preocupante el horizonte de la segunda mitad del año, a la baja de la actividad económica, luego del empuje en la etapa inicial del gobierno estadounidense desde la llegada de Trump en 2016.
Esos problemas agudizan las contradicciones de EEUU con el sistema mundial, no solo la guerra comercial con China, sino que agrega ahora la suba de aranceles a México para inducir la intervención mexicana para frenar la inmigración proveniente de ese país y de otros que mudan desde Centro América y el Caribe.
Un problema especial en EEUU deviene de la merma en la actividad agrícola, que induce una suba de los precios internacionales de los precios de productos primarios para la exportación, algo que en la coyuntura mejora las cuentas nacionales de la Argentina.
En efecto, las expectativas de los grandes productores y exportadores de la Argentina son elevadas ante los límites de la producción estadounidense. Es una situación confirmada con la evolución reciente de la actividad agrícola y ganadera de la Argentina, la única que crece en los datos relevados para marzo por el INDEC. El Agro crece 10,8%, siendo el único sector en expansión de la actividad local. En sentido inverso lo expresan la caída del sector industrial por -13,2% y del sector del comercio minorista y mayorista por -14,6 para marzo pasado.
El FMI indica tendencias a la baja de la economía mundial, que no son mayores por el efecto de China y otros emergentes, los que siguen creciendo, pese a sus dificultades, más que los países capitalistas desarrollados.
La situación de EEUU, acoplada a la baja expansión europea y japonesa agregan incertidumbre al momento actual de la economía mundial.
Por eso preocupa la tendencia al pobre crecimiento de la economía mundial, agravado con la expansión de la especulación y el endeudamiento público de varios países.
Son todos elementos que anticipan estallidos que suponen una recidiva de la explosión 2007/09 que derivó en la gran recesión. Es una situación aún no superada según variados análisis de la situación global.
¿Qué expectativas?
No son buenas las expectativas en el corto y en el mediano plazo, y en rigor, es un panorama poco destacado en el limitado debate sobre el rumbo económico de la Argentina actual.
¿Qué hacer en el país ante el condicionante del acuerdo con el FMI y los fortísimos vencimientos para el 2020 y años subsiguientes? Es un tema central que apenas se sobrevuela con la mención a renegociaciones de difícil factura, no solo por la situación local, sino por la global.
En la coyuntura pesó la protesta por el masivo Paro Nacional del 29/5 pasado, a 50 años del Cordobazo, pero muy alejado del clima político de aquel acontecimiento hace medio siglo. La protesta de entonces suponía una determinada correlación de fuerzas en la disputa del imaginario social, a contramano del actual, condicionado por la influencia neoliberal en el sentido común instalado.
Desde el gobierno se insistió en el costo producido por el paro, cuantificado en unos 40 millones de pesos, lo que suena a risa contra la perdida de los 11.000 millones de dólares desembolsados por el FMI y acreditados en el BCRA el pasado 9/4. A menos de dos meses ya se dilapidaron más de 500.000 millones de pesos (al cambio de hoy).
Más que pedirle cuenta y facturar al sindicalismo en protesta, habría que investigar el destino de esos recursos fugados de las cuentas de reservas internacionales y analizar a los responsables de la política pública.
El rumbo de la economía debe cambiar y para que ello ocurre debe modificarse la correlación de fuerzas en el ámbito de la política, algo que trasciende el proceso electoral y se dirime en la sociedad, no sin conflicto.
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