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Novedad editorial

Introducción del libro «¡Ahora es cuándo, carajo! Del asalto a la transformación del Estado en Bolivia»

Fuentes: Rebelión

«¡Ahora es cuándo, carajo! Del asalto a la transformación del Estado en Bolivia», editado por Íñigo Errejón y Alfredo Serrano El Viejo Topo, Barcelona. ISBN 978-84-15216-24-7, 300 págs El Gobierno de Evo Morales y el Movimiento Al Socialismo en Bolivia son herederos directos de un ciclo de insurrecciones indias y populares contra el programa de […]

«¡Ahora es cuándo, carajo! Del asalto a la transformación del Estado en Bolivia», editado por Íñigo Errejón y Alfredo Serrano

El Viejo Topo, Barcelona. ISBN 978-84-15216-24-7, 300 págs

El Gobierno de Evo Morales y el Movimiento Al Socialismo en Bolivia son herederos directos de un ciclo de insurrecciones indias y populares contra el programa de reformas neoliberales iniciado a mediados de la década de 1980, que se convirtió en un verdadero «asalto» a un Estado racista y oligárquico a comienzos del siglo XXI. El momento actual, sin embargo, es el de la transformación, desde el poder político, de aquella estructura heredada, excluyente y sometida a tutelas internas y externas, para ponerla al servicio de las principales necesidades y demandas de las mayorías sociales tradicionalmente subordinadas y empobrecidas. Este segundo momento, menos analizado, es el del avance en una perspectiva transicional descolonial, democrática y popular, que debe lidiar con los desafíos de una construcción estatal históricamente fallida y excluyente, y con la resistencia de los núcleos conservadores del poder económico que tradicionalmente han colonizado y subordinado al Estado. El reto del momento es el de sedimentar en instituciones comunes la nueva correlación de fuerzas signada por el liderazgo de los pueblos indígenas y las clases subalternas.

Este libro pretende acercar al lector no especializado a los principales desafíos, dificultades y potencialidades de este proceso de transformación estatal, reuniendo para ello contribuciones de protagonistas y estudiosos del riquísimo tiempo político que atraviesa Bolivia, abierto, fértil y en disputa. En ese esfuerzo, se apuntan claves para pensar, desde la experiencia boliviana, los procesos de cambio político de orientación emancipadora.

Introducción: Pensar la refundación del Estado en Bolivia  

 

Por qué Bolivia

América Latina se ha convertido en el continente más político en el sentido más profundo del término. Es la región más activa y dispuesta a transformar los significados instituidos, la distribución de los bienes comunes -económicos, sociales, simbólico-culturales, institucionales-, las reglas de convivencia y los horizontes de futuro.

Vivimos un momento histórico caracterizado por la incertidumbre, por la brecha entre la constatación de un cierto agotamiento sistémico y el desarrollo aún insuficiente, incipiente en el mejor de los casos, de las propuestas alternativas. En ese impasse , las experiencias de transformación social en marcha en América Latina son, con todas sus contradicciones y límites, verdaderos «laboratorios» políticos, de obligado estudio y discusión por tanto para las ciencias sociales y el pensamiento crítico.

Bolivia, en particular, concentra con mayor densidad la mayoría de los ingredientes que hacen interesante a América Latina. Por citar sólo los más destacados: los retos de la emergencia de una identidad étnica sobre cuya subalternización se construyeron los Estados de la región, la problemática de un régimen de acumulación concentrador de riqueza, los procesos de periferia como límites históricos a la soberanía nacional y la cohesión social, la fragilidad del estatus de ciudadanía y su desbordamiento por prácticas públicas no estatales, la conflictividad regional y la territorialización de las identidades políticas, o la irrupción en el Gobierno de una fuerza política de carácter movimientista-sindical.

Todos estos elementos han atravesado la «crisis orgánica» que ha protagonizado el pasado inmediato de Bolivia: la incapacidad del bloque histórico dirigente de conseguir una aceptación siquiera sea pasiva de su función rectora, e incluso de imponerla con los instrumentos de coacción pública, que agravaban así la crónica debilidad estatal y la insuficiencia de los mecanismos de inclusión e institucionalización política que han hecho del país andino un record de inestabilidad, polarización de la estructura social, revueltas y golpes de Estado.

Las reformas neoliberales fueron un ambicioso intento de refundación estatal, basada en el debilitamiento de lo público, en la inversión privada extranjera y en un «boboaperturismo» como motor de desarrollo y el fortalecimiento del sistema político a través de la inclusión individualizada de la población en una ciudadanía «mercantil» en la que los derechos se convertían en posibilidades de competencia, y la mediación corporativa y sindical en los canales verticales entre los partidos y sus representados.

Ese modelo, en lo económico, falló en todo; se produjo un proceso notable de desindustrialización siguiendo el patrón primario exportador sin generar ningún valor agregado, concretado en una menor democratización de los medios de producción, y en una distribución primaria del ingreso cada vez más desigual, y en paupérrimas condiciones sociales y económicas para la mayoría de la población boliviana. En su vertiente más «política», el modelo de Estado neoliberal permitió disponer de «sus propios nortes en el sur» e incrementó las expectativas generales de inclusión y ascenso social, aumentando así las demandas dirigidas al Estado y al Gobierno. Estas demandas, es cierto, empezaron a vehicularse por canales hasta entonces no convencionales, como los municipios -creados por la Ley de Participación Popular de 1994- o las redes de las organizaciones no gubernamentales de la cooperación extranjera. No obstante, iban en última instancia dirigidas a un Estado al que las desregulaciones financieras y comerciales, los ajustes fiscales y las sucesivas privatizaciones habían desposeído de la mayor parte de sus instrumentos de regulación social, y por tanto era incapaz de satisfacer la mayoría de las demandas recibidas. En adición, en el sistema de partidos las líneas divisorias entre opciones políticas fueron desgastándose paulatinamente por una política promiscua de pactos, coaliciones de gobierno e intercambio de cargos públicos, saludada oficial e internacionalmente como «consociativa» y consensual. Sin embargo, la gobernabilidad basada en todas las combinaciones del pacto intra-élites no fue capaz de integrar las expresiones de descontento, de gestionar el antagonismo social, y sufrió un acelerado desprestigio que contagió a todo el sistema político de lo que se conoció como «la democracia pactada» o «el pactismo».

