Un libro puede convertirse en una bolsa que vuela por el aire. John Berger -autor de novelas como Puerca tierra o Lila y Flag y ensayos como Un séptimo hombre- es capaz de obrar esta clase de prodigios con la palabra. El tamaño de una bolsa, un conjunto de artículos aparecidos en distintas publicaciones de […]
Un libro puede convertirse en una bolsa que vuela por el aire. John Berger -autor de novelas como Puerca tierra o Lila y Flag y ensayos como Un séptimo hombre- es capaz de obrar esta clase de prodigios con la palabra. El tamaño de una bolsa, un conjunto de artículos aparecidos en distintas publicaciones de medio mundo durante la segunda mitad de los años noventa y ahora reunidos en un único volumen, parece casi un pequeño milagro en medio de este mundo de prisas y no-lugares, de mercancías y atropellos, de espectáculo y transacciones. Un libro que es, en palabras del propio Berger, una bolsa de resistencia contra un orden mundial que no puede ser más inhumano. Un libro-bolsa escrito con sensación de urgencia, pero impregnado de la calma y la paciencia que posee la maravillosa escritura de Berger, un autor particularmente interesado en la índole subversiva tanto de la temporalidad peculiar de la vida campesina cuanto de la experiencia perceptiva artística. Así se entienden algunos de los viajes que nos propone El tamaño de una bolsa: de Rembrandt a Frida Kahlo, de Velázquez a Antonioni, de un huerto de manzanos al río Po, del Kurdistán a las montañas del sudeste mexicano, del Museo del Prado a la correspondencia de Berger con el Subcomandante Marcos, de la poesía de Juan Gelman a los cuentos que Gramsci contaba a sus hijos desde la cárcel. Como siempre, Berger no se limita a la mera denuncia y reflexiona profundamente sobre la pintura y la mirada, la soledad y el silencio, las imágenes y la escucha. Un diálogo con la vida y las pequeñas cosas que le dan sentido. Esta obra, en suma, nos vuelve a regalar la sabiduría cotidiana y sencilla de un Berger definitivamente posicionado contra la derrota del mundo.