Axel Honneth (Essen, Alemania,1949) es uno de los filósofos vivos más interesantes dedicados a la problemática éticopolítica de nuestros días. De alguna manera recoge la herencia de la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt (se doctoró bajo la dirección de Habermas). Su trabajo conceptual ha estado especialmente centrada en la noción de reconocimiento y […]
Axel Honneth (Essen, Alemania,1949) es uno de los filósofos vivos más interesantes dedicados a la problemática éticopolítica de nuestros días. De alguna manera recoge la herencia de la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt (se doctoró bajo la dirección de Habermas). Su trabajo conceptual ha estado especialmente centrada en la noción de reconocimiento y en la ética democrática. En esta ocasión plantea el ambicioso proyecto de renovar la propuesta socialista como proyecto de futuro. Entendiendo por socialismo el conjunto de tradiciones (anarquista, comunista, socialista en su sentido más específico) de la que se ha nutrido la izquierda. Se trata de abordar la insuficiencia teórica originaria de los socialistas fundadores para ser capaz de revitalizar el socialismo como proyecto emancipador que permita superar los peligros del tardocapitalismo neoliberal.
Lo primero que hay que entender es que la tradición socialista viene arrastrando una limitación, ya presente desde lo que Marx llamaba el socialismo utópico (Owen, Saint Simón, Fourier, el mismo Proudhon) que consiste en entender los problemas y las soluciones desde una óptica exclusivamente económica. Para todos ellos la organización de la producción está sometida al egoísmo privado, y una vez que seamos capaces de sustituirlo por un cooperativismo, por una asociación libre de productores, entonces se transformará toda la sociedad y conseguiremos la libertad social. Los ideales de la revolución francesa (libertad, igualdad, fraternidad) se verán reflejados en esta transformación radical, que será capaz de integrar la libertad en el marco de la igualdad y la fraternidad.
Aunque Marx aportara mucha consistencia al análisis teórico y a las propuestas prácticas, tampoco es capaz de salir de este marco teórico, analiza el autor del libro. Lo económico continúa siendo la base de análisis y de propuestas radicales de cambio. Pero además planteará dos problemas que se irán arrastrando en todas las tradiciones que le reclaman como inspirador. Por una parte la idea de que el capitalismo es producto del mercado y que su superación supone la eliminación de este último. Por otra parte el de ligar la posibilidad de cambio a un sujeto revolucionario que es la clase obrera, con lo cual el movimiento emancipatorio queda ligado al industrialismo. La victoria de una clase social se convierte entonces en la promesa de una sociedad sin explotación ni opresión.
¿Quiénes son capaces de cuestionar este planteamiento? Fuera del movimiento Honneth cita a John Dewey al formular que, por un lado, el socialismo está sujeto a una concepción cerrada de la historia que le impide entender y recoger las experiencias históricas y por otra entender el valor intrínseco de la cultura democrática. Dentro del propio socialismo solo Bernstein es capaz de salir de este esquema, si nos referimos a la primera mitad del siglo XX. Si vamos ya a la segunda mitad cita a Cornelius Castoriadis ( que lo inicia a partir del grupo «Socialismo y barbarie») y más tardíamente a Jürgen Habermas. Pero lo que sugiere Honneth es que en este camino hay muchos olvidos importantes. Por una parte el mismo Hegel al plantearla como un organismo global que está subdivido en tres ámbitos: el económico, el político y el de las relaciones personales. Es justamente el haberse centrado en el económico el que le lleva a no ser capaz de recoger aportaciones muy interesantes de otras tradiciones que igualmente estaban planteando alternativas a la idea liberal de libertad. Ideal liberal que entiende la libertad social en un sentido negativo, que es la de poner limitaciones a la libertad individual desde el respeto a las otras libertades. De esta manera se pierden las aportaciones del republicanismo radical de Rousseau y de Kant, que plantean que la libertad social debe entender en un sentido más comunitario o más moral respectivamente. O el propio movimiento feminista, que cuestiona las relaciones familiares y de pareja.
De lo que se trata, entonces, es de recuperar las experiencias históricas capaces de ser lógica alternativas a las del capitalismo y el neoliberalismo en todos sus aspectos. Entender, contra Marx, que no se trata de eliminar el mercado porque esta ha sido una experiencia histórica que ha fracasado. Por el contrario, no excluir ninguna de las maneras en que el mercado se ha manifestado de manera diferente, sea la economía ética, la intervención del Estado bajo control democrático o las experiencias de autogestión. En el aspecto de las relaciones personales es sobre todo el movimiento feminista el que ha planteado radicales transformaciones tanto en la familia como en las relaciones personales, no únicamente en la pareja. Pero es sobre todo la reivindicación de la democracia la que debe tener el lugar prioritario. Se trata de construir una nueva economía, unas nuevas relaciones sociales y una nueva voluntad democrática. Esta es la libertad social que podemos contraponer al liberalismo. Aunque, quizás, sugiero yo, no será tan diferente de lo que pueda plantear el republicanismo liberal de Philip Pettit o Quentin Skinner o el liberalismo igualitario de Amartya Sen o Marta Nusbaumm. Porque lo que plantea Axel Honneth es que el socialismo no tiene un sujeto revolucionario específico sino que es un proyecto de reformas radicales que debe ser para todos los ciudadanos que quieran una buena vida compartida. Hay que interpelar no solo a nuestra responsabilidad moral sino también a la racionalidad de los fines en la deriva global que vivimos.
Una última cuestión muy importante que se plantea Axel Honneth es si estamos hablando de propuestas a nivel de estado-nación o a nivel mundial. Esta cuestión es muy importante y hay que tratarla con prudencia. Por supuesto que no puedes proponer de forma inmediata y directa una república mundial pero sí una coordinación progresiva de poderes políticos que vayan estructurándose a nivel mundial, posiblemente a nivel federal.
El libro, en su conjunto, me ha parecido una aportación casi imprescindible para repensar el socialismo hoy. Lo que realmente me parece una limitación importante del libro es que no incorpore en su propuesta socialistas las aportaciones del movimiento ecologista. Pero ya lo sabemos, nadie es perfecto.
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