Se produjo entonces lo que Ernesto Laclau llama una «ruptura populista» (Laclau, 2005) que dicotomizó la sociedad boliviana en dos campos políticos constituídos en el antagonismo: de un lado el «pueblo», identificado con los intereses siempre postergados de las mayorías empobrecidas y racializadas como «indios», del otro lado las élites blancas y propietarias, rectoras del Estado desde su fundación, y responsabilizadas del subdesarrollo, el racismo y la miseria. Es sobre esta construcción discursiva que el Movimiento Al Socialismo (MAS) pudo llegar al gobierno tras muchos años de protestas y revueltas sociales contra las reformas neoliberales. El partido de Evo Morales (el MAS) se presentó exitosamente como la cristalización de un plebiscito entre las mayorías sociales y el régimen decadente, y por ello su victoria estuvo cargada de voluntad refundacionalista: la apertura de un proceso constituyente, la nacionalización de los hidrocarburos, la descolonización del Estado o la reforma agraria, figuraban como los ejes centrales del mandato popular que llevo a Morales a ser el primer presidente indígena de América Latina [2] .

Objetivos y miradas de este libro: la reflexión pendiente, cuando los resistentes llegan al Gobierno.

El transito histórico descrito, por sí solo, hace merecedor al proceso político boliviano de la atención del lector. No obstante, existen ya análisis de calidad sobre la acumulación de fuerza en las capas sociales subalternas bolivianas y sus estrategias de movilización y cerco al poder constituido, finalmente exitosas. La mayor parte de ellos han sido publicados en Bolivia, pero algunos han conseguido cruzar el charco editorial y están disponibles en el Estado español.

Son muy pocos los títulos de referencia sobre el proceso político boliviano disponibles en el ámbito editorial español. De entre ellos, destaca la obra colectiva sobre los movimientos sociales bolivianos y el «Ciclo Rebelde» 200-2005, coordinada por Jesús Espasandín y Pablo Iglesias (2007) publicada en el Estado español por El Viejo Topo. Este es un título de referencia obligada para los estudiosos de los movimientos sociales y los interesados en el ciclo de acción colectiva disruptiva en la crisis del modelo neoliberal en Bolivia. Sin embargo, por razones temporales y de enfoque, el libro de Espasandín e Iglesias deja fuera de su mirada la etapa que se inaugura con el Gobierno de Evo Morales, que es precisamente el objeto de estudio de la presente obra. También en el 2007, se publicó en el Estado español Evo. Despertar indígena, de Elizabeth Subercaseaux y Malú Sierra (2007), que a partir de la biografía política y las entrevistas con el presidente boliviano pretende ofrecer una visión panorámica del proceso político boliviano, interesante para quienes se acerquen a él por primera vez pero insuficiente para quienes busquen un análisis con cierta profundidad. Podría decirse que es una versión similar, aunque de menor impacto, que el libro de Stefanoni y Do Alto Evo Morales. De la coca al Palacio (2006).

En lengua inglesa, se han publicado paradójicamente más títulos sobre el cambio político y social en Bolivia. Es obligado destacar al historiador Herbert Klein (1970, 1992, 2003) cuyos trabajos siguen siendo reeditados por su rigor y su pertinencia para aportar una perspectiva temporal amplia a los análisis más actuales. En es misma línea se ubica el inglés James Dunkerley, cuya obra Rebellion in the veins (1984) es el mejor estudio sobre la historia del siglo XX boliviano, imprescindible para la comprensión de las raíces políticas del proceso actual. Dunkerley también ha incurrido recientemente en la investigación de los cambios en marcha, con un resultado igualmente destacable en Bolivia: Revolution and the power of history in the present (2007). Específicamente centrados en el período de reformas neoliberales y la contestación social es el libro de Benjamin Kohl y Linda Farthing Impasse in Bolivia. Neoliberal Hegemony & Popular Resistance (2006) que por su meticuloso trabajo de revisión bibliográfica y de Fuentes primarias supone una investigación de lectura prioritaria para la comprensión del proyecto neoliberal y de su crisis y superación en curso en Bolivia. En el mismo sentido, aunque más centrado en la composición, y los repertorios de intervención de los movimientos sociales indígenas, está Revolutionary Horizons. Past and Present in Bolivian Politics (2007) de Forrest Hylton y Sinclair Thomson.

Obviamente, en Bolivia y América latina hay muchas más publicaciones sobre el proceso político boliviano. Excede con mucho el objetivo de este paréntesis glosarlas todas, siquiera una lista de las mínimas imprescindibles. Pero no nos resistimos a citar tres referencias que juzgamos de importancia central: En primer lugar la compilación de textos de Álvaro García Linera La potencia plebeya , Vicepresidente de Bolivia y uno de los intelectuales críticos más lúcidos de América Latina, ofrece una sólida base de análisis sociológico e histórico para la comprensión de las fuerzas sociales subalternas que precipitaron la crisis del Estado neoliberal. (Linera, 2009) Si bien esta obra no está disponible en el Estado español, puede conseguirse a través de Clacso; su publicación en nuestro espacio editorial en todo caso más que recomendable para los interesados en Bolivia y en los movimientos sociales en general. En segundo lugar, destacan los escritos de Pablo Stefanoni, uno de los más lúcidos estudiosos del Gobierno del MAS, que contribuye también en esta obra. La obra conjunta con Svampa y Fornillo Debatir Bolivia Los contornos de un proyecto de descolonización (2010) es una investigación actual y rigurosa sobre el proceso de cambio político en Bolivia. Con los mismos autores, Balance y perspectivas. Intelectuales en el primer gobierno de Evo Morales (2010) ofrece una interesante panorámica del papel y análisis de los intelectuales más destacados del campo oficialista. En tercer lugar, Marta Harnecker y Federico Fuentes desarrollaron en MAS-IPSP. Instrumento Político que surge de los movimientos sociales (2008) un trabajo de entrevistas con dirigentes políticos que, aunque en alguna medida han visto sus tesis afectadas por el paso del tiempo, provee de mucha información sobre la autopercepción del gobierno y los movimientos sociales afines. En cuarto lugar, los libros del grupo «Comuna» constituyen una aportación regular de reflexión audaz y crítica (Prada 2004), (Vega, 2006), (Tapia, 2008), (García Linera et al. 2010). En último lugar, y desde una perspectiva ecléctica que incluye aportaciones de intelectuales opositores, la obra colectiva Tensiones Irresueltas Bolivia, pasado y presente (Crabtree, Gray Molina, y Whitehead, 2009) supone una evaluación de los retos políticos y sociales que afronta la reforma estatal boliviana.

