1. Cuando todos podríamos pensar que el gobierno de Peña Nieto se está desplomando por la profunda caída de los precios del petróleo, por la tremenda devaluación del peso, porque la economía no crece, porque los asesinatos aumentan y porque crece aceleradamente la corrupción política y empresarial; vemos que los maestros de la CNTE -por […]
1. Cuando todos podríamos pensar que el gobierno de Peña Nieto se está desplomando por la profunda caída de los precios del petróleo, por la tremenda devaluación del peso, porque la economía no crece, porque los asesinatos aumentan y porque crece aceleradamente la corrupción política y empresarial; vemos que los maestros de la CNTE -por mucho, los más grandes luchadores sociales del país- levantan su plantón después de más de tres años que lo mantuvieron en la Plaza Tolsá, en el Zócalo, en la explanada oriente del Monumento de la Revolución y luego por el lado poniente. Durante los últimos tres años los maestros de la CNTE realizaron una manifestación grande o pequeña todos los días. Recibieron apoyos de agrupaciones pero éstas al paso de los meses fueron disminuyendo.
2. Los maestros, Oaxaca en primerísimo lugar, seguido de Michoacán, Guerrero, Chiapas, DF, Estado de México, estuvieron luchando permanentemente contra lo que se conoció como las «reformas estructurales privatizadoras», de manera particular contra la privatización de la educación y la defensa de la educación pública, gratuita, laica y popular. Sin embargo al mismo tiempo tuvieron que enfrentar una intensa campaña empresarial y de los medios de información de difamación, desprestigiándolos, porque «sólo deberían regresar a sus escuelas a impartir clases». Nunca prendió la heroica lucha de los maestros porque todas sus demandas fueron bloqueadas y tergiversadas para que los habitantes de la Ciudad de México los repudien. Así escuché mucha gente tonta e ignorante que se expresaba mal de la lucha de los maestros.
3. En toda la República la ciudad que más he amado es el DF porque es el centro de todo: la política, la economía, la cultura, las universidades, etcétera; pero quizá por esos privilegios puede ser -en sus clases altas, aristocratizadas y millonarias- la ciudad más conservadora y reaccionaria. Quizá no he podido borrar de mi mente aquel pasaje que manejan los historiadores de que: «cuando Zapata y Villa, seguidos por miles de campesinos llegaron en 1914 a la ciudad de México todos los habitantes se encerraron en sus casas por miedo a los «facinerosos, desarrapados y asaltantes» que por unos días se disponían a gobernar». A mí me parece que ese tipo de ciudades donde predomina una clase aristocrática que ha regado su cultura, su racismo y sus prejuicios sociales, jamás podrán superar algo que es parte de su ser.
4. Pero el problema no es el «reaccionarismo» de los habitantes aristócratas de la Ciudad de México, sino la caída estrepitosa de las luchas sociales que se han reducido a pequeñas protestas muy aisladas. Estamos tan jodidos en México, tan desprestigiados en el extranjero, que cualquiera pensaría que estamos en condiciones pre revolucionarias porque el país se desploma en pedazos; pero se olvida que esas son condiciones objetivas y que faltan las condiciones subjetivas que son la conciencia y la organización del pueblo. ¿Será que la fruta está madura, pudriéndose, pero no existe un pueblo que sacuda el árbol para hacer lo que corresponda? Pensé que mientras más hambre, represión y asesinatos sufra el pueblo su conciencia social y su lucha crecería como respuesta. Lo que más me preocupa es que el pueblo hambriento ya no tuviera fuerza ni para abrir los ojos o caminar.
5 El levantamiento del campamento de los maestros de la CNTE -en el que estuve un centenar de veces en los tres años- lo entiendo muy bien. Sé que los maestros de la CNTE seguirán luchando con tesón defendiendo a la educación pública y que jamás pararán en las secciones consolidadas, mayoritarias, donde hay organizaciones fuertes y hasta en las secciones en que la CNTE es aún débil. Seguimos contando con ocho o más secciones consolidadas, hemos avanzado en otros ocho estados que han ampliado su participación y las organizaciones regionales continuarán coordinando sus acuerdos y tareas. El levantamiento del campamento-plantón sólo va a ser un paso atrás para tomar fuerza en otras acciones. Están programadas muchas asambleas regionales de coordinación para darle un nuevo brillo a la lucha.
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