Reseña de Los nacionalismos, el Estado español y la izquierda, de Jaime Pastor, Madrid: la Oveja Roja (los libros de Viento Sur), 2012
Este libro es una interesante aportación al debate que se da hoy entre izquierda y nacionalismo, en el marco del Reino de España y a partir de la vieja cuestión de la independencia de Euskadi y de Cataluña. Constituye una explicación clara y rigurosa de lo que lo que es la defensa del derecho de autodeterminación y la posterior opción de una federación plurinacional. Sería, para mí, la opción federalista más afín a una izquierda confluyente con el nacionalismo. Para mí es así por compartir la hipótesis, a mi modo de ver incorrecta, de que hay unas naciones oprimidas (Euskadi, Cataluña, Galícia) por una nación dominante, que sería España. Naciones que existen sin Estado pero que se definen por identidades políticas y no únicamente culturales. Pero antes de discutir este planteamiento vayamos a un análisis más pormenorizado del libro.
De entrada decir que el autor del libro es Jaime Pastor. Representa para mí, junto con Miguel Romero, lo mejor de la vieja guardia del troskismo en nuestro país. Fundador de la la LCR, fue uno de sus dirigentes principales, así como de Izquierda alternativa (cuando se fusionaron con el Movimiento comunista), Espacio alternativo (cuando entraron en Izquierda Unida como tendencia) y de Izquierda anticapitalista, cuando se separaron de ella. Desgraciadamente esta trayectoria da muestras de lo sectario de la izquierda en nuestro país. No me refiero a él, por supuesto, sino a la situación de la izquierda en general en nuestro país, incapaz de confluir en grupos como Syriza (Grecia) o Bloco d´Esquerda. En todo caso Jaime Pastor es un luchador comprometido que merece todo mi respeto.
El ensayo presenta un planteamiento que tiene como línea teórica a Marx, Lenin y Trosky. De esto trata el primer capítulo y la verdad es que la formulación histórica e histórica es muy clara y muy rigurosa. Nada que decir, con la salvedad que lo que dijeron Marx, Lenin y Trotsky es perfectamente discutible y que los -ismos no me parecen un buen aliado de la izquierda porque desembocan, al margen de las intenciones, en sectarismos. En todo caso la exposición tiene la virtud de estar contextualizada y de no situarse en una formulaciones dogmáticas. El segundo capítulo trata sobre «Estado, nación y capitalismo en la España contemporánea». Me parece que aquí hay, por la complejidad del tema y el poco espacio que le dedica una excesiva simplificación que más bien parece un atajo para llegar a la conclusión que España es una nación opresora de otras naciones como Cataluña, Euskadi o Galícia, que serían naciones oprimidas. Hay elementos interesantes, como la diferencia entre una izquierda catalanista que tenía una expresión popular pequeñoburguesa en Esquerra Republicana de Cataluña y una versión obrera en el POUM y lo que sería el catalanismo burgués. Radicalmente diferente del nacionalismo vasco, muy conservador y racista en sus orígenes. También explica la aparición de elementos reivindicativos en Andalucía y en Galícia, a través de Blas de Infante o de Castelao. Igualmente expone las posturas contrarias a estos nacionalismos por parte del PSOE y del PCE antes de la Guerra Civil. Hay finalmente un análisis del nacionalismo español reaccionario, monárquico y militarismo y los intentos de un nacionalismo español más inteligente, fuera el esencialista (Azorín, Unamuno, Maeztu) o el liberal (Ortega y Gasset). Pero en cualquier caso me parece que hay un error la lectura de que hay un proceso de nacionalización español sobre las otras naciones oprimidas. Me parece que lo que hay es la constitución violenta de un Estado, como todas, a partir de diferentes pueblos y con conflictos y dominios pero con un poder oligárquico que se va constituyendo en este Estado-nación que es España. Que en este proceso hayan movimientos emancipatorios en Cataluña no quiere decir que Cataluña exista como una nación oprimida. Quizás existía una identidad cultural diferenciada (sobre todo en base a la lengua) pero incluso esta se va diluyendo con el propio capitalismo (que como dijo Marx disuelve todo lo sólido). El tercer capítulo se titula » Transición política, nacionalismo español y las izquierdas de ámbito estatal». Pasamos de lo español a lo estatal en este giro lingüístico-conceptual tan discutible. Todo país lo es porque hay un estado que lo constituye pero el país no es el Estado. Ni siquiera España, que se ha constituido a partir de luchas, dominio y violencias. Como todo país, incluso el de Cataluña o Euskadi si existieran. Aquí hay una crítica pertinente a la transición como no ruptura y continuidad desde la Monarquía y el Ejército pero continua el discurso de las naciones oprimidas. Hay que decir que su análisis es, por otra parte, muy certero. Anticipa la escisión del sector nacionalista del PSC, la mayoría nacionalista en Euskadi y el desencadenamiento del movimiento independentista catalán. Igualmente las tensiones en Izquierda Unida por la cuestión nacional, que llevan desde posturas federalistas críticas con los nacionalismos hasta pactos como el que se da en Galícia con el nacionalismo radical de izquierdas de Beirás. También merece la pena el análisis del intento de un nacionalismo español republicano progresista por parte de Zapatero y su círculo.
El capítulo cuatro es el que para mí pone de manifiesto las cuestiones más problemáticas y discutibles. Se titula «Identidades, derechos e intereses. Mirando al futuro». Las hipótesis de las que parte son las siguientes: 1) Se ha producido una configuración efectiva de distintas identidades nacionales en conflicto. 2) Se mantiene la exigencia del reconocimiento de los derechos respectivas para aquellas que no se encuentran en condiciones de igualdad respecto a la dominante. 3) Existen distintos intereses de los diferentes actores y sociales políticos en juego, tanto en la formulación de sus demandas y objetivos para reivindicar estas identidades y estos derechos. Por supuesto el elemento central es el tercero. La configuración existe con sus contradicciones y conflictos, pero los más importantes son los transversales, es decir los de clases sociales más que los «nacionales». Los derechos, en todo caso, existen en la medida que se formulan, en este caso. Es decir, que Cataluña o Galícia, como comunidades diferenciadas, pueden exigir un referéndum para decidir el tipo de relación con el resto de España (no con España, de la que de momento forman parte). Pero también podría hacerlo Canarias, Andalucía o Extremadura. Respecto a Euskadi yo diría el País Vasco y posteriormente Navarra podría pedir formar parte de él. ¿ En que caso? Cuando lo piden la mayoría de sus representantes o cuando una mayoría de ciudadanos lo exigen. Esto es lo que debería cambiarse en la Constitución, por supuesto. Como un derecho democrático que se basa en la voluntad de los ciudadanos. No como un derecho de autodeterminación exigible por principios, que sólo es aplicable a las colonias o a países dominados (que como he dicho, no me parece el caso).
Otra cuestión interesante que aparece es la del federalismo, o mejor dicho los federalismos. El federalismo que defiende Jaime Pastor, tiene una base nacionalista que no comparto. España, Euskadi y Galicia son naciones que deben formar entre ellas, mediante el derecho de autodeterminación una federación plurinacional. No estoy de acuerdo. Si tener simpatías por el PSC me parece que su planteamiento es, en este sentido, correcto. Cambiar la constitución para introducir el derecho de autodeterminación que, si no lo entiendo mal, iría por la línea que antes he planteado. A partir de aquí cada comunidad autónoma podría decidir si quiere separarse o no. También puede decidir transformarse en una estructura federal dentro de España.
En todo caso, un debate que no cesa y un libro que vale la pena leer.
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