Este breve recorrido bibliográfico, realizado con más pretensión ilustrativa que exhaustiva, revela en todo caso a la vez el interés creciente sobre los cambios políticos y sociales que ocurren en Bolivia, y la necesidad de trabajos que se ocupen en profundidad de las transformaciones del Estado, como conjunto de dispositivos institucionales y campo político de relaciones de fuerza y negociación. Este libro pretende cubrir parte de ese espacio de reflexión, sorprendentemente descuidado: el de las transformaciones en el Estado boliviano tras la llegada al Gobierno del Movimiento Al Socialismo. Nos parece que la discusión sobre la reforma/refundación/construcción del Estado en Bolivia es una contribución central a la discusión global sobre el cambio social.

Así, este libro se ubica en un momento concreto, crucial y poco discutido, del proceso político: cuando la mayor parte de las cámaras de televisión se apagan, cuando la épica se disipa en gran medida, y cuando llega el momento decisivo de la transformación de la vida colectiva. Este suele ser un momento crítico para los procesos de transformación social con su carga de ilusión y euforia colectiva. En Bolivia, la llegada al poder de un «gobierno de los movimientos sociales» ha despertado una atención mundial, especialmente entre los sectores de izquierda entre los que la adhesión ha sido generalizada, aún si a menudo la distancia cultural y la rapidez y profundidad de las transformaciones en marcha han dificultado el análisis.

La experiencia boliviana constituye uno de los más ricos ejemplos de los retos de la transformación social y la construcción de poder político democrático para el beneficio de los sectores subalternos. Más allá de las etiquetas, el proceso de transformaciones en marcha en Bolivia supone un ambicioso proyecto de refundación estatal que enfrenta cuestiones centrales para las ciencias sociales y el pensamiento crítico. La virulencia de la crisis orgánica que sufrió el viejo estado liberal y colonial ha otorgado al proceso político en marcha una profundidad que lo hace histórico. En Bolivia se están enfrentando las promesas incumplidas de la modernidad -la igualdad ante la ley, el universalismo de la razón y la cultura de cuño europeo, el desarrollo económico de un país periférico, la producción de una esfera pública no patriarcal, el reparto de la riqueza compatible con la armonía con la naturaleza, etc.-, en un itinerario sin mapas, que demuestra que en el corazón de la política están siempre la irrupción y la creación.

El proceso de reconstrucción estatal convoca y atraviesa todas las formaciones sociales que conviven superpuestas en Bolivia, en una composición que René Zavaleta definiera como «sociedad abigarrada», refiriéndose a la acumulación de matrices civilizatorias, modos de producción y distribución y patrones culturales, fruto en gran medida del «desarrollo desigual y combinado» y la geografía fragmentada producida por la colonización y los procesos de periferia [3] .

Más que como un conjunto de procedimientos y aparatos institucionales, en este libro hemos preferido pensar el Estado como un campo de disputa, en el que diferentes actores políticos se encuentran en pugna y negociación permanente por la distribución de los recursos comunes de una sociedad. El conflicto, que está en el origen de la política, es también la razón de ser del Estado, que se mueve en la paradoja siguiente: nace para mitigar y regular el conflicto, que es no obstante su razón de ser última, sin la cual no existiría.

Los códigos jurídicos y las instituciones serían así el resultado de pacto entre diferentes actores, que congela un determinado equilibrio de fuerzas, subordinando a unos y privilegiando a otros, pero integrando a todos en un sistema común que asegure que sus diferencias no atentan contra la comunidad política y sus perspectivas de vida en común hacia el futuro. Se trata siempre de un arreglo temporal puesto que, construido por porciones siempre cambiantes de consenso y capacidad de imposición, puede variar cuando los sectores más beneficiados pierdan capacidad de dirección o los subalternos ganen en unidad y poder para subvertirlo. La estabilidad, entonces, lejos de ser el resultado de la inmovilidad, lo es de las continuas negociaciones y rearticulaciones de los sectores dirigentes para reacomodar su poder, desarticular el del adversario, y ampliar o reforzar los pactos constituyentes con la integración de potenciales «desafiadores».

Es por tanto a través del examen de las modificaciones, subterráneas en primer lugar, en la correlación de fuerzas políticas en una sociedad, como se pueden explicar no sólo los cambios políticos, sino también la estabilidad, la «gobernabilidad» y las políticas y normas públicas. Estas últimas, cuyo diseño, ejecución, evaluación y reformulación suelen representarse como asuntos eminentemente técnicos, están atravesadas igualmente por el conflicto y por los arreglos institucionales temporales para armonizar diferentes opciones y preferencias en competencia. Si bien la aplicación concreta sí puede estar sometida a criterios de eficacia, la adopción de una u otra política o norma en uno u otro momento no puede sino ser el resultado de una decisión política, pues elige entre atender unas u otras demandas. Además, lo hace dentro de un marco de sentido, de «opciones razonables posibles», que no tiene nada de natural, sino que es el resultado de narrativas determinadas que explican los «datos» sociales en uno u otro sentido. Ya sabemos que éste es el terreno de la lucha discursiva, y en ese sentido las instituciones pueden ser entendidas también como sentido históricamente sedimentado, conjunto de procedimientos que cristalizan significados políticos compartidos y asumidos como sentido común que marca lo esperable de las administraciones pública.

