Un junior del régimen neoliberal, con pretensiones de ser candidato presidencial en el 2024, presentó hace unos años la propuesta “Adopta un mexicano” como mecanismo para sacar de la pobreza a los millones de mexicanos que la padecen.
Vale la pena prestarle atención a la propuesta, ya que es una muestra de la ideología de las élites en momentos de disputa política como el actual.
El planteamiento es sencillo, pasa por un “cambio de actitud” y algunas acciones, pero el centro es que los mexicanos que no sufren pobreza “adopten” a un mexicano que la padece. Esta adopción parte en interesarse en el otro, ayudándolos de manera material, impulsándolos a que estudien y enseñándoles a acceder al mercado laboral. Para con ello, los pobres tengan las mismas oportunidades que gente como Enrique de la Madrid han tenido y claro está han aprovechado, según se explica en un emotivo video. En términos políticos y sociales es asumir la superioridad de la élite frente al pueblo y aceptar su dirección política, ética, educacional y económica.
La idea la retoma según cuenta el autor, en que ha vivido la solidaridad de las organizaciones de beneficencia en las que el mismo ha aportado. Una vuelta a la filantropía y a la superación de la pobreza a partir de ayuda externa. Pero en el título de su propuesta se encuentra el “discurso oculto” que comparte con la élite a la que pertenece. Su propuesta Infantiliza a los pobres, presentándolos como sujetos carentes de una racionalidad plena, sin voluntad y seres indefensos. Y a las élites las coloca como benefactoras y todo poderosas, sabedoras del que hacer.
Analizar de quien viene la propuesta la muestra como una reacción de clase ante la pérdida de una posición dirigente. Hijo del expresidente Miguel de la Madrid en cuyo sexenio campeó la corrupción y se instauraron las políticas privatizadoras, un rico ligado al poder político, diputado local y funcionario de altos vuelos de los gobiernos neoliberales, acaba de encontrar el hilo negro de lo que necesita el país. Enrique de da Madrid busca ser la figura “nueva” de la oposición neoliberal, una figura de las élites en la búsqueda por reconquistar el poder político.
El alejamiento entre las élites y el pueblo se hace más extenso. Hay abajo una consciencia clasista y plebeya que descubre la trampa. Y una incomprensión de las élites sobre lo que significa el actual proceso de transformación. Es por ello que ante una movilización como la del 27 de noviembre la respuesta sea tachar de “acarreados” al más de un millón de ciudadanos que participaron. Otra vez negando el carácter de sujetos y ciudadanos plenos a las mayorías.
En sus torres de marfil imaginan soluciones, sin dejar de sentirse superiores y con derecho a mandar. Se empeñan en atacar el gobierno de la 4t, invocan desastres y llaman a la defensa de las instituciones. Buscan banderas, son “demócratas” que desprecian al pueblo y hacen llamados a la justicia social que son insultos y paternalismo vulgar. Pero en democracia el pueblo tiene la última palabra.
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