De la Máquina, de Alberto Lema, Caballo de Troya, 2012.
¿Tenemos la iniciativa para comenzar una revuelta? ¿Necesitamos a un entidad extraña para motivarla?
Alberto Lema deja entrever esas cuestiones en De la Máquina, en una historia ubicada en la Galicia actual (no en vano, el libro ha sido escrito y editado originalmente en gallego), en la que una inteligencia artificial, un ordenador programado para jugar al ajedrez, se ha escapado del control gubernamental estadounidense. Desde esa premisa, Lema levanta una trama que no juega en exceso con lo sorpresivo, que elude lo efectista en pos de una maduración lenta y coherente, en la que destaca el acertado uso de la elipsis. Sin embargo, la trama dispara una historia policíaca que deja en segundo plano el aspecto prospectivo y que, en definitiva, sirve de coordenadas para ubicar un buen juego de personajes que constituye el centro de la obra. De hecho, las relaciones con la IA constituyen uno de los elementos especulativos más fuertes del volumen. Además, según avanza la novela, se desvelan problemas morales y cuestionamientos críticos con el mundo y con la propia estrategia para la transformación social actual.
De la máquina se trata de una obra de ritmo ágil, compuesta de capítulos breves sólo numerados, narrados en primera persona por distintos personajes a través del multiperspectivismo, o bien en tercera persona con un enfoque objetivista. Ese multiperspectivismo, en cualquier caso, supone un acierto para expandir el foco de la narración. Los diálogos aparecen insertados, sin marcas tipográficas, lo que le otorga dinamismo al texto.
A su vez, el autor traza acertados y concisos retratos costumbristas en los cuales denuncia la precariedad laboral y las condiciones de trabajo contemporáneas. Los personajes poseen pensamientos progresistas o revolucionarios, y ponen en diálogo su ideología con la realidad que viven. A través de todo ellos, se construye un retrato crítico, ciertamente desencantado, de los movimientos sociales de izquierda de finales del siglo XX.
Sin embargo, el tramo final de la novela resulta demasiado descompensado con el resto del volumen, especialmente por la cantidad de acontecimientos que se acumulan en él y también por su propia relevancia.
Por otra parte, de manera subterránea, en De la Máquina subyace la cuestión, entonces, de si tenemos la capacidad, por nosotros mismos, de rebelarnos, o si dependemos de una entidad externa (llámese vanguardia) para iniciar la revolución. Ahí, si extraemos una generalidad de esta lectura, Lema aporta soluciones que apuntan la imposibilidad de una revuelta motu propio, y, a día de hoy, terminan por anclarnos en la resignación.
En cualquier caso, Alberto Lema presenta una obra sólida, bien trabada, que hace de la ciencia ficción una herramienta útil para iluminar nuestro mundo.
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