Es precisamente ésta la perspectiva del libro, una mirada que, al privilegiar el proceso, las dinámicas de cambio, articulación, negociación y conflicto, puede aprehender mejor cuales son las transformaciones en los equilibrios entre actores que están detrás de determinadas modificaciones institucionales. Los estudios sobre la acción colectiva y los movimientos sociales, ya lo hemos dicho, han sido muy útiles para comprender cuáles han sido las fuerzas que cristalizaron en la crisis orgánica de comienzos de siglo y abrieron un nuevo ciclo político. El reto ahora es pensar las formas de sedimentación institucional del nuevo bloque social dirigente, indígena y popular . Para ello no bastan las herramientas del institucionalismo, ni tampoco los indicadores de políticas públicas. Evidentemente no sobran pero, si ya sería discutible que por sí solas sean capaces de dar cuenta de los escenarios políticos fundamentalmente «estables», son ciertamente estrechas para explicar un proceso marcado por el conflicto y la irrupción de masas de un nuevo actor político en la esfera pública y los espacios de representación y decisión.

Un enfoque que se acerque al conflicto no como anomalía sino como componente nuclear de la política, además, nos permite descartar los planteamientos monolíticos para examinar las contradicciones del proceso. Gracias a ello podemos, por ejemplo, analizar las fricciones al interior del propio campo político del oficialismo (y aledaños) no necesariamente como grietas, sino como las dificultades de articulación de sectores sociales tan heterogéneos así como la difícil compatibilidad de ciertos elementos que convergieron sin problemas en el imaginario oficialista hasta tener que convertirse en políticas públicas -como el desarrollismo a través de los recursos naturales y el «comunitarismo» descolonizador cercano a planteamientos decrecentistas, por ejemplo.

En el curso de la edición de esta obra se produjeron, a finales del año 2010, las protestas contra el gobierno de sectores populares más importantes desde la llegada de Morales al Palacio Quemado. El Gobierno, con la intención de frenar la fuga de subvenciones públicas a través del contrabando de carburantes, eliminó la mayor parte de las ayudas públicas, medida que intentó compensar unos días después con una subida de sueldos en el pequeño sector público. Inmediatamente se desataron protestas contra lo que se dio en llamar «gasolinazo». La oposición quiso ver en ellas el principio del fin de la hegemonía oficialista, mientras que los más acérrimos partidarios de la -nunca explicada como proyecto de poder- autonomía de los movimientos sociales creyeron ver el resurgir de una potencia dormida. El tiempo ha demostrado que aquellas protestas no fueron ni una cosa ni la otra, gracias quizás a la capacidad de reacción del Presidente Morales quien, interpelado por sus bases, anuló el decreto «escuchando al pueblo». Éste no es un gesto menor que pueda ser pasado por alto, tras décadas de quiebras entre la legitimidad institucional y la legitimidad social.

Ya había habido antes, y hubo otras protestas sociales localizadas tras la derogación del polémico decreto sobre los carburantes. Lo cierto es que ninguna de ellas ha expresado contenidos destituyentes ni mucho menos propuestas de poder alternativo. Ninguna de las demandas ha sido planteada en una interpelación con pretensiones de «universalidad»: de articularse en un horizonte nuevo con otras reivindicaciones. Esto podría ser un síntoma de la pervivencia de la hegemonía del MAS en Bolivia, en la medida en que incluso las reivindicaciones o protestas contra su gobierno se expresan en sus marcos de cultura política, en su lenguaje. La tensión corporativista de los movimientos sociales, cara B de su celosa autonomía, puede funcionar de contrapoder y mecanismo de rendición vertical de cuentas y control de lo gobernantes, pero también como obstáculo para la formulación de políticas públicas incluyentes y redistributivas. No hay solución mágica: negociación y articulación de intereses, el libre juego de la democracia participativa.

Los procesos de apertura democrática y constituyente, de convocatoria a la población para redefinir las reglas de convivencia de la comunidad política para la regulación de los bienes comunes, siempre aumentan las tensiones sociales, y no hay anda de malo en ello. Además, el empoderamiento simbólico de los sectores subalternos en Bolivia, unido a su tradicional combatividad y a la todavía escasa existencia de canales de mediación institucional, hacen que toda demanda tenga muchas posibilidades de expresarse como protesta pública. Nuestro enfoque, en lugar de detectar una crisis en cada protesta, las entiende como episodios de un proceso amplio, atravesado por antagonismos y que no tiene nada de necesario. Al mismo tiempo, les presta una importante atención como posibilidades, si quiera sea embrionarias, de ligeros desplazamientos en la correlación de fuerzas que tendrían un reflejo en la estructura institucional. No son turbulencias, es una anómala e intensa normalidad democrática, de una sociedad en transición, los mecanismos de reajuste de las instituciones colectivas.

El ejercicio de pensar los cambios en marcha en Bolivia exige toda la amplitud desde los diferentes campos de las ciencias sociales. Como ocurre siempre en los momentos de aceleración histórica, el país ofrece transformaciones en muy diversos ámbitos, que corremos el riesgo de considerar aisladamente si no realizamos el necesario esfuerzo de interdisciplinariedad y discusión que permita ampliar los marcos de cada disciplina.

Sin embargo, este esfuerzo no puede agotarse en la mera conjunción de análisis sobre Bolivia que parten de enfoques teóricos diferentes. Este libro está guiado por la convicción de la necesidad de poner esas miradas a discutir desde las mismas premisas: en Bolivia la crisis orgánica del viejo régimen ha abierto un proceso político de refundación estatal de resultados aún inciertos; y por el mismo objetivo: analizar la dirección, los límites y los recorridos futuros posibles de este proceso abierto y fértil, desde el estudio de algunos de sus ejes principales de desarrollo y con especial atención a las contradicciones a las que debe hacer frente.

El resultado perseguido es así un análisis de conjunto sobre el proceso político abierto en Bolivia, con el Estado en el centro de la reflexión: entendido como correlación de fuerzas, aparatos institucionales y procedimientos, y proyecto para una comunidad política territorializada.

Autores, capítulos y organización del libro.

 

De acuerdo con estas premisas compartidas, con esta voluntad inter y transdisciplinar y con la situación del Estado en el centro del análisis, este libro ha reunido a diferentes autores vinculados política y/o intelectualmente al proceso político boliviano.

A los autores de esta obra colectiva nos parecía que el tiempo histórico abierto en Bolivia abatía de alguna forma las fronteras entre la reflexión intelectual, el trabajo académico y el compromiso político. El reto principal del proceso de cambio es el de imaginar, concretar y desarrollar nuevos horizontes para una reforma estatal inclusiva que transita sendas no establecidas. Este problema intelectual, lejos de ser exclusivamente teórico, se está resolviendo, en gran medida, en las comunidades indígenas, los barrios populares urbanos, los sindicatos, la prensa y los centros de pensamiento político del país. Se trata por tanto de un movimiento acelerado de discusión y transformación que vulnera y difumina las fronteras no sólo entre disciplinas, sino también entre reflexión y práctica.

Además, hemos buscado deliberadamente intercalar miradas atendiendo a la procedencia geográfica de los autores. Lejos de cualquier «patente de corso» esencialista, pero también de los riesgos de la exportación de teorías y representaciones, este libro afirma su pretensión descolonial. Son las y los bolivianos los que están en mejores condiciones para describir los cambios que suceden en su país, y los únicos capaces de hablar en primera persona del plural de los sujetos políticos cuya emergencia caracteriza el momento histórico. No obstante, esto es cierto a condición de afirmar a continuación que ninguna característica heredada constituye por sí sola una identidad o lugar privilegiado de enunciación. Como proceso político extremadamente vivo y complejo, el boliviano puede y debe ser estudiado desde diferentes enfoques y perspectivas. Este libro reivindica la pluralidad de miradas que reúne como un valor específico para la discusión y comprensión de la apertura histórica en Bolivia.

El ejemplo Boliviano se nutre, como no podía ser de otra forma, de experiencias, colaboraciones, críticas y solidaridades de muchas mujeres y hombres de dentro y de fuera de sus fronteras. Así, en este libro, los autores tienen diferentes procedencias pero comparten lo fundamental para la reflexión: un conocimiento teórico testado, refutado y reformulado sobre el terreno de las transformaciones políticas y sociales sobre las que reflexionan. Hemos pretendido de esta forma poner a discutir a expertos de muy diferentes condiciones y orígenes, en un diálogo que permita abrir las perspectivas de acercamiento a la problemática estudiada. Creemos que este esquema favorecerá la comprensión crítica del/la lector/a, que podrá encontrar miradas cruzadas: narraciones en primera persona del plural y exámenes desde realidades políticas que le serán más familiares. Habremos hecho un buen trabajo si la lectura del libro facilita un conocimiento riguroso, abierto, crítico y comprometido con las multitudes bolivianas, su ruptura del orden tradicional y su escritura colectiva de un nuevo tiempo.

El prólogo de Emir Sader abre el libro, contextualizando el proceso boliviano en el marco geopolítico regional latinoamericano, y señalando tanto sus problemáticas comunes como sus rasgos diferenciales. En su introducción, Sader entronca con su reflexión de largo alcance sobre los retos de las fuerzas de izquierda latinoamericanas, en el difícil tránsito de las resistencias al neoliberalismo a la transformación estatal en un sentido socialista (Sader, 2009). Esta apertura sirve para situar los cambios en Bolivia en la perspectiva latinoamericana y global, lo que ayuda a entender sus potencialidades y dificultades, así como la riqueza y el impacto del proceso analizado, que traspasa con mucho la escala estatal-nacional. A continuación las colaboraciones de los autores se estructuran en cinco bloques.

El primero de ellos, «La refundación del Estado: Proceso constituyente y Nueva Constitución Política del Estado» se ocupa de la quiebra del marco político y jurídico existente en Bolivia y del diseño colectivo y posterior adopción de uno nuevo a través de proceso constituyente. Dos constitucionalistas con amplia experiencia práctica y teórica en el proceso constituyente boliviano realizan este recorrido: Rubén Martínez Dalmau, profesor de Derecho Constitucional en la Universitat de València y miembro del Consejo Directivo de la Fundación CEPS, examina los acontecimientos sociales y políticos que, en torno a las protestas contra las reformas neoliberales, precipitaron la crisis del viejo sistema político y produjeron la «activación de soberanía» que está en origen de la nueva Constitución Política del Estado boliviano. Además, Martínez repasa con detenimiento los avatares de un proceso constituyente que conoce al detalle y en primera persona por su trabajo como asesor de la Asamblea Constituyente, explicando a partir de sus potencialidades y de sus límites y deficiencias tanto las virtudes como los déficits del actual texto constitucional. A continuación, Albert Noguera, profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Extremadura y miembro de la Fundación CEPS con la que trabajó también en la Asamblea Constituyente boliviana, caracteriza la nueva constitución por medio de su comparación con las anteriores cartas magnas del país. Con ese método, Noguera ilustra las innovaciones radicales de la actual constitución. Se trata de una contribución que sitúa al lector, no necesariamente familiarizado con el derecho constitucional ni con la historia constitucional de Bolivia, en una perspectiva histórica que le permite apreciar el significado del texto aprobado por los bolivianos en enero de 2009. En conjunto, ambas contribuciones ofrecen una lúcida y bien documentada interpretación de los cambios constitucionales ocurridos y las perspectivas que ofrecen como marco jurídico para el presente y el futuro político y económico de las y los bolivianos.

El segundo bloque, titulado «El asalto del estado, crisis orgánica y construcción de poder político» desplaza la visión al terreno ideológico y de la política entendida como relación siempre conflictiva de fuerzas sociales. Pablo Stefanoni, economista y periodista argentino residente en Bolivia, apunta el término «evismo» para entender la particular identidad política que representa el oficialismo en Bolivia, y que explica las sucesivas y abultadas victorias electorales de un partido-movimiento, el Movimiento Al Socialismo, articulado en torno al liderazgo carismático del Presidente Evo Morales. Junto con Hervé Do Alto, Stefanoni escribió el libro «La Revolución de Evo Morales. De la coca al Palacio» (2007) una obra primeriza sobre una fuerza política y un líder en gran medida desconocidos hasta su llegada al gobierno. Desde entonces, Stefanoni ha consolidado y profundizado esta línea convirtiéndose en un intelectual de referencia para la comprensión del campo político oficialista en Bolivia que conoce con minuciosidad. En su texto para este libro, Stefanoni realiza una crítica amistosa pero severa de las contradicciones del proyecto gubernamental, que pueden tomarse como puntos de luz de los retos del proceso político en marcha. Stefanoni ofrece así al lector conocedor de Bolivia un ensayo riguroso para el debate político honesto, tan necesario en la coyuntura nacional, y al lector no iniciado una caracterización resumida y amena del Gobierno de Evo Morales.

Íñigo Errejón, investigador en la Universidad Complutense de Madrid, afirma en su capítulo que el inédito liderazgo del Movimiento Al Socialismo va más allá de las abultadas victorias electorales o el control de espacios de decisión y dispositivos institucionales, e implica hoy la capacidad de ordenar el escenario político boliviano, imponiendo incluso el lenguaje y los parámetros en los que se mueve la batalla política. Errejón defiende que este tipo de ejercicio del poder político sólo puede comprenderse como hegemonía , y dedica su capítulo a estudiar los antecedentes, los mecanismos y las características del proceso de construcción hegemónica en Bolivia, tema sobre el que realizó su Tesis Doctoral. A través del análisis de discurso, enriquecido por su trabajo como asesor con la Fundación CEPS en la Asamblea Constituyente boliviana y después en diversos programas de formación política en el país, Errejón explica las articulaciones que están detrás de la identidad «nacional-popular indígena», por la que los grupos subalternos se han constituido en mayoría política y han encarnado con éxito el interés general de la nación. Este es un proceso contingente y conflictivo, surgido de la ruptura del sistema político neoliberal y que se ha desplegado durante la primera legislatura de Evo Morales (2006-2009), fundamentalmente en pugna con las fuerzas opositoras regionalizadas y su relato de la «Media Luna». Finalmente, el capítulo ofrece algunas claves para pensar las tensiones presentes y futuras a las que hace y posiblemente hará frente el Gobierno de Evo Morales Los dos capítulos que conforman este bloque abordan la construcción del nuevo poder político en Bolivia, con especial atención a las prácticas discursivas, y aportan así herramientas para conocer las razones del éxito de Morales y el MAS, así como sus dificultades y carencias.

 

El tercer bloque se ocupa de una problemática central en el proceso de cambio: la tensión entre las exigencias de un nuevo régimen de acumulación que supere la pobreza y las desigualdades y las exigencias de la sostenibilidad ecológica y la armonía con la «Madre Tierra», en línea con las cosmovisiones indígenas hoy incorporadas al frontispicio del Estado Plurinacional. Este bloque trata de abrir nuevas ventanas en la dialéctica entre la Equidad y el Vivir Bien, procurando descifrar algunas claves en el proceso de transición de los cambios coyunturales a las transformaciones estructurales. Con el título «Estado, descolonización y patrón económico», tres capítulos abordan una cuestión en la que las respuestas ideológicas son tan tranquilizadoras como inútiles. La problemática del desarrollo, el neodesarrollo, el postdesarrollio y la descolonización -el abandono de los parámetros occidentales del productivismo y la historia lineal- es así discutida en una apasionante combinación de miradas económicas, antropológicas y filosófico-políticas. Puestos en común, y no compartimentados en capítulos estanco, los análisis de los economistas críticos y de los teóricos indianistas pueden probar mutuamente su alcance, interrogarse y presentar, cuanto menos, una muestra de un debate abierto y fundamental, a través de especialistas destacados.

 

En el primer capítulo, «Horizontes del Estado Plurinacional», Raúl Prada expone las líneas fundamentales que, a su juicio, caracterizan el nuevo Estado en construcción, haciendo énfasis en la descolonización y la institucionalización de cosmovisiones, culturas, lenguas, formas de hacer y conocer, propias de los diferentes mundos indígenas andinos y amazónicos. Raúl Prada, intelectual radical y orgánico del «Grupo Comuna», exconstituyente independiente por el Movimiento Al Socialismo y exViceministro de Planificación Estratégica ofrece una audaz interpretación del sentido de los cambios en el Estado, que entiende como presididos por el impacto político del movimiento indígena campesino y las demandas de descolonización. Además, Prada se atreve con el concepto de «socialismo comunitario», adoptado por el Gobierno boliviano y los movimientos sociales afines para denominar el horizonte de emancipación social que dominaría el proyecto oficialista, y lo describe a partir de sus similitudes y sus diferencias con los proyectos socialistas de la modernidad europea.

 

A continuación, Silvia Rivera, activista y una de las estudiosas sobre los movimientos campesinos aymaras y quechuas más reconocidas a nivel internacional, ofrece una perspectiva indianista confrontando los mitos desarrollistas con la visión del «Vivir Bien» propia de la cultura comunitaria indígena. Rivera, que ha mantenido siempre una marcada distancia crítica con el MAS, y que se ha convertido por ello en referente del indianismo y el katarismo no integrado en el gobierno, aporta a este libro una perspectiva autónoma que desafía los plazos del estado y el capital desde la temporalidad «desde abajo» de las formaciones sociales andinas. Sin idealizaciones, el artículo de Rivera muestra las mayores potencialidades de la autoorganización indígena y apuesta por el «Vivir Bien» como senda propia de los pueblos originarios, no importada de las utopías eurocentradas.

 

Por último, en su capítulo «El patrón económico del cambio», Alfredo Serrano y Alberto Montero, profesores de economía en las universidades Pablo de Olavide de Sevilla y de Málaga respectivamente, y ambos miembros del consejo ejecutivo de CEPS y participantes en tareas de asesoría en la Asamblea Constituyente, presentan las características fundamentales de la nueva política económica del gobierno boliviano. Conocedores ambos de la problemática de los procesos de periferia y el subdesarrollo en América Latina, y específicamente en Bolivia, donde ambos han trabajado como economistas, su estudio permite comprobar hasta qué punto las promesas de transformación se han cumplido o han chocado con limitaciones que las han mellado. Se trata por tanto de un capítulo que, inserto en las discusiones sobre el (post)desarrollo y la descolonización, analiza el desempeño macroeconómico del gobierno de Evo Morales, descubriendo las razones de sus buenas cifras -alabadas, en un gesto sorprendente y para muchos inquietante, por el FMI- pero señalando también sin reparos, las distancias a salvar para hacer de las reformas emprendidas una verdadera ruptura con el modelo neoliberal y por la adopción de un patrón económico diferente, en beneficio de las mayorías sociales del país.

 

El cuarto bloque, «Identidades territoriales y conflicto regional», trata de las tensiones que han presidido la agenda política durante los últimos años en Bolivia: la pugna entre el gobierno y los movimientos sociales, especialmente fuertes en el altiplano y los valles del país, y la oposición regionalista del oriente amazónico. Este conflicto, que amenazó con hacer descarrillar el proceso constituyente en 2007 y en agosto-septiembre de 2008 puso al país al borde de la guerra civil, responde a razones de orden coyuntural, pero tiene a la vez raíces más profundas. Por decirlo en forma simple: aunque es evidente que ha habido un movimiento defensivo de las élites políticas y económicas tradicionales hacia los departamentos orientales, y que la demanda de «autonomía» debe leerse en esos términos, no es menos cierto que las identidades regionales periféricas en Bolivia han tenido un proceso de desarrollo y crecimiento progresivo, en gran medida debido al centralismo del Estado radicado en La Paz. Se trata por tanto de un eje que verdaderamente atraviesa el proceso de transformaciones políticas y sociales en el país orientando gran parte de las actitudes y movilizaciones políticas, y que merece por tanto una atención destacada.

 

En el primer capítulo de este bloque, «Ser cruceña en el gobierno de Evo», Helena Argirakis, politóloga y antigua trabajadora de la Prefectura en Santa Cruz de la Sierra hasta su distanciamiento del autonomismo conservador, realiza una lectura esclarecedora desde el terreno sobre la naturaleza del movimiento regionalista de la «Media Luna» cuyo epicentro es Santa Cruz de la Sierra. Argirakis desgrana el proceso de politización creciente de la identidad territorial «camba» y «cruceña», y describe con conocimiento empírico los actores que dirigen este proceso de estímulo y movilización de la identidad regional con finalidad opositora: las prefecturas regionales y, sobretodo, los Comités Cívicos, verdaderos organismos de articulación de la sociedad civil de las regiones orientales. Su texto es un testimonio también de las dificultades de la militancia oficialista en las regiones opositoras, y una explicación de los contenidos ideológicos vehiculados por la demanda autonomista -o, en ocasiones, independentista-, así como de las razones de a virulencia de sus ataques contra indígenas, sindicalistas y militantes del MAS.

 

En «¿Sin Por-venir? Conquista y autonomía en el Oriente Boliviano», la socióloga Ximena Soruco, especializada desde hace años en el estudio de la composición política de las élites regionales orientales, ofrece al lector una narración histórica apasionante que conduce una reflexión profunda sobre la constitución de la subjetividad política de las clases dominantes en el oriente del país. Soruco pone en relación la historia y la geografía de la conquista del oriente amazónico con la forma de las élites locales de verse a sí mismas, al Estado, a «sus» indígenas y a los migrantes del occidente. Su texto es capaz, por su ritmo narrativo y el rigor de sus referencias historiográficas, de situar al lector en las remotas regiones del oriente boliviano dominado por los latifundistas. Así, al exponer sus formas de ver el mundo, se facilita la comprensión del movimiento político regionalista que dirigen.

 

El último bloque se dedica al análisis de problemáticas que, siendo importantes en los procesos de transformación política, y en el boliviano en particular, han recibido hasta ahora una atención menor. Bajo el título «El cambio desde los ángulos muertos «, en esta sección se agrupan análisis sobre tres cuestiones que hemos querido incluir en esta obra colectiva.

 

Manuel Canelas y Fran Verdes- Montenegro dedican su capítulo a la evaluación de los cambios que se han producido en la política exterior boliviana. Bajo el título «La nueva política exterior de Bolivia (2005-2010): más autonomía y nuevos desafíos», reflexionan sobre la dinámica de recuperación de soberanía nacional que es una de las señas de identidad del Gobierno de Evo Morales, poniéndola en relación con las tendencias de integración regional y con el nuevo escenario geopolítico en el continente latinoamericano. Canelas y Verdes-Montenegro, ambos licenciados en ciencias políticas e investigadores en la Universidad Complutense de Madrid, abordan un terreno fundamental para la consolidación y el éxito de las transformaciones en marcha en Bolivia: el de sus nuevas relaciones exteriores y sus socios de referencia regionales y globales. Canelas es boliviano y profundo conocedor de la historia política de su país, conocimientos que ha aportado al capitulo, mientras que Verdes- Montenegro, especialista en relaciones internacionales de América Latina, ha contribuido a situar las modificaciones en la política exterior boliviana en una perspectiva regional. Se trata de un capítulo que el lector interesado en el continente agradecerá, y en general todo aquel consciente del peso creciente de las integraciones supranacionales tanto para el tablero político mundial como para las propias esferas domésticas. En ambos sentidos, el pequeño país estudiado decide gran parte de su suerte en ámbitos que superan sus fronteras. Los parámetros, posibilidades y contradicciones en esas decisiones son abordados en este capítulo.

 

En su capítulo «Las mujeres en el proceso de cambio: Miradas desde el feminismo comunitario», Elizabeth Salguero aborda una línea transversal que recorre el proceso de cambio boliviano, en una relación compleja con el oficialismo. Salguero, exdiputada por el MAS y presidenta de la Comisión de Derechos Humanos en el Congreso boliviano, es periodista y reconocida activista, compromiso que llevó a su labor legislativa durante la legislatura 2006-2009. Su capítulo aporta una mirada crítica, que reconoce los avances frente a la dominación patriarcal aunque señala la postergación general de los objetivos feministas en la formulación de políticas públicas. De especial interés resulta su análisis del «feminismo comunitario», como desarrollo propio del mundo indígena y mestizo de la lucha por la emancipación de las mujeres dentro de los códigos culturales y las estructuras sociales y familiares propias del mundo andino. Si, como afirmaban las feministas europeas en los convulsos años setenta del pasado siglo, «la revolución será feminista o no será», el capitulo de Salguero interpela a un proceso de cambio en el que ella misma milita. Pero lo hace desde la voluntad de entrecruzarse con la línea de fractura de la plurinacionalidad, para afirmar un feminismo descolonial y descolonizado que aproveche, revolucione y fortalezca la coyuntura histórica privilegiada para la democratización de las relaciones sociales en el país.

 

Por último, Juan Ramón Quintana, sociólogo, ministro de la Presidencia en el primer Gobierno de Evo Morales, y conocedor en primera persona de las Fuerzas Armadas bolivianas, dedica su capítulo a un tema que suscita tantas dudas como desconocimiento. Es muy común, y hay razones históricas sobradas para ello, el miedo a las fuerzas armadas como amenazas potenciales a todos los procesos democráticos de transformación social en América Latina. En ese sentido, una pregunta recurrente en gran parte de la gente que se acerca a los procesos de transformación en América Latina es cuál es el papel de los ejércitos en cada escenario nacional, entendiendo que éste puede ser -y lo ha sido en episodios tan recientes como Venezuela en 2002, Bolivia en 2008 y Ecuador en 2010- definitivo por acción u omisión. Bajo el título «Las Fueras Armadas en el nuevo Estado Plurinacional», Quintana, conocedor exhaustivo de la institución militar boliviana, su historia y sus relaciones con el Estado y la política, aporta su visión sobre el nuevo papel que debería desarrollar el ejército y las reformas necesarias para ello. Su capítulo reviste un peso mayor aún en la medida en que el texto es una adaptación de una conferencia pronunciada por el propio Quintana ante el Estado Mayor boliviano. Nos parecía que la aportación de alguien perteneciente a la carrera militar, que ha ocupado y ocupa responsabilidades de gobierno al más alto nivel en el Gobierno del Movimiento Al Socialismo podía cubrir con brillantez y autoridad este flanco descubierto en la mayor parte de los análisis existentes sobre el proceso político boliviano.

 

Este libro se presenta, entonces, como una conjunción de diferentes miradas y análisis que parten de diferentes enfoques pero comparten la preocupación central sobre las transformaciones que atraviesan y redefinen el Estado boliviano, entendiendo que éste es un tiempo histórico presidido por la emergencia de los grupos subalternos como mayoría política en el país. Se trata de un proceso apasionante, acelerado, complejo y ambivalente; un momento histórico constituyente -en un sentido político y social que excede su formalización jurídica- en el que se prueban la mayor parte de los conceptos y herramientas, pero también anhelos y sueños, que informan la política dentro y fuera del país. Una experiencia en la que los siempre gobernados se hacen gobierno y declaran su voluntad de que nunca más haya una Bolivia sin ellos. Este libro quiere contribuir a la discusión, difusión y comprensión de esta experiencia.

Notas

[1] Íñigo Errejón es doctor en Ciencia Política e investigador en la Universidad Complutense de Madrid y Alfredo Serrano es doctor en Economía y profesor en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Ambos son miembros del Consejo Directivo de la Fundación CEPS (Centro de Estudios Políticos y Sociales).

[2] Aunque ha habido en América Latina otros jefes de Estado que por sus rasgos físicos y culturales podían ser denominados como de origen indígena, todos ellos se han autoidentificado como «mestizos» o han diluido su identidad indígena en marcos de referencia nacionales más amplios. Evo Morales es el primer presidente en llegar a serlo en tanto que indígena, reivindicando su origen indígena y postulándolo como bandera política para la creación de amplias solidaridades. Para el análisis político que realizamos en este libro, la «objetividad» de los elementos antropológicos con los que se construye la etnicidad nos importa menos que la autopercepción y asunción de lo indígena como identidad desde la que comprender e interactuar con el mundo. Por esa misma razón, las discusiones sobre la veracidad de la pertenencia aymara de Evo Morales o su dominio de esta lengua nos parecen menos relevantes que el hecho radicalmente político e innovador de la llegada al Palacio Quemado de alguien que se denomina -y le denomina- «indio».

[3] Nos referimos aquí a la producción espacial provocada en Bolivia por la conquista y colonización y, a continuación, por la inserción subalterna del país en la economía-mundo, dominada por los procesos de periferia que, Peter Taylor y Collin Flyn caracterizan como aquellos que rigen en las zonas nuevas no se incorporaron a la economía-mundo en calidad de `socios de pleno derecho´, sino que se incorporaron en condiciones desfavorables respecto a los antiguos miembros (2002:21) como una combinación de salarios bajos, tecnología más rudimentaria y un tipo de producción simple (2002:22). Taylor y Flin realizan una aplicación del análisis de los sistemas-mundo a la geografía política. En general, sobre la división internacional del trabajo y el análisis de sistemas-mundo, ver: The Rise and Future Demise of the World Capitalist System (Wallerstein, 1974 [2004]). Del mismo autor, consultar también: 1974 [1979]

René Zavaleta Mercado es el intelectual boliviano que primero y de forma más lúcida puso en relación la fragmentación espacial y la desarticulación del territorio nacional con la debilidad del Estado y la clase dirigente boliviana, en Lo nacional-popular en Bolivia (1985). Una continuación de esta fértil línea de reflexión puede encontrarse en Regalsky (2003), Romero (2006), García Linera (2007) y Errejón (2010)

 

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